miércoles, 25 de febrero de 2009

Miedo

No es por masoquismo. O eso queremos creer. Pero lo cierto es que anoche, por primera vez en muchas semanas, el barcelonismo disfrutó de un partido de fútbol en que no faltó el principal ingrediente: el miedo. Miedo a un rival que por agresividad, ocasiones y fútbol, mereció más. Miedo a un Barça barbilampiño e inocente, que de tanto arrasar, casi se había olvidado de competir. Y miedo a una competición grande, en que el menor tropiezo se paga con la eliminación.
Guardiola confesó tras el partido que estaba encantado. Sutilmente, sin estridencias, culpó a algún jugador, y dijo que cuando alguien no cumple, el colectivo lo paga. Hoy habrá sido un día duro para los futbolistas señalados. La cólera de Pep es cosa terrible, según cuentan. Márquez podría ser el señalado por transmitir sus nervios y falta de concentración a Piqué y Valdés. O Busquets, por no ofrecerse y no auxiliar a Xavi a la hora de crear. O Henry y Messi, secos en ataque y apoltronados en defensa.
Hay que agradecer a este Olympique de Lyon que devolviera al Barça a la Tierra, que a base de planchas y garra le pusiera ante el espejo, que le hiciera dudar. Que nos hiciera sentir el miedo a los abismos europeos que tanto han martirizado a este club.

domingo, 22 de febrero de 2009

Pánico y desinformación

Una pesadilla me ha atrapado esta noche, tras el trance perico, y he amanecido sudando y pensando en el próximo rival del Barça. Durante todo el día he consultado en la prensa deportiva si estaba justificado mi miedo. Con un breve repaso he inventariado las virtudes que se le suponen al Olympique Lyonnaise, multicampeón francés, y he constatado que los expertos señalan como su mayor peligro a su codiciada estrella: Benzema.
Ocurre con el nueve de Francia que a personas que tengo en alta consideración les parece un fenómeno, un nuevo Henry, un crack. Otros, por contra, le consideran un Huntelaar, y me recuerdan sus números de este año: 13 tristes goles en Liga. He pensado en Julio Maldonado, Maldini, en Marquinos López, de Futbolitis. Paraprofesionales con método, bases de datos ambulantes. Sin duda, el primero sabe cuántos goles metió de cabeza en su primer año como alevín. El segundo tendrá informatizados todos sus movimientos para ganar la espalda a los centrales. El negocio de ambos se basa en eso, en descubrir secretos y encontrar atajos hacia la verdad. En explicar a los hinchas si vale la pena ilusionarse con un fichaje o si hay que temer al extremo zurdo de un rival europeo al que nunca se ha visto jugar.
Ni siquiera ellos merecen crédito cuando nos hablen de Benzema o de cualquier otro, por más que estén cargados de razones, datos y horas de visionado. Porque los futbolistas no son más que partes de un equipo que no funcionan solos. Porque hasta los mejores tienen noches aciagas, y porque parte del encanto de la Copa de Europa de siempre es encontrarse a rivales que son temibles por desconocidos. Y porque esto seguirá siendo fútbol, el absurdo y grandioso deporte en que al Barça sólo le han ganado dos colistas como el Numancia y el Espanyol.
¿Demos temer, pues, a Benzema? Mucho: observen su mirada. Es la de un hombre que desayuna niños.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Proto exfutbolistas

