sábado, 29 de enero de 2011

Sobre los perdedores

-¿Qué les has dicho a tus compañeros?
-Nada, que perdiesen tiempo.
Sotillos, capitán del Real Madrid Alevín.
Ahora se ha cumplido un mes del Torneo Brunete. Lo ganó el Barça, claramente inferior a La MiniBanda, tras empatar a cero y ganar por penaltis. Pero más que la final me impresionaron las palabras de su capitán, un central tremendo llamado Sotillos, en la semifinal. "Que perdiesen tiempo". Dicho con esa naturalidad, con esa convicción absoluta, de boca de un alevín.
Aquel chaval me ha hecho pensar en la cultura de la derrota que se ha instalado en la Casa Blanca. Las columnas de diversos articulistas así lo reflejan, una vez superado el prolongado soufflé mourinhista. Y uno piensa que no son sólo títulos y récords lo que ha logrado este Barça de las manitas. También hay un daño psicológico irreparable al eterno rival. Por primera vez han conocido el miedo, un azote que el Barça padeció durante décadas y que superó de la mano de este equipo irrepetible.
Y de este miedo quería hablarles. El extraordinario Retratos y encuentros de Gay Talese incluye el relato El perdedor. Es el perfil de Floyd Patterson, en su tiempo campeón del mundo de los pesos pesados. Talese le conoció cuando ya no era el mejor, en la derrota: "Pero Patterson, que tiene sólo 29 años y apenas un rasguño, se niega a creer que está acabado. No puede evitar pensar que fue algo más que Liston lo que le destruyó: una fuerza extraña, psicológica, tuvo también que ver; y a menos que pueda comprender cabalmente qué fue y aprender a manejarlo en el cuadrilátero, no sería capaz de vivir en paz en ningún sitio, salvo al pie de esa montaña. No será capaz nunca de desechar las patillas y el bigote falsos que, desde que Johansson lo venció en 1959, lleva consigo en un pequeño portafolios a cada pelea, de modo que se pueda escabullir lejos del estadio dado el caso de perder".
Con siete puntos de ventaja uno piensa que no es la aritmética lo que da la Liga al Barça. Es la excelencia propia y el miedo ajeno. Es el pequeño Sotillos pidiendo la hora. Es Mourinho preguntándose qué tal le sentarían unas patillas y un mostacho falsos.

jueves, 27 de enero de 2011

Cola de león

Es cierto que Seydou Keita ganó una vez un Balón de Oro de un Mundial sub 20. Es cierto que se llevó el galardón por delante de gente como Ronaldinho o Xavi. Pero Seydou es un tipo sensato y sabe perfectamente que en este Barça su rol no es otro que el de hacer de fondo de armario.
Jugadores de su nivel son claves en este Barça, porque nadie aguanta jugarlo todo -y La Banda tarde o temprano pagará por ello- y porque además no genera mal ambiente pese a sus eternas suplencias. Hubo un tiempo, jugaba en Francia, que este volante zurdo podía acabar una temporada con 11 goles, a lo Deco. Hubo un tiempo, en el Sevilla, en que podía meter tres goles en una sola edición de la Champions. En que podía hacer barbaridades como ésta.
Fue su otra vida. Seguramente su autoestima actual está muy por debajo de la de entonces. Sabe que la afición remuga cuando ve aparecer el 15 en el luminoso. Sabe que su culo se ha cuadriculado y sabe que los que le cierran las puertas de la titularidad le dan mil vueltas.
Pero claro, el Barça también compensa. Porque forma parte de un equipo que lleva dos años y medio haciendo historia. Porque las primas que se cobran por título son una cosa seria. Y porque en ningún otro lugar del mundo, en ningún otro club, jamás de los jamases, podría haber soñado con recibir asistencias como las que le han dado en la última quincena Iniesta y Messi.
Ya lo saben: si tienen vocación de roedor, pregunten primero al bueno de Seydou.

viernes, 21 de enero de 2011

La 'messinha'


