domingo, 30 de diciembre de 2012

1471: El año de La Bestia






Y el abuelo, mirando el póster, entre grandes esfuerzos y torsiones de la memoria, abrirá la boca al fin: “2012, año glorioso”. Sin Liga y sin Champions. Sin Intercontinental ni Supercopa de Europa. Cediendo un título en el Camp Nou ante el máximo rival, contra el que perdieron, por primera vez en años, dos choques directos.

“Glorioso”, repetirá. Y recordará cómo un equipo lastrado por la mayor sobredosis de títulos que haya conocido vestuario alguno sacó el orgullo y se puso a remontar. Cómo un grupo que parecía listo para que le echaran la lápida peleó hasta reducir una distancia insuperable en Liga y amarró otra Copa. Sobre todo, rememorará que la ambición de un futbolista venció a una defensa deficitaria y superó a los grandes mitos del pasado.

Entonces ocurrirá. 

Su Alzheimer aleteará al recordar la figura menuda de un futbolista que parecía dormitar sobre cualquier rincón del césped para, de repente, electrizar el partido. “La Pulga”, dirá, con una sonrisa de niño, “el mejor que hemos visto nunca”. Y sin previo aviso, contará que en 1471, con ese jugador, vio prodigios.

En su discurso trompicado aparecerán César y un tal Torpedo, Di Stéfano, Maradona, Pelé, Cruyff y varios Ronaldos. Hablará de milagros de última hora, maravillas impensables, remontadas en terreno hostil, el terror en el Averno. Dirá barbaridades, la familia se mirará incómoda mientras el abuelo jura que aquel 10 metió 50 goles en Liga y 91 en todo el año.

1471, dirá, fue un año en que los grandes títulos tuvieron espantosos campeones, instantáneamente olvidados. Un año en que el único remanso de arte estuvo alrededor del mejor centro del campo que se haya visto, un año en que el fútbol se enamoró para siempre del delantero final, el llamado a cerrar la historia de los grandes mitos.

El abuelo repetirá que “1471 fue un año glorioso”. Después apartará la manta, se levantará de su sillón y buscará con su mirada gris un viejo libro. Pasará páginas hasta encontrarlo. “El 1471 hi va haver una plaga de puces. Va ser l’any de la picor, que tothom gratava”. 2012, año glorioso, año de La Bestia. 

viernes, 21 de diciembre de 2012

La guerra total




¿Cuánto puede aguantar un cuerpo enfermo? ¿Cuánto puede aguantar un vestuario? Estas dos preguntas han tronchado de cuajo nuestro optimismo. La primera cuestión atañe exclusivamente al drama personal de Vilanova, que se lo juega todo. La segunda, a un equipo que en pocos años ha tenido que luchar contra mucho más que sus rivales: acusaciones de dopaje, la falacia de las ayudas arbitrales, el lastre infinito de haber ganado más de lo que jamás una plantilla haya ganado. Y luego está ese otro asunto, el cáncer.

La culerada afronta esta sombra sin haber podido celebrar el regreso de Abidal, un jugador del que se hablará dentro de un siglo, entre miradas de escepticismo e incredulidad. Le enfermedad de Tito, 44 años, será el termómetro que mida la fortaleza espiritual de un vestuario al que la dieta de la pasada temporada ha despabilado. Muchos dan por hecho que el equipo metabolizará esta nueva desgracia en positivo. Pero en esta casa sabemos lo que es perder una Liga por un secuestro. Y equipos como el Sevilla acreditan cómo una desgracia puso fin a uno de los mejores equipos de la historia reciente del fútbol mundial.

Nadie conoce el futuro. Pero sí hay actitudes decentes ante una situación así. Fritz Zörn, en las memorias del cáncer que le devolvió la vida y le llevó a la muerte, hablaba de la necesidad de rebelarse, de protestar, de gritarle a las paredes y escupir de rabia. "Yo todavía no he vencido aquello que estoy combatiendo; pero tampoco estoy vencido y, lo que es más importante, todavía no he capitulado. Me declaro en estado de guerra total".

