miércoles, 26 de octubre de 2011

El limbo

Visitemos hoy una dimensión espaciotemporal distinta. El mismo limbo del fútbol, ese lugar ambiguo que Dante definió como "de suspiros, no de llanto". El limbo del balón lo pueblan todos aquellos goles que se fallaron estrepitosamente -recuerden a Cardeñosa, a tantos miles de clamorosos fails que futbolistas y aficionados ya celebraban, reclamaban como propios-, pero también los que se anularon.
Son particularmente duros esos tantos fallidos en que se producen largas e intensas celebraciones sin que nadie repare en que la acción está anulada. El juez de línea, como un verdugo, se queda brazo en alto, parado en la cal; nadie le ve, y él espera, aterrorizado y gozoso, el momento en que el mundo repare en su poder. En el limbo han quedado instantes de horror colectivo, momentos de felicidad cumloader, gatillazos que acabaron de enterrar a una promesa.
Todos tenemos un gol en el limbo que nos marcará. Servidora arrastra aún sudores fríos del de Pedro en la final de Mestalla: tanto celebró, tan sentido y durante tantos segundos, que algunas noches aún piensa que el Barça ganó esa final de la Copa-del-Rey-que-puso-Franco. Cosas de este deporte: como si su realidad no fuera lo bastante dramatica, durante unos instantes, un hincha puede vivir en un mundo inexistente, un mundo que ha visto, oído y tocado, un mundo donde ha gritado y vibrado, tan real y tan falso como el mismo fútbol.

sábado, 22 de octubre de 2011

Los nunca vistos (VIII). Raúl P.

Es posible que alguno de ustedes haya visto en alguna ocasión un glande a punto de la implosión. Esa imagen monstruosa tiene un equivalente en el mundo del futbol: Raúl P. Después de jugar un partido o durante un tiempo muerto, o a la salida de un córner. Enrojecido, venudo, con mirada de desequilibrado, gritón, el pelo crespo y los músculos a punto de estallar: un glande.
Para entender la trayectoria de esta leyenda del fútbol amateur barcelonés hay que echar la vista 20 años atrás. Por entonces era un niño bienintencionado y jugaba de portero en un equipo de fútbol grande, con esas soledades, esa miseria, ese envilecimiento del insulto continuo, de los entrenamientos al margen del equipo, esa tortura. Aguantó bajo palos un lustro, tiempo durante el cual estuvo gestando su definitiva salida de la portería.
Cuando lo logró, voló triunfante como sólo un espermatozoide lo haría. Su escuela era la de David Vidal, la de Enrique Martín. Creía en el esfuerzo, en los gritos, en la presión constante sobre el árbitro, en el hostigamiento verbal del rival, las faltas, los agarrones subterráneos, el derroche físico. Si por algo era temido es por su potencia de disparo. Con los años, tuve la suerte de jugar con él en distintos equipos. Nada más bonito que darle un balón adelantado tres metros cuando aparecía lanzado en carrera: era el pánico en la cara del rival, la seguridad del gol o, al menos, la certeza de que algún hecho dramático, como una lesión por traumatismo, iba a producirse.
Otra de las gracias de este cabestro de raíces aragonesas radicaba en su facilidad para encontrar los caminos de la escuadra y en su arte para celebrar goles sin sonreír. En los últimos años se ha descolgado incluso con goles memorables de vaselina desde el otro campo; prueba de que los años pesan y de que con el adocenamiento se le ha sofisticado el paladar.
A día de hoy ha dejado de fumar, ha engordado. Sigue jugando a fútbol. Sigue siendo un placer recordar, con cada uno de sus goles, que Sinan Bolat no es más que un aprendiz de Raúl P., el portero que quiso volar y lo logró.