Parte del encanto de Messi radica en la sencillez absoluta con que ejecuta su fútbol. Su estilo es tan de calle, tan desnudo y falto de adornos que ya casi creíamos que iba a pasar a la historia como el único crack sin un gesto técnico marca de la casa.
Pues bien, no es así: igual que Laudrup e Iniesta son sinónimos de croqueta; Ronaldinho bordó la elástica, su clásica media bicicleta en carrera y maravillas asombrosas como ésta, o ésta, o ésta otra, e incluso ésta; Romário será recordado por su cola de vaca y esa cintura que seccionó, por sus vaselinas, sus remates con el exterior del pie derecho. Zidane, Rivaldo, todos los grandes tuvieron una especialidad. Hasta Judas tuvo la suya.
¿Y nuestra Bestia Parda, esa fuerza de la naturaleza a quien sólo le interesa llegar al gol? Podría argumentarse que su cambio de ritmo es único, sería cierto, que sus caños son letales, o su forma de superar rivales perfilando su zurda. Pero eso no son gestos técnicos puros. Tras años de gozosa observación, hemos dado con la messinha: se trata de un gesto made in Rosario con que amaga el disparo ante los porteros. En pleno vértigo hiperespacial, levanta la mirada, observa a su adversario y carga su peso exageradamente sobre su zurda para disparar. Pero el chut no llega, es sólo una finta con que desequilibra al portero y hace inútil su esfuerzo por cerrar espacio. Consumado el engaño, entonces sí: otros dos pasitos y cap adins. ¡Voilà, la messinha!
Les dejo con ella, afinen la vista que a esa velocidad cuesta disfrutarla. Por lo demás, verán que se llevan bien: ha sido parte de sus vidas durante algunos años ya y suele ser la antesala de grandes alaridos.
La última, al Betis. Otra más clara, al Sevilla. Contra el mismo rival, esta vez parado. Y una para enmarcar, a la Fundación de Ayuda a La Banda. Y lamentando el exceso de links -he sido apercibido, me redimiré- no puedo evitar adjuntar la messinha al Zaragoza y otra memorable a Casillas.

lunes, 17 de enero de 2011

Romário era tonto

En el ecuador de la temporada y ya sabemos que lo que hemos visto es la rehostia. Ahora se aprecia el sabio trabajo de Guardiola en verano. Es posible que no acierte una en los fichajes, pero desde luego, siempre es más importante lo que se poda que lo que llega. Y sin Henry, Márquez, Chewbacca, Ibra ni Touré se ha mejorado lo que ya parecía el absoluto súmmum.
Incluyo las estadísticas hasta ahora, pero no se dejen influir por los números: vienen a decir que difícilmente veremos cosa igual en esta encarnación. Detalles importantes: el año pasado a estas alturas La Bestia Parda había logrado 22 goles y nueve asistencias. Este año quiere demostrar que Romário era tonto y Ronaldo, un mierda, Rivaldo, un ladrón y Ronaldinho, un farsante: acumula ya 31 goles y 16 asistencias. La friolera, que diría el maestro. Ha incrementado su rendimiento un 50% -porque está en estado de gracia y porque recordemos que en la primera mitad de la pasada temporada aún no jugaba por el centro-.
Luego está lo de Iniesta. Al final de la primera vuelta de la pasada campaña no había marcado y había aportado sólo cuatro asistencias. Este año entre lo uno y lo otro ha aportado 15 tantos y por fin pone cara de loco cuando falla ante el portero. El increíble Pedro pasa de los 18 del año pasado a 25 éste, mientras que Villa suma 21 y se queda a sólo a un punto de Ibra (aunque todo apunta a que acabará el año por encima del sueco). Otros cracks asombrosos como Alves o Xavi mantienen su nivel y en defensa se empata con el año pasado: exactamente 18 goles encajados, aunque el pasado año hubo más partidos que éste.
Aquí queda el recuento -el sistema de recuento estadístico es privado, insólito y dudoso, pregunten lo que no entiendan- pero sobre todo queda una conclusión: perderse un sólo minuto de esta gente que cabalga hacia todos los títulos es un pecado.
Goles
Messi 31
Pedro 16
Villa 16
Iniesta 6
Bojan 4
Xavi 3
Alves 2
Keita 2
Ibra 1
Piqué 1
Busquets 1
Puyol 1
Maxwell 1
Nolito 1
Milito 1
Jeffren 1
Fontàs 1
Víctor Vázquez 1
Abidal 1
PP 2
Asistencias
Messi 16 (1SP)
Pedro 9 (1PP)
Iniesta 9 (1P)
Alves 9
Xavi 7
Villa 5
Maxwell 4 (1PP)
Thiago 3
Bojan 2
Adriano 2
Busquets 1
Abidal 1
Keita 1
Mascherano 1
Fontàs 1
Cagadas con resultado de gol en contra
Piqué 2’83
Puyol 2’83
Abidal 2’5
Valdés 2
Milito 2
Sergi Gómez 1’5
Alves 1
Bartra 1
Villa 1
Jonathan 0,5
Thiago 0,5
Xavi 0,5
Maxwell 0,5
Iniesta 0,33

