Ya ha perdido la inocencia pero cada vez que se lesiona rompe a llorar. Lo hizo a los trece años, en su segundo partido con el Infantil B del Barça, cuando un central del Castelldefels le rompió el peroné, y lo ha venido haciendo a cada nueva despedida del balón.
Parece que su talento sobrehumano y su asombrosa aceleración le vinieron dados con la condición de usarlos sólo cinco meses al año. Cada vez que lleva cuatro semanas imitando a Maradona, su nombre entra en un luctuoso sorteo en el que antes habían estado gentes como Overmars o Prosinecki. Su físico, su pasado, su explosiva juventud y su fe ciega en que sin balón no hay fútbol y que la prevención de lesiones es una quimera le han llevado a este callejón.
¿Qué hay que esperar de este Barça huérfano de vértigo? Por una parte, que su ausencia ayude a unir al equipo y pique el orgullo de los delanteros. Si la luna le respeta, Ronaldinho estará a su mejor nivel físico en quince días. La desesperada voracidad de Eto'o siempre está ahí. Y tal vez Henry, en su cinismo, recuerde que las notas de la temporada se ponen siempre en primavera.
Pero sobre todo hay que esperar que seis semanas no sean nada, que el equipo sobreviva hasta semifinales de la Champions y que los médicos y fisioterapeutas del club recuperen la vergüenza. De ese modo, Messi emulará desde finales de abril el gol de Maradona al Estrella Roja, el de Ronaldo al Valencia y el de Romário al Madrid para caer lesionado justo antes de la final de Moscú.
El Camp Nou habrá completado de nuevo el ciclo de las lágrimas, la ley de Messi, esa leyenda fatal e irresistible.
1 comentario:
Esto para por tocar los huevos porque no jugara el pasado finde en el Calderón xD
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