El mérito del escritor fue ése. Sabía que podía perder, pero se resistió con todas sus fuerzas. Si un vestuario le entenderá, ése es el del Barça, desgraciadamente acostumbrado a convivir con los dramas humanos, felizmente sabedor de que el fútbol y la vida no son más que una actitud. Guerra total.

martes, 18 de diciembre de 2012

El ejército de los 100.000 tarados



Contrariamente a lo que podría pensarse viendo las gradas de un estadio, el fútbol es un asunto muy personal y serio, un diálogo silencioso entre uno mismo y el jugador que lleva el balón. En ese santuario íntimo no es recomendable meter a desconocidos durante esos 90 minutos, porque este deporte puede ser también una medida muy exacta de nuestro grado de estupidez e incivilización.
El domingo afronté esa desagradable experiencia de confrontar mis fobias y filias a las ajenas. Quiso Dios que justo delante mío me tocara en gracia una señora, de unos 40 años y conocimiento futbolístico precario cuyo principal placer y cometido era el de aplaudir a Puyol a cada acción. Eso incluye los balones fuera, las pérdidas de posición, sus esprints fallidos tras Falcao y en definitiva todo aquello que agitara su Gloriosa e Incorrupta Melena. Justo detrás, tenía un gerundense cabestro de unos 30 años y con diagnóstico de internamiento urgente en centro psiquiátrico. Encadenó un "hòstia puta, què cardeu!" tras otro hasta que el marcador fue de 4-1. Acusó a Xavi de dormitar sobre el césped, criticó a Messi e Iniesta, insultó a Busquets. Lo más curioso es que se manejó con genuina y sincera indignación durante esos 89 minutos, tratando a los 11 del Barça como si fuesen culpables de siete descensos consecutivos.

A estas incomodidades se unen los aplausos del minuto 17 con 14 segundos (en la primera y en la segunda parte, ojo, la patria necesitaba lo primero y lo segundo), que en ambos casos forzaron un molesto anticlímax. El colmo de mi turbación llegó ante el inaudito espectáculo de los aficionados levantándose de su asiento para aplaudir a cualquier sustituido, sin importar su rendimiento, nombre o historial. Así, Pedro recibió tratamiento de semidiós tras un partido discretísimo, mientras Adriano se llevaba la ovación que el Camp Nou reservaba para el día que Kubala reaparezca -¡alehop!- súbitamente sobre el césped. Todo ello guarda cierta coherencia con lo que ocurría a esa hora en la televisión del club, donde se rendía homenaje a Reiziger. Gracias a un hábil montaje, aquella agresión estética parecía Cafú. Y particularmente triste fue el recibimiento a Villa, aclamado por la afición como el Redentor que viene a salvar a un equipo que lleva quince jornadas sin chutar entre los tres palos.

En efecto, ver al barcelonismo ante el espejo deformador de los decibelios del Camp Nou es deprimente. Uno se acuerda de que en esencia somos el club mayor de un país donde Lloll Bertran es una estrella. Uno recuerda de que el fútbol nos infantiliza y nos idiotiza, y que en ciertas culturas tendemos a una hiperemotividad de memos. Pero sobre todo, uno concluye que en el fútbol somos todos unos tarados y que para ciertas cosas es mejor no mezclarnos con nuestros iguales.

viernes, 14 de diciembre de 2012

El gafe



El fútbol es un gran lugar para exhibir las parafilias sin necesidad de ocultarlas en pegajosos cajones. En este rincón de barbarie, ya lo saben, sentimos gran inclinación por la rareza. Aquí defendimos a Hleb contra toda lógica, llegamos a creernos que aquel tío de los Monty Python era en realidad futbolista y a día de hoy aún sostenemos que Bojan tenía cosas de grande.