domingo, 16 de octubre de 2011

Balones con forma de tibia (I). Ruz, del Nàstic


Arrancamos hoy una nueva sección que espero les depare grandes carcajadas. Versa sobre penaltis clamorosos que los defensores niegan: hay pulsión criminal, debate ontológico, drama... Les conmino principalmente a fijarse en la magnitud del palo y en los gestos de inocencia de los malhechores. Convendrán conmigo en que el fúngol puede ser una cosa la mar de divertida. Desgraciadamente, las imágienes de este antológico penalti se han evaporado de Youtube. Fue una obra de arte, créanme, que lució aún más por la cara de monaguillo del malhechor. Las crónicas apenas lo explicaban
PD. Esta sección se inspira en artistas como don Patricio Kluivert (tiró por la borda una UEFA palmeando un córner) o el mítico Torrejón.

jueves, 13 de octubre de 2011

Contrabandistas y piratas

No hacía falta verle la cara a Belletti o conocer las andanzas nocturnas de Deco para saber que los profesionales del fútbol no son sino contrabandistas en calzón corto. Dos hermosas noticias nos recuerdan hoy esta realidad: en una esquina del ring, cuatro bollicaos del Ceuta -territorio de civilización y progreso- han sido arrestados por tráfico de drogas. ¿Piensan ustedes que los juveniles no comparten la malicia de sus congéneres profesionales? Yerran. Les conmino a ver cualquier partido del Barça juvenil, fíjense en ese animalico azulgrana llamado Dongou, o en Samper, o en Bagnack: el fútbol es el arte de competir y vencer y a estas edades, y mucho antes, los buenos ya son natural born killers.
En la esquina opuesta, un ídolo absoluto de este foro, el ex árbitro Eduardo Pérez Izquierdo. Es sabido que los trencillas tienen dos talentos naturales: conjugar armónicamente sus apellidos y soportar los insultos y la inquina social de esta España del Tito Flo, Marca y As. Por si su condición de árbitro no fuera suficiente, Pérez Izquierdo deberá convivir en adelante con el estigma de narco y ex presidiario.
Déjenme decirlo. Señores del fútbol, no trafiquen. Uno nunca sabe cómo acabará cuando combina una droga con otra. Y déjenme añadir: ¡qué hermoso es nuestro zoo!

viernes, 7 de octubre de 2011

'Il capitano'

Totti, leyenda viva, one club man, superhéroe romanista. Una figura que plantea una cuestión al barcelonismo: tras el adiós de Ronaldinho, ¿volveremos a ver a alguien ejercer de capitán? ¿Habrá un tío que con su carisma, ese misterio insondable, levante el estadio y arrastre a los compañeros? Disfruten de este fotón: nos recuerda que un equipo de fútbol debería ser algo a medio camino entre una iglesia evangelista y un ejército.

martes, 4 de octubre de 2011

Barçafobia

Cuernabéu a parte, hay dos estadios en la Liga donde cada año se espera al Barça con especial ilusión para dedicar a la sinfonía de Xavi los insultos más atroces. Son Mestalla y Cornellà-El Prat (provincia de Barcelona). A estas fobias de la calle y de la grada están muy atentos los jugadores, que suelen dar lo máximo de sí mismos contra los rivales más odiados. El resultado es que el Barça suele encontrar contra estos equipos unas dificultades atroces. Ganar suele ser un parto de elefanta, con sus dolores, sus gritos, sus líquidos y placentas.
Parece legítimo preguntarse si Valencia y Espanyol, esos dos males atávicos que dicen odiar enormemente a La Banda, ofrecen un rendimiento similar cuando se enfrentan a los sucesivos engendros de los Gagos o los Altintops.
Pues bien, en el último lustro, ¡oh, sorpresa!, el Barça ha perdido, para recogijo de la segunda afición más desagradable de España, un total de 11 puntos, incluidos los dos que ya volaron este año en Mestalla. La Banda, en el mismo periodo de tiempo y con un partido menos, ha perdido seis. En el caso del Espanyol, la cosa clama al cielo. Los equipitos de Sánchez Llibre han logrado en el último lustro que el Barça -este Barça- se deje 14 puntos, con unos números que ya los quisiera el United para sí. La Banda -que este fin de semana volvió de visita a su finca favorita a cobrarse el derecho de pernada- sólo cinco.
La Barçafobia es muy legítima. Pero a ver si de una vez nos aplicamos con brío a la minibandafobia y a la chefobia.