El buen barcelonista lleva una semana levantándose mal. Encendiendo el teléfono móvil con la certeza de que le han llamado del hospital, de que ha ocurrido una desgracia. Consultando si su banco ha quebrado. Sorprendiéndose cada vez que abre el armario y dentro no encuentra a ningún hombre musculoso con un escudo del Espanyol tatuado en el tríceps. Comprobando, asombrado, que Messi no ha dado positivo en ningún control antidoping. Muchos han optado por somatizar tanto desconcierto, pillar la gripe y así poderse quedar en la cama a meditar su suerte.
Y todo porque la semana prevacacional fue tan perfecta (el clásico, el sorteo de Champions, la victoria en Villarreal, la ventaja en lo alto de la clasificación y los fichajes de La Banda) que el barcelonista espera ahora que se le castigue por tanta felicidad. Uno no sabe si esta predisposición innata al sufrimiento tiene raíz en nuestra cultura judeocristiana ("¡Arrepentíos, arrepentíos!") o se explica más bien por la historia del club: el robo de Di Stéfano, los palos de Berna, las dos décadas de Rexach, las lesiones de Maradona, los penaltis de Sevilla, etcétera.
La realidad es que el Barça es así. Patidor y cenizo. Los culés suelen coincidir en que la alegría por ganar la primera Liga de Rijkaard fue menor a la tristeza del desastre del Tamudazo. El éxtasis de la Champions de París habría sido una minucia al lado del luto que habría seguido en caso de haber perdido. De hecho, en este club sólo idiotas insensatos como Maxi López han sabido celebrar las cosas como se merecen. Miren a Belletti: él sí parecía del Barça. Marcó el gol de la década y no sabía si reír o llorar. Lo celebró una hora después de acabado el partido, saliendo en chancletas al césped de Saint Denis a escuchar el silencio del estadio y a mirar la portería donde hoy está su altar.
El Barça, en la victoria, parece un escolar tímido al que la profesora más odiosa felicita por un examen: sólo quiero que acabe el tormento. Y en la derrota, pues eso: reniega de Di Stéfano, de los palos cuadrados, de Duckadam, de Gaspart y de la madre que los parió a todos.
9 comentarios:
si vès, l'únic estadi del món que anant 2-0 el públic pateix per si ens marquen el gol i ens remonten és el Camp Nou, no?
Por eso nunca me he sentido parte de esta hinchada al 100%, siempre veo el vaso medio lleno y la verdad es que yo lo del tamudazo tampoco lo sentí demasiado.
Sólo podía decirme: "Qué grande es el fútbol, mal que nos pese"
Soy un culé optimista, es grave doctor?
Estoy contigo, Diego.
Será la distancia, o la diferencia horaria, pero yo lo veo todo de color de rosa ultimamente. Es mas, creo recordar que vaticiné el gol de Belletti en cuanto lo vi calentando en la banda (hay pruebas).
Quién es Tamudo?!?!
En cuanto el United se cargue al Inter, Campeones de todo.
P.S. Que fuerte nuestro presidente pagando articulos publicitarios en el New York Times...
Por cierto,
Sigues como siempre. Negando el pan al mas grande de todos los tiempos:
El gol de la decada fue el primero, no el segundo.
(Es broma; Felices Fiestas a todos).
Sois culés impuros. Nada más que añadir.
Impuro e incurable.
Es mas, desde ya sueño con Xavi levantando la Copa de la Champions 2010 en el Bernabeu.
No será Puyi el capitán?
Eso mismo pensaba yo nada mas publicar el comentario, pero me dio pereza autocorregirme. Gracias por hacerlo tu.
En cualquier caso, que la levante alguien.
Supongo que Freud tendria algun tipo de explicacion para esto. Yo creo que, al igual que mis problemas de prostata y pulso tembloroso, simplemente es consecuencia de mi provecta edad...
A los que no nos mola a) su estilo agonístico b) su incapacidad táctica y c) su atención a los medios nos queda jodernos y recordar lo que le dijo Guardiola a Luis Enrique hace una década: "A éste no lo echan de aquí ni a cañonazos".
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