Entre los especímenes más tragicómicos del mundo del fútbol destaca el del proto exfutbolista. Nadie piense que con este nombre me refiero a aquellos veteranos que apuran sus últimos latidos futboleros -ahí está Van der Saar, en el United, campeón de todo y a punto de lograr un récord histórico de imbatibilidad- ni a los que han sufrido gravísimas lesiones -esta semana hemos visto la emotiva vuelta al césped del gunner Eduardo, que ha vuelto a golear tras una lesión brutal que muchos creyeron que le apartaría del fútbol-.
He pensado sobre los proto exfutbolistas a cuenta del único amigo que jamás tuvo Samuel Eto'o en el vestuario del Barça. El único tras cinco años en la casa. Se trataba de Gerard López, el hombre que tiró su carrera por la borda al firmar un contrato made in Gaspart, el que aspiraba a ser millonario y ni siquiera llegó a pensar en ganar un día el Balón de Oro. Por algún extraño motivo, este chaval atractivo y bon vivant congenió con Eto'o durante el tiempo en que coincidieron. El uno tenía una única virtud, el hambre, el otro perdió lo único que distingue a un futbolista profesional, la ambición. El exceso de esto último convierte a Eto'o en un hombre sin remedio, alguien capaz de dejar este Barça memorable porque la gente no le quiere lo bastante, porque somos ciegos a sus litros de sudor, porque creemos que el bueno es Messi, porque no le dan el Balón de Oro por negro, etcétera.
En favor de Eto'o hay que recordar la máxima de Golobart: “Los grandes campeones siempre han poseído ese punto de exceso de autoestima que los sitúa en cierta manera por encima de los demás". En favor de Gerard, no hay nada.
Más de ocho años después de llegar al Barça como una superestrella, ayer fichó por el Girona, donde es de esperar que siga siendo el jugador que ha sido en su último equipo, el Recreativo de Huelva: un eterno suplente. Este tipo de ruinas balompédicas suelen gestarse al amparo de contratos millonarios. Hoy mismo, As recoge en mundial exclusiva que Di Stéfano recomendó a Drenthe que se "corte el pelo y se quite esos pendientes". Suponemos que Don Alfredo le ha dado este consejo por no darle uno mucho más útil, algo así como "si no quieres ser futbolista, déjalo, mete el dinero en el banco y hazte gogó de discoteca".
Para él, para Gerard y para todos los proto exfutbolistas dejó escrito un epitafio Dante en sus infiernos: "No tienen éstos de muerte esperanza, / y su vida obcecada es tan rastrera, / que envidiosos están de cualquier suerte. / Ya no tiene memoria el mundo de ellos, / compasión y justicia les desdeña; / de ellos no hablemos, sino mira y pasa"

sábado, 14 de febrero de 2009

El Barça que viene

Del manual del Doctor Funesto Culé: Efectos no deseados del trabajo bien hecho:
1) La visita al Ruiz de Lopera, donde el Barça sólo ha ganado una vez en un lustro, se presenta como un trámite.
2) La condescendencia y compasión con el prójimo alcanza el pernicioso extremo de que nadie hace mofa de los excesos nocturnos de los jugadores del Espanyol.
3) Las misteriosas rutas por Asia de Laporta no producen estupor ni levantan sospechas.
4) Hemos olvidado definitivamente que en esta plantilla había un jugador que lucía el 3 y respondía al nombre de Milito.
Del libreto de La Feina ben feta no té fronteres.
1) Txiki, ese hombre que sabe de fútbol y que a pesar de ello fichó a Maxi López, Albertini, Van Bommel, Ezquerro o Thuram, podría dejar la secretaría técnica este verano. Llegado ese momento, habría que encontrar una nueva marioneta para Darth van Vader.
2) Los primeros nombres que han sonado hablan de que este equipo no cometerá los errores de Txiki y Rijkaard en el pasado: se ha especulado con Villa -el nueve soñado es Torres, Agüero también triunfaría- y con Van Persie, Ribéry o Silva. ¿Qué prueba eso? Que Guardiola es un señor sensato que sabe que Eto'o y Henry tienen que saltar este verano. Que lo hagan como campeones de todo. Retoques como un lateral (Lahm) o un central (Bruno Alves) serían muy bienvenidos. Hagan sus apuestas y no olviden encontrar nuevos entetenimientos si les aburre esta aburrida marcha triunfal liguera.