jueves, 13 de enero de 2011

Afellay, el mito

"Nadie se acordaba de lo que pasó en Chile en 1962. Seis años después de que Marshall McLuhan publicase 'Comprender los medios de comunicación', tres cuartas partes de la población de Inglaterra tenía una idea tan clara de Pelé como la que habían tenido de Napoleón 150 años antes"
Nick Hornby, Fiebre en las gradas.

Daños colaterales de la Edad de Oro Azulgrana: llega un fichaje exótico y se le da el mismo trato que en su día se dispensó a Christanval. La más absoluta indiferencia es lo único que ha recibido el pobre Ibi Afellay desde que llegó al Camp Nou hace tres semanas. ¿Y quién iba a fijarse en Lina Morgan cuando tiene a Giselle en su cama? Gente seria, los barcelonistas.

La silenciosa llegada de este delantero holandés -estrella del PSV como en su día lo fueron Koeman, Van Nistelrooy o Cocu- es un buen síntoma y tiene además la virtud de resucitar los tiempos románticos en que los fichajes extranjeros eran esperados con ilusión y el más absoluto desconocimiento. Vean qué decía Gregorio Morán cuando el Oviedo fichó a Amarilla y Romero: “¡Dos paraguayos! Los únicos paraguayos conocidos en el mundo asturiano eran unos frutos muy jugosos, de la familia de los melocotones, que costaba pelar y que luego se comían a bocados, dejando siempre un reguero de jugo que cruzaba la barbilla, lo que daba impresión de golosería y mala crianza. ¡Al fin aparecían en Asturias, capital Oviedo, dos paraguayos no comestibles! ¿Y cómo serían los paraguayos-personas? Había expectación por ver a los primeros paraguayos con pies de nuestra vida; unos pies de oro, a juzgar por las esperanzas que despertaban”.

Y piensen también en los entrañables y sombríos tiempos de los VHS de Núñez, en las falacias de los vendedores de burras tipo Minguella... De verdad, es bonito renegar de los nerds futbólogos e ignorarlo todo sobre Afellay. Todo excepto lo que ha mostrado en tres ratitos: timidez, torpeza e imprecisión. No desesperen: disfruten de Afellay, el mito, antes que llegue Afellay, el jugador.

