martes, 30 de septiembre de 2008

"Is that enough?"

El Espanyol quiere denunciar a Henry, a Piqué y a Messi por generar violencia con sus celebraciones. Pobres pericos, como Laporta, se descalifican solos. ¿No se han enterado de qué va el fútbol? ¿No saben cómo las gastan Tamudo o Luis García? ¿Acaso no han visto nunca a Marañón, ese goleador histórico, jugando con 60 años en la Zona Universitaria partidos a cara de perro? A sus años no ha olvidado que la celebración de un gol en según qué partidos equivale al pillaje y a la barbarie de los buenos soldados cuando ganan la guerra.
Pero claro, al Espanyol le dolió perder y acusa a Henry. Con su estrambótico gol, el 14, el hombre que hizo soñar a una generación y engañó a toda la culerada, se fue a la esquina y dio rienda suelta al demonio que lleva dentro: "Come on!! Come on!!", rugió. Puede que Dani y el resentido Pedro Tomás quieran convertir el fútbol en Wimbledon, pero se equivocan. El fútbol es grande porque desata pasiones y porque el escarnio al perdedor es legítimo y bienvenido.
El fútbol es esa locura capaz de hacer que esta Caverna perdone, aunque sólo sea por unos días, a Henry, el guerrero con pies de artista. El fútbol es ver a Henry arrasando a Zanetti como si fuera un alevín, adelantando a Carragher como un avión, es ver al hombre que tuvo lo mejor de Ronaldinho y lo mejor de Eto'o rozar la locura para celebrar un gol a su odiado Tottenham.
El fútbol es ver a Henry preguntando a la afición rival y al árbitro si con un hat trick tienen bastante. El fútbol es dejar un derby entre insultos: gràcies, Titi.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Sin venganza

Esta noche hay derby, una rivalidad grande e histórica que resucitó Tamudo hace dos temporadas hundiendo al Barça en la miseria. Ese pergamino madridista-espanyolista y presumiblemente anticatalán que es el diario As dio con el titular perfecto: "El polvo del siglo".
Uno se pregunta, cada vez que ve a Tamudo con el pecho hinchado y la mirada torva, si hay venganza posible. La respuesta, por desgracia, es negativa. Una de las grandes cosas del fútbol es que siempre concede la reválida para exorcizar a los viejos demonios. Pero en el caso del capitán del Espanyol, nunca habrá venganza posible.
A pesar de la competitividad del Espanyol en los últimos años, en que ha jugado tantas finales como el Barça, los blanquiazules juegan a otra Liga y los zarpazos de Tamudo en el Camp Nou en la noche más triste desde Atenas no van a sanar nunca. Igual que el Real Madrid nunca pudo vengarse de Pier, ni Brasil de Varela.
Pero el derby es grande, la noche, joven y la retirada de Tamudo, cercana.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Una semana para medirse

En esta caverna creemos que Rijkaard, después de París, no fue más que un jinete apocado que no supo cambiar de caballo cuando reventó al que le había llevado a la gloria. Pensó que con lo que había le llegaba para ganar otra Liga, por lo menos, u otra Champions. Laporta, con sus datos de popularidad siempre actualizándose en su despacho, también lo pensó. Y los cálculos púberes de Laporta y nuestro Muy Budista Entrenador se equivocaron, pero por muy poquito.
Algunos aún no han olvidado que la Liga 2006-2007 se perdió por goal average contra un equipo menor pero moldeado por la fiera mandíbula de Capello. Aquel Barça fue el máximo goleador de la Liga y el menos goleado, y logró el hito de no ganar el título pese a empatar con la misma banda que hoy entrena Schuster: faltó un solo y raquítico punto. Punto que perdieron contra el Betis, en el minuto 89, o contra el Espanyol, en la noche más negra desde Atenas, con el tiempo cumplido.
En la semana en que Gijón vio a un Barça voraz, tocador y con instinto asesino, ha querido el calendario que nadie lance las campanas al vuelo y sencillamente nos limitemos a medir a este equipo comparándolo con el de Rijkaard: en sus últimos dos años, el Barça sólo ganó una vez al Betis en cuatro partidos, en los dos últimos años, el Espanyol ejerció de bestia demoníaca, de cancerbero tricéfalo e imbatible.
A Rijkaard no le gustaba comparar a sus equipos -a menudo habría salido ganando- pero eso es lo mejor que puede hacer el barcelonismo esta semana: medir qué son capaces de hacer los chavales de Guardiola, cerrar los ojos y jugar a la quiromancia y tratar de augurar de qué seremos capaces en abril y mayo, cuando de verdad un partido puede engrosar un palmarés o convertirse en una derrota que será recordada para siempre como la que nos costó un título.