domingo, 8 de febrero de 2009

La Caverna: año I

Dice el calendario que esta caverna cumple hoy un año. Nació en una triste y esperanzada noche en que el Barça ganó a Osasuna 1-0 con un gol en el último suspiro que convenció al iluso que os escribe de que la Liga era nuestra.
Si consultáis las entradas más antiguas, veréis que aquella no fue la única mentira de este blog. Pero en el camino también han quedado algunas verdades, algunas historias que valía la pena contar: el naufragio de la Era Rijkaard, el adiós a Ronaldinho, la llegada de Guardiola, los nuevos cracks, la locura de este equipo que cuenta los partidos por victorias. Han quedado días tristes y días felices, diálogos futboleros con los fieles de siempre -gracias Gonzalo, Diego, Marc, ya sabéis que este humilde rincón no sería nada de no ser por vosotros-. También ha habido sorpresas como las visitas que llegan desde la otra punta del mundo -no es una forma de hablar: además de mi corresponsal en Asia, por lo visto hay cavernícolas en Inglaterra, México, Alemania, Uruguay, Colombia, Venezuela o Turquía-.
Para celebrar este aniversario, hoy me he acercado al Camp Nou con un amigo a ver la sumaria consecución de tres puntos más. El partido no ha dado para mucho, pero sí para recordar la enormidad del terreno de juego. Ya saben, 105 metros de largo por 68 de ancho: 7.140 metros cuadrados en los que cabe todo. Allí, colgado sobre el verde, he recordado una frase de Candido Cannavò, en que quitaba importancia a las victorias y a las derrotas para concedérsela al deporte en sí: "El momento de la competición es verdadero, de fatiga y de dolor. Eso no cambia, es inmortal".
Espero, en este segundo año que se antoja lleno de éxitos, no olvidar sus palabras.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Gol al Alzhéimer

Alguien escribió, a cuento de los premios y las distinciones en el fútbol, que los jugadores tienen alma de chatarrero y espíritu de pirata. Por algún extraño motivo, les emociona ganar el Balón de Oro y les deja fríos el FIFA World Player. El primero lo conceden los corresponsales de France Football y el segundo, los entrenadores y capitanes de todas las selecciones del mundo. Y sin embargo, es el primero el que les arranca las lágrimas, mientras que al segundo le destinan una sonrisa complaciente.
Otro ejemplo es el veraniego Teresa Herrera, que por su atroz tamaño es considerado en muchos rincones de Suramérica un título oficial. Qué decir de las incalificables clasificaciones de la IFFHS, que mes a mes concide distinciones estrambóticas y a menudo inexplicables. Un debate más serio exige estudiar por qué el Mundial se considera la competición más grande del mundo, cuando el nivel del fútbol de selecciones está cada vez más lejos del de los clubes, convertidos en onces de estrellas planetarias. Los sentimientos nacionalistas exacerbados lo explican sólo en parte: la verdadera razón de que el Mundial sea el título por excelencia está en que no hay un solo jugador en el mundo -Oleguer al margen- que no haya soñado con levantar ese título como hicieron Pelé o Maradona.
Las ganas de perdurar, de dejar su nombre en la historia, son lo que mueven a los grandes jugadores. Saben que cuanto más metal haya en las vitrinas de su casa, más años durará su recuerdo. Que cuantas más distinciones ganen, más tiempo saldrá su nombre en las tertulias de los bares. Cuando vi a Messi celebrar el gol 5.000, el de la remontada en Santander, no tuve ninguna duda de que le hacía ilusión esta circunstancia.
La semana le ha dado la razón: han aparecido nombres exóticos y remotos como Marco Aurelio -marcó el gol 1.000- y Zaballa, autor del 2.000 para desesperación de Zaldúa, que marcó antes y después que él. Hemos recordado que un día el Camp Nou veneró a una máquina de golear llamada Quini, que hizo el 3.000 y cuyo partido de homenaje pude presenciar entre ríos de lágrimas, conscientes de que la escenografía del Camp Nou equivalía aquella noche a un entierro. Hemos rescatado a Amor, quinta esencia de las virtudes de La Masia y de la bonhomía, de quien años después aún dicen esto los que vivieron en el Dream Team: "Siempre se hablaba de Guardiola, pero el Guillermo era per sucar-hi pa".
Si mil goles ligueros equivalen a una década y éstas pasan a la memoria por sus goleadores más certeros, está claro que dentro de cincuenta años los ancianos que queden para verlo recordarán con ilusión a esa pequeña maravilla llamada Messi que voló como un avión por encima de un lateral que le sacaba una cabeza, resistió un penalti y se propulsó como sólo él sabía para empalmar de volea cruzada un golazo al Alzhéimer.

