jueves, 23 de febrero de 2012

El gran fracaso de Pep


Lo que ha legado Guardiola al fútbol es inmenso. Entrenadores de todo el mundo, sabios, estudiosos y teóricos le señalan como un profeta de este juego por sus conceptos, detallismo y perfección. Su hoja de servicios aplaca también a los más pragmáticos. El Mite ha entregado al barcelonismo un botín de títulos inimaginable, asombroso. Sus victorias son tan reiteradas que han hecho mella incluso en el tradicional derrotismo de una afición frágil y con la autoestima históricamente mermada. Nada como su racha en el Bernabéu para explicar este cambio de rumbo: ahora somos un equipo ganador, implacable, que juega al ataque y con canteranos, que ha traspasado todos los complejos a la afición de La Banda. Si bien es cierto que no viven en la constante depresión, sí lo hacen sumidos en un sonrojante engaño colectivo.


Pero con todo, hay un logro que Guardiola no ha alcanzado en este cuatrienio dorado, ni con las dos Champions, ni con las dos Intercontinentales, ni con las tres ligas, ni con el 2-6 ni el 5-0, ni catapultando a Messi al Olimpo. El último éxito de Guardiola era hacerse prescindible. Era poder decir "El camino está claro, seguidlo". Era dejar escrito para siempre que las personas son sustituibles, pero no así el modelo. Era poder largarse sin abrir una Guerra Civil en el club. Es en eso en lo único en que Guardiola no ha podido mejorar a su maestro, en hacerse prescindible. Para bien o para mal, ha sido sólo un entrenador, y esta Catalunya cainita y murmuradora piensa seguir funcionando en modo hermanos Izquierdo

El plan original de Guardiola seguramente pasaba por irse a casa, o a ver mundo, a lucrarse sin esta presión, ni sin estos tiránicos lazos emocionales con el Barça. Dedicarse a su familia, o al cultivo de bonsáis, cuidar su salud, brindar con sus amigos. Vaya usted a saber. Pero a las primeras dudas, ha comprendido qué clase de presidente es Rosell, ha mirado la frivolidad con que se cuestiona su monumental obra. Con filtraciones interesadas sobre jugadores a los que Guardiola habría puesto la cruz de cara a la próxima temporada. Con el desprecio de Òscar y la renovación de Eusebio. Con la aparición de listas de candidatos al banquillo. Con esa cosa mezquina de "estamos muy preocupados e impacientes".


Tal vez Guardiola creía que su gesta serviría para unir al club alrededor de lo mejor del cruyffismo sin dramas. Cuatro años de ensueño han servido para dar la medida justa de la magnitud de su fracaso.

6 comentarios:

Albert Martín Vidal dijo...

Si ustedes no comprenden por qué el Barça es tan tibio a la hora de valorar el pasado delictivo de Núñez y los indicios delictivos de Urdangarin a lo mejor encuentran algo de luz en esta jugosa historia sobre Sandro XIV, millones de euros y niñas menores de edad.

http://www.puntopelotaforo.com/t18084-sandro-rosell-envuelto-en-un-turbio-caso-de-dinero-en-brasil

Toni Piqué dijo...

Enllaça amb l'original de Juca (que és un dels grans periodistes esportius brasilers). Els de Punto Pelota ho tradueixen tot malament i et fan quedar malament.

Marc dijo...

Hi ha una cosa que no has dit. Guardiola ha aconseguit una cosa que ningú no havia aconseguit mai: que tot el barcelonisme (tret del grup del compte) estigui d'acord en alguna cosa.

Dit això, redéu que renovi ja!

Albert Martín Vidal dijo...

Gràcies, mestre.

http://blogdojuca.uol.com.br/2012/02/sandro-rossel-depositou-na-conta-da-filha-de-ricardo-teixeira/

Albert Martín Vidal dijo...

Marc, el nuñisme sempre ha estat vinculat a un únic grup de comunicació, però això no vol dir que siguin quatre sumbats. Cal que et recordi el resultat de les darreres eleccions?

Albert Martín Vidal dijo...

Un par de asuntos... He incluido a Martí Perarnau entre los referentes de este rincón de mundo. Me parece un tío grande.

Y por otra parte, espectacular y precioso zasca de Valdano a Relaño hoy en la presentación de su libro: "La prueba de que el fútbol está mal relatado es que, en cada problema entre Madrid y Barça, quienes lo cuentan ponen a un árbitro".

Ya sólo falta que Cruyff, otra antorcha silenciosa, se digne hablar.