viernes, 19 de septiembre de 2008

La Intertoto League

Bate Borisov, Basilea, Aalborg, Anorthosis y Kluj. Estos son algunos de los invitados a la competición de clubes más importante del mundo, la más deseada por los futbolistas inmediatamente después del Mundial. Su presencia no es ninguna deshonra para la competición, pues el exotismo de los equipos siempre fue una de los atractivos de la Copa de Europa. Lo que es una auténtica desgracia es el modo de competición, con una Liguilla que limita al máximo las posibilidades de sorpresas y convierte los tres primeros meses de competición en un anodino trámite.
¿Qué queda de aquella vieja Copa de Europa, que con sólo mentarla ya ponía la piel de gallina? Su atractivo se basaba en la calidad de los equipos -sólo campeones, recordemos- pero también en un sistema de eliminatorias que convertía los partidos en un derroche de vértigo y adrenalina. Para emocionarse hoy hace falta caer en un "grupo de la muerte", o estar rematadamente mal en los dos primeros partidos, o limitarse a escuchar el himno de la competición, basado en la obra de Handel Zadok the Priest.
Si el fútbol es un deporte tan grande, es porque lo pueden jugar enanos patizambos como Romario o Agüero y porque cualquier equipo puede ganar un partido por humilde que sea. Si no se recupera esa máxima y se siguen protegiendo las audiencias de los octavos, cuartos y semifinales, esta competición acabará siendo un Teresa Herrera de lujo. La Copa de Europa, la que más ha hecho llorar a generaciones de culés, merece mucho más.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Jarabe de palo

¡Qué bello despertar el lunes y verse 15º, en la noble compañía de Betis, Athletic, Mallorca y Málaga! ¡Qué bonita forma de comenzar la Liga tras tres meses de pesadilla sin fútbol! ¡Qué hermoso ver al Espanyol líder! Esta caverna no ha perdido el oremus a pesar de sus esfuerzos en esta dirección durante el fin de semana: las derrotas en septiembre son una bendición del cielo siempre y cuando no turben la mente de los dirigentes.
Recuerdo una conversación con cierto sabio a quien se ha hecho habitual ver sonriendo junto a Guardiola en cada entrenamiento, que aseguraba, convencido, que nada mejora tanto a un equipo como el linchamiento mediático tras las derrotas. "Cuantos más palos, mejor: se junta el equipo y cada cual saca el orgullo". El propio entrenador, que suma un gol en los últimos tres partidos oficiales, ya avisó antes del partido qué esperaba en caso de no ganar. "No pasa nada, saldré aquí a que me deis de hostias". No lo decía con miedo, lo decía sabiendo que eso ayuda.
Este deporte no entiende de impaciencias y se cuece en primavera. Los campeonatos se ganan entonces, siempre y cuando no se llegue al final de la primera vuelta realmente descolgado. Eso no ocurrirá, y menos viendo la sabiduría con que el entrenador trabaja a largo plazo. La presencia de Pedro, Hleb, Piqué y Busquets en el campo ayer fue un aviso de que sólo jugará el que llegue mejor al partido, el que más haya entrenado. Eso puede costar puntos en otoño, pero da títulos en mayo.
Lo único preocupante del partido fue ver que la suerte nos da la espalda -a la larga, la fortuna siempre se iguala- y constatar que falta gol. Cruyff y Txiki no ficharon el pasado verano, ellos sabrán por qué. Pero a este proyecto joven y tierno le conviene aprender a sufrir.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Capitán alegre, capitán triste