domingo, 1 de febrero de 2009

House es del Barça

Las fotos de los equipos campeones con su copa recién ganada nunca son de felicidad completa. Aparece gente exultante, pero el aficionado siempre descubre, como quien busca a Wally, a errores de la secretaría técnica (Van Bommel, Gabri, Maxi López, etc.) y a perfectos desconocidos. Por desgracia, éstos no suelen ser gente como Justin Cole, de los que se cuelan aprovechando el cachondeo general (http://www.sport.es/default.asp?idpublicacio_PK=44&idioma=CAS&idnoticia_PK=486359&idseccio_PK=1032), sino la hueste de empleados del club.
En realidad, que esta gente aparezca en las fotos de los triunfos es de justicia. Cuando las matemáticas permitan al Barça celebrar el título de Liga este año, hay un personaje de nariz aguileña que merecería agarrar el trofeo junto a Messi y Alves. Se llama Lorenzo Buenaventura y es uno de los grandes culpables de la temporada del equipo. Él es el preparador físico que fichó Guardiola a instancias de Seirul·lo, que sigue siendo el jefe del área.
Este gaditano es un personaje muy conocido entre los personajes del fútbol. Desde hace años, su consulta recibe a futbolistas de todos los países en busca de un milagro. Hasta las estrellas del Milan acudieron a él, huyendo del hospital de Milanello, para recurrir a sus manos milagrosas. Buenaventura les dedicaba cinco minutos apretaba el músculo dolorido, les arrancaba una lágrima y acto seguido, les echaba: "Vuelve la semana que viene", decía. La misma respuesta la recibían los que jugaban en su Cádiz y los que cogían varios aviones para verles. Pero todos repetían con el milagrero andaluz.
Pero ni su fichaje por el Barça, ni las llegadas de un cuarto preparador físico (Altimira), un fisiólogo (Gorostiaga) y otro médico (Medina) habrían bastado si Guardiola no se hubiera sacado de encima a uno de los mayores lastres del pasado que había en el vestuario -y no hablamos de Deco-. Se trata del doctor Tramullas, antiguo jugador de básket, que llegó al cargo impuesto por el Todopoderoso Johan. Las críticas a su profesionalidad eran habituales en el seno de la plantilla. Contaban de él que no tenía ni idea de recuperar lesiones, pero que le servía a Cruyff de topo en el vestuario y que además de cultivar su bronceado de playboy, hacía lo propio con sus relaciones con los jefes: cuando Rijkaard o su señora tenían que ir de compras al Corte Inglés, ahí estaba el médico del primer equipo para ejercer de guía y camálic.
El año pasado, con él en el área, a estas alturas había habido 36 lesiones en el primer equipo, 12 de ellas graves, de más de un mes de duración, que afectaron a gente como Eto'o, Messi, Puyol, Touré, Henry, Deco o Ronaldinho. Este año ha habido 21 partes de lesión, pero sólo tres han sido graves (Iniesta, Hleb y Abidal).
A veces, para que los futbolistas se crean su trabajo, lo primero es rodearles de un equipo de gente a la que respeten. Por eso Buenaventura se merecerá estar en una foto entre chorros de cava y muecas contorsionadas por los cánticos de victoria. Por eso a Tramullas nadie le echará de menos.