domingo, 31 de agosto de 2008

El favorito

Escribe Quique Setién que el Barca es su prfincipal favorito para ganar la Liga, y donde hable un diez que calle el resto. Sin embargo, cuesta compartir su entusiasmo, que radica principalmente en el convencimiento de que los azulgrana, de la mano de Guardiola, han recuperado las ganas de sufrir, trabajar y ganar, tal vez el unico requisito indispensable para llevarse el titulo. A ese dao el Barca puede añadir varios factores. A saber:
1) Con Alves, vuelven las llegadas por banda y la superioridad numerica en campo rival.
2) Xavi e Iniesta están ante la oportunidad de su vida: manejar el equipo sin pedir permiso y ponerse al nivel de los mas grandes.
3) El equipo parece dispuesto a presionar en campo contrario.
4) Eto'o vuelve a tener, dos años despues, algo que demostrar, igual que Henry.
5) El Madrid es tan malo como era, y con menos ganas tras tres títulos.
6) Messi: el jugador más desequilibrante del mundo se enfunda este año el diez y tiene ganas de ganar el que será de verdad su primer campeonato.
Sin embargo, el Madrid parece seguir con ese indestructible espíritu, que vendrá espoleado por la gestion de Txiki: no olvidemos que la delantera titular del Barca anoto el anyo pasado sólo 38 goles. Si se le añade el papel de Bojan, primer suplente, 48. Y si se suma a Hleb, Iniesta, y Pedritito alcanzamos la ridicula cifra de 53 tantos, algo impropio de una delantera que aspira a algo, donde sus seis delanteros deberian sumar unos 80 goles. 
Mañana es domingo, día del señor, Aleluya: por fin el fútbol.

sábado, 16 de agosto de 2008

Oh, gran Manitú

Este cavernícola se marcha de road movie a las Américas. Si la tecnología sueca lo permite, cruzará el país de Alexi Lalas hablando a los lugareños de las bondades de ese extremo llamado Pedrito y repitiendo un rezo dirigido a Johan Dios Cruyff y a sus hombres en la tierra, los Patsy, y a Txiki, y a Pep:
"Oh, gran Manitú, sé que merecemos sufrir y sé de tu poder, pero no fiches a Palacio".

martes, 12 de agosto de 2008

Cuando gana el malo

"Deambulaban como dos fantasmas felices". Esta frase recoge lo mejor del documental Réquiem por Billy the Kid, que se centraba en la figura del más célebre pistolero a través de su relación con su íntimo amigo Pat Garrett. Eran jóvenes, libres y trabajaban de vaqueros en ranchos. Fue una amistad de cuando se sabían inmortales.
Ocurrió que Billy se vio enzarzado después en la guerra del condado de Lincoln. Este pistolero de leyenda, de quien se decía que parecía sonreír siempre a causa de sus enormes dientes, fue declarado enemigo público por el gobernador Wallace, que para cazarle optó por una solución drástica: contratar como sheriff a su viejo amigo. Tras dos fugas de la cárcel, Billy El Niño murió el 14 de julio de 1881 de un tiro en el corazón de Garrett.
Pocos universos de celuloide pueden parecerse más al fútbol que el western. Hay quien recuerda con nostalgia desbocada los tiempos en que Ronaldinho y Eto'o se saludaban al grito de "¡Negro!". Eran los días en que Eto'o tenía bajo control su infinito rencor hacia el mundo y hacia los más dotados para el arte que él, los días en que no había defensa que se les resistiese y en que nada más recibir el brasileño, una gacela con el nueve a la espalda tiraba la diagonal perfecta para encontrar el balón y anotar.
Pero llegaron los días en que Samuel, renqueante de la rodilla, renunció a las normas de convivencia y se fue a la guerra contra su sonriente víctima. Poco después renegó también de su aclamado código de trabajo y se dejó ganar los sprints por gigantes torpes como Rio Ferdinand. El club le invitó a salir pero nadie quiso semejante bomba de relojería en su vestuario. Guardiola, que quiso refundar el proyecto sin manzanas podridas, echó a Deco y Ronaldinho, pero se ha visto obligado a tragar con el camerunés.
Los compañeros de Eto'o, que saben mucho menos de fútbol que Pep, aclaman su continuidad. El tiempo dirá si el mejor nueve del mercado europeo puede parecerse al que fue junto al hombre de la sonrisa eterna, en aquellos días en que deambulaban como dos fantasmas felices.

martes, 5 de agosto de 2008

Y allá a lo lejos, el fútbol

La pretemporada no es otra cosa que una metadona light y descafeinada que suele hacer aún más angustiosa la espera de que lo bueno empiece. Lo bueno, recordemos, es una eliminatoria contra un equipo de Cracovia o uno de Jerusalén y la visita a Los Pajaritos con los que dará comienzo el espectáculo.
Sin embargo, hay veranos en que por un momento el fútbol despliega toda su grandeza y vuelve a ser una cosa auténtica. Ver a los chicos de Guardiola corriendo en Central Park ha removido esta caverna. Para quien ha acudido alguna vez en Central Park con la esperanza de poder unirse a alguna pachanga, habrá sido algo increíble cruzarse con Guardiola y compañía. A quien ha probado el asfalto de jugar en sus calles -en el parque más famoso de Nueva York el césped está reservado para deportes mayoritarios, como el picnic, el frisby o los perros- le queda la curiosa experiencia de alzar la vista en el fuera de banda y encontrar los rascacielos de las películas.
En Central Park se juegan los que son tal vez los partidos más duros que un barcelonés puede imaginar. El bordillo de la acera juega, y sólo hay fuera de banda si la pelota salta por encima de él. Los 20 espectadores que hay forman entre cuatro y seis equipos, esperando a que alguno de los contendientes meta dos goles para saltar al ruedo. Con la derrota, la espera alcanza los 50 minutos que se refrescan con amarga cerveza. Se juega con el cuchillo. Los jugadores son mexicanos, puertorriqueños, dominicanos o colombianos llegados desde todas las pizzerías de la ciudad con ganas de devolverle su rencor al balón. Lanzar un caño pisadito a uno de estos chicanos es a la vez una obra de arte y una declaración de guerra.
Y La noticia triste de la semana ha sido la de ver que el corazón de Miki Albert, el mejor goleador catalán de las categorías inferiores, daba la espalda al fútbol tras latir tan sólo durante 27 años. Metió 75 goles en tres temporadas en el Gavà y este año fue el máximo goleador de Segunda B con el Girona. Gritó con pasión cada gol y dicen que ahora no sabe qué hará con su vida.
Ojalá se marche a descansar y a vivir su luto a Central Park, donde encontrará gentes que valoran el hecho de poder perseguir un balón y quién sabe si se animará a arriesgar sus tobillos en ese templo del Street Football donde hasta el Barça ha acudido para empaparse de humildad y mala leche.