Pero nuestra capacidad filantrópica no se detiene, y en las últimas semanas hemos arrancado una nueva ONG que lleva por nombre Frente Tocopilla. Nuestro entusiasmo por el chileno es total. Le vemos un arranque explosivo, intuición para ir al espacio e inteligencia para no perturbar a Messi. Ahora bien, Alexis tiene un grave déficit: si ustedes se fijan bien, tiene cara de emoticono triste :(  .

Esas cosas suelen pesar. Ciertamente, su inicio de temporada ha sido nefasto en alguien de su calidad. Lejos de cuestionarle, queremos reivindicar aquí que lo que le ocurre es simplemente que arrastra un pesado gafe. Mirando con detenimiento su rendimiento, observamos que los árbitros le dan tratamiento de rookie de NBA, que las lesiones se ceban con él y que, por encima de todo, la suerte se burla de él.

En lo que llevamos de temporada, los fenómenos paranormales que ha desencadenado el chileno son dignos de análisis. Hemos visto a rivales meterse goles en propia portería con tal de que no marque él. Hemos visto, como en Lisboa, cómo se le anulaba un gol completamente legal. Hemos visto a compañeros asistidos por Alexis fallando ante el portero con tal de que no se le reconozca la asistencia. En el colmo del horror, hemos visto fallos a portería vacía para dejar en el olvido la acción del nueve

Un gafe, en fútbol, es un asunto muy serio. Pero creamos en el chileno. Ese gesto sufrido y esa pelea con el destino podrían perfectamente desembocar en el gol de la década en Wembley. Ese día, créanme, lo celebrará con su mejor sonrisa. :[







domingo, 9 de diciembre de 2012

Lengua de serpiente



Esta Caverna lleva toda la semana regodeándose en un mantra maravilloso: "Pensé que era el último balón que tocaría en mucho tiempo". Repítanselo: espanta el insomnio, combate las ojeras y alarga la vida. El poema no es nuevo: la Bestia Parda ya nos había demostrado que es capaz de hablar como el Diego para aterrorizar a un rival antes de una final. De hecho en esta casa sabemos cómo se gana una Champions desde la sala de prensa. La cosa no es nueva: mucho antes, Obdulio Varela le había dado a Uruguay el Mundial del Maracanazo con una sentencia que tiene mil versiones pero que vino a ser esto: "Estos son japoneses, y a los japoneses se les gana siempre".

Y uno se para a pensar y resulta que sí, que parece imposible que un juego donde el azar, la fe y el hambre lo son todo, la palabra pueda ser algo tan devastador. De ahí que los trash-talkers sean amos de los banquillos desde siempre y de ahí la gigantesca fama de gente tan absolutamente vulgar como Mourinho.

Por desgracia, cada semana centenares de frases anodinas de las salas de prensa se multiplican en las páginas de los diarios; eso no quita que muy de vez en cuando merezca la pena escuchar al personal y Messi nos lo ha recordado esta semana.

PD. No pretendíamos hoy dejarles con este buen sabor de boca. Les comunicamos que La Banda se ha hecho con los servicios de los hermanos David (136 centímetros, 30 kilos de peso, del Benjamín A) y Jorge (127 centímetros, 25 kilos de peso, Prebenjamín). No les subestimen: se apellidan De la Víbora.

lunes, 3 de diciembre de 2012

La máquina del tiempo



Nostalgia: Del griego, dolor de una vieja herida. 

En rigor, este Barça inmortal es un equipo que tiende a ganar todos los títulos y a ridiculizar a sus oponentes. En rigor, sus futbolistas forman una generación única construida alrededor de Xavi, Busquets o Iniesta; posiblemente nunca nadie haya tocado el balón tan bien. Pero gran parte de la fascinación que genera este equipo se debe a Leo Messi, 169 centímetros, tal vez el mejor de siempre en esto de chutar la pelotita. A cuestas de su voracidad y de la plaga de estadísticos que muñen el balón, en los últimos meses le hemos descubierto una virtud más: la de transportarnos décadas atrás.