miércoles, 12 de enero de 2011

Un premio a la altura del fútbol

Artículos como el muy recomendable "Una votación grotesca" de El Mundo confirman que la FIFA sigue siendo muy poco de fiar. En el primer año en que el sombrío organismo de Blatter se inmiscuye en este premio, la UEFA ha anunciado que no quiere saber nada del asunto en el futuro. Por vergüenza, es de suponer. Este año ha salido gente para decir que no, que ellos no están locos y que en ningún caso votaron a Sabi, sino a Hernández. Ha habido grandes selecciones que por misteriosas razones no han votado y federaciones ínfimas, que en algunos casos ni siquiera tienen clubes, que votaron a Messi.
Ya en 2006, cuando Cannavaro robó el FIFA World Player a Ronaldinho, aparecieron seleccionadores y capitanes a declarar que ellos habían votado de forma distinta a lo que apareció. ¿Era mejor el sistema tradicional del Balón de Oro? Pues tampoco: estaba en manos sólo de los periodistas, ustedes ya entienden lo que quiero decir (Sammer, Nedved o Cannavaro pueden dar fe). Pero muy en la línea de lo que hemos declarado en otras ocasiones, lo que de verdad legitima este premio es que los jugadores sueñan con ganarlo. Exactamente lo mismo que ocurre con el Mundial de fútbol, probablemente la competición más corrupta del planeta. Ya saben qué pensamos de la justicia en este foro: ni está ni se la espera y además nos da igual; la arbitrariedad y los robos ayudan a hacer del fútbol una religión apasionante.
Y además, qué demonios: Messi ya tiene dos. Es el primero que los consigue de forma consecutiva desde que el premio se abrió a jugadores de todo el mundo en 1995. Ronaldo, a quien le regalaron el de 2002, también tiene dos. Para buscar gente a su altura hay que remontarse a los tiempos antiguos y uno encuentra a los plusmarquistas tripitidores Cruyff, Platini y Van Basten, y a Keegan, que tiene un par de ellos. Leo, nuestra Bestia Parda, el que nos hace felices una docena de veces cada semana con su astucia, su sabiduría, su velocidad y sus goles. Suyo es el fútbol.

domingo, 9 de enero de 2011

La profecía rota

Que Messi no hubiera ganado el Balón de Oro habría sido una injusticia atroz; que no lo haya ganado Xavi nos llena de tristeza. Pero en este foro tampoco podemos alegrarnos de que el ganador no sea Iniesta. Entre otras cosas, porque debía cumplir una profecía. Tal y como se temen, hoy, ¡autobombo!
Sabrán perdonarme: en un tiempo en que aún me dirigía la palabra y me miraba sin rastro de sospecha, le pregunté a Iniesta si se veía capaz de ganar el Balón de Oro. Se rió ante la ocurrencia pero acabó por admitir -en una entrevista publicada en El Mundo- que podría lograrlo si metiera entre 15 y 20 goles. Cosa de la que, dijo, se veía capaz. Iniesta era entonces un futbolista de detalles, alejado del fútbol torrencial de Ronaldinho, que entonces era la referencia mundial.
Era noviembre de 2006 y ni siquiera era titular. Jugadores como Oleguer, Van Bommel, Edmilson, Márquez o Giuly jugaban más que él. En ese contexto escribí estas líneas bajo el título El Ángel Exterminador:
"Nada hay tan excitante en el mundo del fútbol como la irrupción de un nuevo talento. Cuando aparece un joven prometedor, el césped adquiere electricidad y un cosquilleo colectivo anuncia la llegada del Mesías. El ojo del espectador aún no está acostumbrado a los movimientos de la estrella en ciernes y se aplaude cada detalle. El fútbol, en esos casos, adquiere la magia de la primera vez.
¿Cuánto tiempo se sorprendió el Camp Nou con Romário, después de debutar con tres antológicos goles a la Real Sociedad? Un suspiro, lo mismo que tardó Ronaldo en quitarse la etiqueta de incógnita y colgarse la de fuera de serie en un choque veraniego ante el Atlético de Madrid. Igual hicieron Rivaldo -dos goles en su debut- y Ronaldinho, que despejó dudas con un golazo tremendo al Sevilla en su primer partido como azulgrana. Cuando alguien alcanza la categoría de estrella con la rotundidad con que lo hicieron ellos, ya nunca más puede pedir a la afición que sea comprensiva y paciente. Cotidianamente se les exigen maravillas y llegan entonces los desencuentros.
Por eso el pausado advenimiento de Iniesta al Olimpo futbolístico se ha convertido en un prolongado placer del que el Camp Nou disfruta en pequeños bocados. A cada nueva actuación da un nuevo paso hacia el estrellato. Un día dejó atrás a Amor, otro empequeñeció a Xavi, ya alcanza a Deco y Guardiola. Y ha logrado este estatus lastrado por las suplencias y peleado con el gol.
Su actuación más célebre llegó en toda una semifinal de Liga de Campeones contra el Milan, donde destrozó a Pirlo y Gattuso con ese juego tan suyo, sencillo y demoledor. Tras su exhibicion, los cronistas no pudieron evitar referirse a él como el Angel Exterminador. Su juego profundo y elegante representa lo mejor que el Barça ha aportado al balompié. Nadie interpreta como él ese fútbol elaborado y ofensivo que desde Rinus Michels se ha apoderado del paladar de la afición barcelonista.
Sin embargo, Iniesta quiere dejar claro que es mucho más que un pelotero. El pasado sábado, frente al Deportivo, se sacó de la manga un eslalon vertiginoso, una acción que recordó a Maradona y que en el Camp Nou parecía reservada exclusivamente a Ronaldinho y Messi. Recorrió así un pasito más de su camino hacia un destino que parece marcado.
Hace ya casi una década, cuando Iniesta tenía 13 años, prometió que retiraría a su padre de la obra. Al poco tiempo cumplió. Resulta impensable que alguien como este niño pálido, que colecciona la serie Oliver y Benji, no haya soñado nunca con ser el mejor jugador del mundo. Es posible que aún haya gente que se resista a creer que Iniesta pueda alcanzar semejante nivel. Pero mientras tanto, el pueblo barcelonista se seguirá pavoneando como una embarazada oronda y orgullosa, que guarda celosa un secreto: lleva dentro al futuro Balón de Oro".
Recuerdo que escribí el artículo un jueves, que se publicó un viernes y el sábado, con varias semanas de adelanto, nació Marco, mi sobrino, a quien iba dedicado el artefacto. Cuatro años después, Iniesta marca ante el Depor y lo celebró así. ¿Creen en las profecías? También lo hace Messi. No competía con Xavi ni Iniesta; él compite con Cruyff, Platini, Van Basten y Zidane.