La semana se ha llevado por delante a Segarra, el hombre por quien se inventó aquello de "El gran capità", el que para algunos es el mejor jugador de la historia del Barça, el hombre que capitaneó al Barça más triomfant de siempre en la temporada 51-52, la de las cinco copas.
Juanito era un sumo sacerdote de las normas del vestuario, un integrista de los códigos internos y un ganador irreductible. Su utilidad sobre el terreno de juego le llevó a estar en el top 5 de los jugadores que más partidos han disputado de azulgrana -donde, por cierto, está Rexach, ese perdedor impenitente-, podía jugar en varias posiciones y el gran Helenio Herrera le dedicó el siguiente piropo. "Nunca tuve un capitán con la dedicación, humanidad y calidad de Segarra. Hacía tanto trabajo que cuando me fui al Inter necesité tres líderes como Fachetti, Suárez y Mazzola para hacer el trabajo de Segarra".
El mito que nos ha dejado hizo posible que la generación del fútbol en PPV y por cable oyera hablar de tipos como Kubala, Kocsis o Basora. Él hacía el trabajo sucio, tiraba del carro con buen humor y ambición de ganar. En la dedicatoria con que se despidió en su funeral, aparece un capitán de mandíbula cuadrada y mirada fija, alguien temible que me ha hecho pensar en Puyol. Sólo un detalle les separa, y eso es la sonrisa.
Puyol es un capitán dedicado, un futbolista superprofesional, un obseso de la talla de Raúl en el Madrid, pero nunca supo sonreír. Ya lo vio Guardiola cuando era jugador y supo que un tal Puyol del filial se negaba a irse cedido al Málaga. "A éste no lo echarán ni a cañonazos". El cinco del Barça es un ejemplo de humildad y de ambición que, sin embargo, adolece de la principal cualidad de un capitán, ése don de los cielos llamado carisma.
Cruyff le criticó sin piedad la semana pasada, acusándole de ser el gran culpable de que el clan de la caipirinha pasara de celebrar de noche sus victorias a ahogar en alcohol sus ausencias del césped. En esta caverna estamos de acuerdo. Puyol, como buen catalán, tiene esa enfermedad que es la sobriedad, y a un brasileño, a veces, no se le gana con el ejemplo del madrugar diario, sino con un baile con los calzoncillos por montera.
De hecho, el gran capitán del difunto equipo de Rijkaard, en gloria esté, no fue Puyol, sino Ronaldinho. Sus compañeros se hartaron de explicar cómo les motivaba en el vestuario, cómo lo contagiaba de alegría y carcajadas, cómo rezaban con él para ganar, cómo les abrazaba antes del partido recordándoles que 1)estaban en el mejor equipo del mundo y 2) que si todo iba mal, él estaba de su lado.
El mismo reconcentrado autismo que asola a Puyol -recordemos que los sociópatas Tamudo y De la Peña se cuentan entre sus mejores amigos- es un mal de otros aspirantes al brazalete. Xavi o Iniesta no aportan valores que no tenga el capitán, al margen del de saber jugar con el balón en los pies. Y ése es un problema, el de la falta de entusiasmo y alegría, que debe tratar Guardiola, porque un vestuario noble pero triste está condenado al fracaso.
De Segarra a Puyol han pasado cuatro décadas. Y es curioso cómo la historia recordará al primero, que se fue entre las brumas del Alzheimer, como un hombre que transmitía optimismo ante cada tormenta, y al segundo como un sufrido labrador que ni en lo más alto de su carrera supo esbozar el gesto futbolístico fundamental: la sonrisa.

martes, 2 de septiembre de 2008

Viva Soria

Los debuts no se inventaron para perder en Los Pajaritos. Los debuts sirven para soñar, para imaginar al equipo campeón, predecir victorias épicas en grandes estadios, para aterrorizar a los rivales. Los debus sirven para lanzar las campanas al vuelo y pensar que Henry aún tiene 27 años y que el Barça ha aprendido a atacar defensas cerradas 16 años después de enfrentarse al entrañable Viking Stavanger.
Pero el Barça tiene una plantilla con menos extremos que la del Real Madrid -un nuevo mérito de Txiki, que combina su sabiduría futbolístia con una asombrosa torpeza a la hora de sondear el mercado- y se atasca y arrastra la falta de puntería del pasado año con, recordemos, dos delanteros menos que entonces.
Sin embargo, no es de extrañar lo que ocurrió en Soria. Ese terruño áspero y frío vive nueve días grandes al año: la semana de los Sanjuanes, y las visitas de Barça y Real Madrid. Sus gentes se crecen, el equipo lo nota y esto es fútbol, no béisbol. En plena resaca por semejante inicio de campaña tras tres interminables meses a agua, pan y roja, he recordado dramáticas visitas al río Duero a su paso por Soria. Acudí con los intestinos cargados, la cabeza espesa y los ojos hinchados, la charanga metida en la cabeza y una máxima en la boca: "Viva Soria, joder".
Este Barça neonato necesita tiempo y mucha humildad, así que bien haría de repetirse lo mismo durante la eternidad que falta hasta que vuelva la Liga.