Así hemos gozado de cómo Messi se vengaba de Ronaldo por nosotros y anulaba su ridículo registro de 47 goles en una temporada. Con su vieja sapiencia ante los porteros hemos recuperado a Romário, aquella frialdad, aquellas vaselinas. Con la final que jugó en Wembley, con su alarido en el 2-1, supimos cómo Stoichkov habría celebrado en caso de marcarle a Pagliuca. Con su visión de juego y su profundidad nos hemos reconciliado con Laudrup. Con su amor por las grandes citas y las causas perdidas, Rivaldo ha vuelto a nosotros.

Pero no todos tenemos una memoria tan corta. Este sábado, mientras la máquina de Tito completaba la tarea de hacer picadillo del Athletic, un señor que tendría 85 años se giró hacia nuestra mesa y dijo: "Acaba de empatar a César". Se refería a los 190 goles de La Bestia Parda en Liga. "¿Era bueno?", le pregunté a aquel culé. No respondió. Se le arrugó el gesto, emitió un sonido, de algún modo asintió. Aquel hombre humildemente endomingado se estaba trasladando a su juventud, a cuando les guiñaba el ojo a las señoras y bebía whiskies con sus amigos y no le dolían todos los huesos del cuerpo y Les Corts era una fiesta. Por ese viaje en el tiempo a la felicidad de su juventud, nuestro amigo pagó una cerveza y unas aceitunas.

Muchos como él viajarán pronto en el tiempo de la mano de Messi. Recordarán a Müller y el terror que desencadenó en los 70. Muy pronto, también, veremos a Maradona, y a Platini y Raúl y Cruyff y Pelé, y a todos a la vez, porque La Bestia Parda es todos ellos en cada gesto. Y así seguiremos catando el delicado placer de la nostalgia.

Posiblemente hay en esta Caverna quien escuche a Leonard Cohen para ponerse melancólico o quien se aplique otros rebuscados rituales masoquistas. No duden que dentro de 50 años la simple pronunciación de "Me-ssi" hará que evoquen, en un segundo, las alegrías de su vida y sus viejas heridas, y también los cánticos y cicatrices de generaciones de barcelonistas. Todo al módico precio de unas aceitunas y una cerveza.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Referéndum



"La mayoría de los actos que el hombre de las culturas arcaicas ejecuta no son, en su mente, sino la repetición de un gesto primordial ejecutado al principio de los tiempos por un ser divino o por una figura mítica"
Mircea Eliade

A mediados de los 90 fue la avioneta. Fascinados por aquel caviar llamado Romário, los niños del Barça celebraban cada gol correteando con los brazos extendidos. Cuando se acababa la década, en los patios de los colegios se tapaban la cara con la camiseta y agitaban los brazos como Rivaldo. Hoy los chavales no sabe quién fue Doña Celia, pero qué más da:  en la era Messi, los goles se celebran señalando al cielo con los dos índices.

Celebrar un gol, ya lo saben, es un
asunto serio. Es un momento íntimo que el goleador lega a su afición. Por eso las celebraciones no sólo pertenecen a los futbolistas, sino al pueblo. Y la feliz rutina de los grandes goleadores, su forma de celebrar, no debería alterarse así, sin previo aviso. Ustedes habrán sufrido alguna vez el horror que supone que la novia aparezca con un nuevo corte de pelo. Habrán contemplado con pesar que la receta de los canalones de la abuela cambia, o que de la noche al día nuestras sábanas tienen un nuevo olor por la aparición de un detergente innovador. En efecto, hay asuntos demasiado serios como para no comunicarlos. 

Como intuyen, estas líneas esconden un 
quejío: Leo, pregúntanos. Decidamos entre todos sobre nuestros pequeños instante de placer semanal. Hagamos un referéndum para ver si nos ponemos la muñeca en la frente desde hoy y por los siglos de los siglos. Permite, ante todo, que alejemos de tu insigne persona cualquier rastro de infamia. Ya sabes: tenemos derecho a decidir. 

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Un cigarrillo en Siberia



"El agua chorreaba desde la nuca empapada hasta el cuello de la camisa. Las botas estaban frías y húmedas. Encender un cigarrillo era una empresa difícil y complicada que requería la colaboración de todos".