miércoles, 5 de enero de 2011

El placer de sufrir

"Emil cae de rodillas, hunde la cabeza en la hierba amarillenta y permanece en esa postura varios minutos durante los que llora y vomita y se acabó, se acabó todo".
Así de patética fue la despedida de Emil Zatopek de las competiciones de fondo: entre lágrimas y sin medalla en unos Juegos. Habían sido años de ganarlo todo, había acumulado hasta nueve récords del mundo en distintas distancias. Así recuerda Correr, de Jean Echenoz, cómo fueron sus últimos días en la élite, sus últimas victorias ya de muy veterano:
"Los camaradas aclaman a Emil instándole a que pronuncie unas palabras en el podio. Estoy contento, declara Emil, pero siento que un joven no haya vencido. Los jóvenes aman más que yo la victoria. Yo tengo 33 años, no tengo la misma voluntad de vencer y sólo corro por el placer de correr. Gracias a todos. Recibe una ovación. Qué gran tipo, piensa la gente, Dios, qué gran tipo".
Bien podría decirse que este Barça ha ganado demasiado y ha envejecido y que sólo podrá seguir en la cima si logra competir por placer una vez empachados de gloria, goleadas, espectáculo y títulos. Esta noche está en juego el buen ambiente del vestuario y un título hoy en el agreste San Mamés. Y eso en un equipo donde Milito ha anunciado que se quiere ir, porque el orgullo es lo primero para un futbolista y donde jugará Xavi para dejar atrás a Migueli, ese ídolo forjado en época de cartillas de racionamiento. Habrá que ver si el once azulgrana es capaz de sudar y recrear la leyenda de Zatopek, el hombre cuyos rasgos "se distorsionaban como desgarrados por un horrible sufrimiento" cuando corría.
Que su ejemplo llegue al vestuario. Porque han de saber que meses después de su fracaso olímpico y de su adiós, decidió correr una última vez. Fue en un cross del País Vasco. Y esto fue lo que ocurrió: "Más gesticulante que nunca, transfigurado por el esfuerzo como en sus mejores tiempos, se lanza al sotobosque y entra en el hipódromo para ganar con una ventaja de 20 metros, saludado por miles de pañuelos. Todos aclaman al veterano".
Aquel día, como premio, le regalaron un perro al que llamó Pedro. Se despidió el atleta y nació su leyenda, la que años después le llevaría a ser aclamado cuando era un basurero represaliado y trotaba tras el camión por las calles de Praga. Ése era Zatopek, un campeón digno de inspirar a este equipo que divisa ya la anestesia de la eternidad.