El barcelonista convencido de que nada bueno puede ocurrir un 6 de julio en el Camp Nou se equivocaba. Puede ocurrir que el régimen de cínicos y garrapatas que manda en el Barça se dé un buen susto. Puede ocurrir que el socio demuestre que le da igual lo que diga el Sport. Y hasta puede ocurrir que aparezca el legendario Núñez, después de ocho años de sielncio, para volver a hablar, volver a llorar y arrancar al respetable lágrimas de risa.
Laporta, a pesar de la humillante derrota que le ha endosado Papada Sudorosa Giralt, no quiere dimitir. Algunas voces dicen que mañana martes puede haber sorpresas. No lo creo: éste es el mismo club donde hemos estado dos años sin vicepresidente deportivo sólo para no ofender a Cruyff. Lamentablemente, los clubes se parecen a quien los rige. Lamentablemente, es muy difícil contagiar una cultura del esfuerzo cuando el jefe de uno, y su jefe, y el otro, y el de más arriba, sólo creen en el engordar y morir.
Lamentablemente, Laporta estaba ocupado tramando su huida hacia adelante a la hora en que Rafa Nadal le daba una lección que nadie ignora: para ganar, hay que quererlo mucho, muchísimo. Y a l'amic Jan, el presidente de Gaspart, hay cosas que le han dejado de importar. Como a tantos otros en la historia del Barça, que se dedicaron al innoble arte de la paranoia, la baja política y el cuento hasta dejar a este club con un palmarés ridículo.
1 comentario:
Efectivamente no ha dimitido, ni creo que lo haga, éste se agarrará a la silla los dos años que le quedan a no ser que bajemos a segunda.
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