Unos buenos zapatos y un cuaderno de notas. Antón Chejov.

Aquí en el Mediterráneo hay ciertas cargas futboleras que nos afligen. Una de ellas pasa por tener que sufrir esa maldición llamada lluvia. Más trágico resulta jugar cuando hace frío y sale vaho de las bocas y las cabezas humean, y uno tiene los dedos de los pies enrojecidos y la certeza de que aquel defensa gordo está a punto de darnos un balonazo en el muslo.

Por eso cada vez que el Barça visita la Europa del Este nos llenan de terror esas fotos de nuestras figuras enfundadas en todo tipo de lanas futuristas para contrarrestar el frío. Qué cosa nefasta. Si en nuestro imaginario todo lo que sea pasar del Besòs ya es enfrentarse a temperaturas despiadadas, esa sensación se multiplica por 1.000 cuando uno menta Rusia, con un horror llamado Siberia al que Chejov viajó una vez para dejar unas líneas inmortales.

Así, las visitas del Barça a esas estepas bien pueden verse como misiones destinadas a la civilización de territorio bárbaros donde la única ley es el frío. Si respirar ahí es jodido, imaginen dar dos pasecitos al primer toque o ir al choque contra un rubio bigardo de roja nariz. Estuvo enorme el equipo de Xavi y Messi con esa victoria, con un fútbol que parecía una pregunta a los rivales: "¿Cómo podéis jugar en este lugar?".

La cita, sobre todo, nos dejó una imagen de esfuerzo evangelizador. Ocurrió cuando Iniesta desasnó a Suchy junto al banderín de córner. Tras el último recorte, el ocho del Barça susurró una frase en perfecto ruso: "¿Te ayudo con ese cigarrillo?".

viernes, 16 de noviembre de 2012

La venganza del arte








Los artistas puros siempre han tenido su espacio en el mundo del balón. La estética libre ha encontrado su senda a lo largo de las décadas en figuras míticas -y frecuentemente malditas- como las de Sindelar, Garrincha o Best. En tiempos de Youtube, el heredero único de este selecto Club del Puro es sin duda Zlatan Ibrahimovic, genio rotundo, peleado con los grandes títulos y habituado a prosperar en los one man club.

Aquí siempre hemos sentido debilidad por Picassovic, en la distancia, durante nuestro convulso matrimonio y también ahora, después del divorcio más ruinoso que han visto los tiempos. Lo que le hizo la otra noche a Inglaterra debería ser recordado para siempre en los paladares de los futboleros más distinguidos. Esa acción en la que mide, tiene la idea demencial, vuela e impacta es puro talento desnudo. La proeza es terrible; en un mundo más justo, miles de delanteros abandonarían hoy mismo su trabajo y se irían a instalar mamparas de ducha o a negar créditos a un banco. Eso no ocurrirá, ya lo saben. El fútbol seguirá igual e Ibra, con sus tatus, su leyenda negra y su humor balcánico, colgará algún día las botas para encontrar el reconocimiento que merece sólo en cuatro internautas dementes .

La barbaridad que ha protagonizado esta semana nos recuerda otra realidad. En tiempos de Van Basten, el mundo sólo tenía ojos para él. En tiempos de este Barça eterno, Ibra no huele el podio. Nos queda disfrutar de su venganza.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Los nunca vistos (XII): Marcos L.



Nadie recuerda exactamente cuándo Marcos L. decidió jugar a fútbol en el patio del colegio. Ocurrió de un día para otro, cuando tendría unos 13 años. Hasta ese momento se había dedicado a actividades sospechosas, que nada tenían que ver con el balón. Rápidamente supimos que no era un jugador particularmente dotado. Destacaba por su imponente mata de pelo rubio y una enorme nariz.

En aquel tiempo jugábamos desde las 13.05 horas hasta las 13.45, cuando una campana nos obligaba a comer. A eso de las 14.10, convenientemente atiborrados, volvíamos al partido. La segunda parte era realmente angustiosa: en algún momento se abrirían las puertas del colegio y el campo se llenaría de los finos paladares que comían en sus casas, señal de que habría que volver a clase.

Fue en uno de esos segundos tiempos, cuando en el ambiente se olía la tensión de que en cualquier momento acabaría el partido, cuando Marcos L. hizo la acción por la que permanece en el recuerdo. Perdíamos por uno y habíamos subido en avalancha a por el empate. Pero el balón se perdió y los rivales tiraron un contragolpe a placer en que cuatro de ellos encaraban a Marcos. Ajeno al pánico que invadió a sus compañeros de equipo y sabiéndose el último defensa, se plantó muy recto, en esta flamenca postura, y sacó un pulgar y una sonrisa.

Recuerdo confusamente que varios compañeros de equipo que corríamos desesperados a auxiliarle caímos fulminados entre carcajadas. Desde ahí vimos cómo la acción acababa en nada. Todo eso ocurrió una década antes de que la sonrisa de Ronaldinho resucitara el Camp Nou y conociéramos la máxima expresión de la felicidad balompédica. Aquella sonrisa, aquel pulgar, fueron una revolución. Entendimos que el fútbol, en un segundo, puede pasar de drama a chiste.

No he sabido nada de Marcos. Les confieso que le imagino riendo en las situaciones más comprometidas, donde otros sólo sudan y jadean y padecen.



martes, 6 de noviembre de 2012

Pater Noster




"La família: cosa difícil i complicada".
Josep Pla, El Quadern Gris

¿Alguno de ustedes se ha visto en el trance de controlar un balón manso ante la atenta mirada de su padre? ¿O ha asumido, acaso, el riesgo infinito de regatear a un jugador cuyos hijos están en la grada? Sabrán entonces que el resultado más habitual en el primer caso es que la pelota, endemoniada, acaba en un vergonzoso fuera de banda. En el segundo, uno acaba retorcido de dolor en el suelo.

La paternidad no es cosa fácil en el fútbol. Ahí están los penosos casos de los hijos de Pelé -portero frustrado acusado de narcotráfico-, Maradona -bastardo, preñado de rencor y refugiado en la cuarta división y el fútbol playa- o Cruyff -enchufado oficial del reino y fugaz héroe de quinceañeras-. En efecto, ser hijo de un genio es tarea complicada. Dalí dijo una vez que no había querido ser padre para no asfixiar con su talento a su prole. Picasso o Hemingway, menos hechos a la movida tántrica, convirtieron su descendencia en carne de Ana Rosa. Todo eso es conocido.

Lo que no sabíamos es que el nacimiento de Thiago conllevaría el horror insólito de ver a Messi sufriendo sobre el campo, como si fuera Simao Sabrosa o Geovanni Deiberson. La ansiedad que mostró el sábado ante el Celta, esa mezcla de necesidad del balón y aversión a él, no se veía desde sus inicios en el primer equipo, cuando estaba peleado con el gol.

No les voy a engañar. Preferiría que Messi no hubiera sido padre, como preferiría que hubiera nacido sin el engorro de los atributos masculinos o que viviera confinado en el Camp Nou con la única compañía de un balón y de su dorsal diez. Pero nos queda un consuelo: el nacimiento de su hijo da un nuevo sentido al Padre nuestro. Ensáyenlo pensando en él, resulta asombroso: verán que se les escapa una sonrisa y que tienen un nuevo hermano de nombre Thiago.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Nuestro oscuro objeto de deseo




La Copa a doble partido pierde emoción, como la pierde pescar en un acuario o ligar en una peli porno. A esta última y baratísima metáfora quería referirme. Ustedes habrán notado, queridos lectores y lectoras, que existen por ahí algunas formas geométricas que les han venido interesando desde que cumplieron los 14 años.

Efectivamente, hay individuos que sienten irreprimible atracción por ciertas curvas, concavidades y simetrías, mientras otros, en sus momentos de expansión, son más de exhibiciones de ingravidez, cuadrículas y trazos gruesos. Unos y otros han dedicado a lo largo de su vida una absurda cantidad de horas a la contemplación, palpado y ausente reconstrucción de esas figuras kandinskyanas, con la ilusión de hallar algún día esa forma única y soñada.

El futbolero no es ajeno a este proceso. Es más: el futbolero lleva toda una vida llevando esta trabajosa búsqueda no sólo al terreno de sus oscuridades, sino también al del gol. Y en este campo, por alguna razón, la reina indiscutible es la escuadra. Ese pequeño rincón de gloria, esa rareza geométrica, esa mínima porción del universo de los goles. Observen ustedes a cualquier chaval que chute a una portería vacía. Comprueben adónde apunta. Miren cómo yerra, una y otra vez, atraído por la promesa de que ese ángulo está a su alcance, de que en algún momento el azar le concederá ese triunfo. Esta T arrogante e inalcanzable tiene un peso en nuestro imaginario colectivo sólo equiparable al de algunas redondeces.

Y en todo ello pensé al disfrutar salvajemente del trámite de Mendizorroza. Villa, primero, con inconfesable fortuna tras un mal bote del balón; e Iniesta, después, con milimétrica mala fe, hollaron dos escuadrazos memorables. A pesar de la gozosa experiencia, admitamos que no fueron perfectos, ni definitivos: ustedes ya saben que serguirán en vilo el próximo partido para ver si someten, al fin, la escuadra soñada.





sábado, 27 de octubre de 2012

Cuestión de fascinar






Ustedes deben ser conscientes de que los creadores de "Robben es mejor que Messi" llevan un par de años en campaña para evitar que el Balón de Oro vuelva a recaer en La Masia. Para ello han sugerido los nombres de Cristiano Ronaldo y Casillas, en algún momento hasta parecía que iban a apostar por Ramos y no hay duda de que no tendrían inconveniente en pedir ese galardón para Plisetskayas como Arbeloa o el Sabi Bueno.

Ahora que parece que Casillas ha incurrido en el delito de cuestionar a Mourinho, Cristiano vuelve a ser el ariete de la formidable campaña publicitaria procedente de Valdebebas. Ronaldo, máquina de golear, difícilmente puede aspirar a ese premio, aunque se empeñe en obviar que coincidió en el tiempo con un prodigio llamado Leo.

Cristiano tiene a favor a los matemáticos del Reino, que porfían para encontrar estadísticas en que esté por encima de Messi. No es labor fácil, pero atención, las hay: "Cristiano marcó más goles al primer toque entre el minuto 20 y el 23". "Cristiano marca más absominales". "Las piernas de la novia de Cristiano aventajan en palmo y medio a las de la señorita Messi". Y así.

La realidad es cruda e indica que Cristiano suma menos títulos que Albiol este año y que está una quincena de goles por debajo de Messi en lo que va de 2012. A ese dato hay que añadir -la florentinada se obstina en omitirlo- el de las asistencias de gol. Los recuentos varían y no es fiable dar una cifra absoluta, pero retengan un dato aplastante: por cada pase de gol que da el portugués, La Bestia suma entre tres y cuatro.

Pero todo eso no importa demasiado. El Balón de Oro es algo más sencillo que todos esos números. Debería reconocer la fascinación que ejerce un jugador, su carisma, su capacidad para abrirnos la boca y alejarnos de la realidad, para sacar de nosotros al niño que fuimos. Pregúntenle al señor que ilustra esta entrada. Pregúntenle al bueno de Nicolás Yegros cómo lo hizo para poner cara de primera comunión en esta foto. La respuesta vale más que cualquier recuento algebraico, más que cualquier votación. La respuesta es el fútbol.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Una mentira llamada Celtic




“Qué va, somos ninfómanas y nos morimos de las ganas, ¡pero hasta nosotras tenemos unos míminos!”, le gritó Dianne a su vez.
Porno, Irvine Welsh


Esta Caverna lleva dos décadas asistiendo asombrado a la fascinación que produce esa mentira llamada Celtic de Glasgow. Ocurre que en Barcelona les admiramos mucho por razones insólitas, a saber: 

1) Son católicos. (En serio).
2) Resisten a la opresión unionista. (Razón por la cual podríamos ser del Rayo, entiendo). 
3) Su juego es viril. (Viril e infame).
4) Larsson. (Ya había quedado establecido que la principal razón para que el Camp Nou amara a Larsson era su combinación de vocales abiertas, idónea para el cántico tribunero). 
5) La camiseta. (Muy hermosa, sí). 

Por todo ello, el gol de Alba en el '93 fue un pequeño momento de felicidad. Por una parte hubo un recuerdo gozoso de aquel bombero que dedica siempre el mismo grito a los rivales europeos en el Camp Nou (¡¡AP-7 parriba y 18 horas de autocar!!). Por otra, seamos sinceros: con gente como su terrorífico capitán, ese Scott Brown, y con ese fútbol cromañón, jamás seremos capaces de simpatizar con esta gente. Lo dijo el muy escocés autor de Trainspotting: tenemos unos mínimos.  

domingo, 21 de octubre de 2012

Hornby es de los nuestros



Fiebre en las gradas es posiblemente el mejor libro jamás escrito sobre fútbol. Nick Hornby, héroe de este agujero a quien le perdonamos incluso que sea del Arsenal, detalló en esas páginas su demencial sentir futbolero. En un capítulo memorable explicó cómo imagina el partido perfecto; estos eran sus ingredientes:

-"Goles: tantos como sea posible". Un total de nueve. ¿Is that enough, que diría Henry?
-"Lamentables errores arbitrales". Los que no vimos a Guruceta pudimos disfrutar anoche de un penalti verdaderamente sideral. 
-"Un público bullicioso". ¿Cómo demonios pudo bajar jamás el Depor con ese estadio?
-"Lluvia, un campo embarrado". Sí, de vez en cuando nos toca ver a Iniesta con el tutú embarrado. 
-"Que el adversario falle un penalti". No tuvimos esa suerte. Sin embargo, pudimos ver algo aún más prodigioso: hasta tres ataques del Depor no acabaron en gol.
-"Que un jugador contrario reciba la tarjeta roja". Esto sí lo logramos. Los gallegos perdieron fuelle y se vinieron abajo tras la expulsión de Mascherano, uno de sus mejores hombres. 
-"Algún tipo de incidente desgraciado". Control de pecho y perfecta vaselina, o cómo meter el mejor gol de tu carrera en propia portería. 

A estas exigencias se pueden añadir otros asuntos que brillaron ayer en el festival de Riazor: 

-Milagros inverosímiles. Señores, parece que Sex quiere volver a ser futbolista. Ver para creer. 
-Horrores del más allá. El eje defensivo del Barça, amigos. El estiércol y las flores. Un chispas sin la FP al frente de una misión de la NASA.  
-Messi. Su giro en el 3-5 es antológico, pero es que además la víctima fue un señor llamado Marchena.
-El milagro de la vida. Sí, amigos: a Tito le cayó ayer un trolebús por la cabeza. Y una vez más, sobrevivió. 

No lo duden. Hornby, que también ama el fútbol, es de los nuestros.

jueves, 18 de octubre de 2012

Balones con forma de tibia (III). Koscielny, de Francia.



La Guardia Civil se ha hecho de rogar, pero al fin ha logrado dar algo de espectáculo. Ha llegado en esta obra de arte de Koscielny, desde hoy mismo ídolo de esta cueva. A favor de su candidatura a Penalti-Atentado del Milenio juegan ciertos factores. Para empezar, el hombre es defensa; podría pensarse que sabe cómo se sanciona una falta dentro del area. Para seguir, aquello no era una pachanga, era un partido oficial contra la que según su técnico es la mejor selección de todos los tiempos. Sabemos muy bien que el nivel en esta sección es francamente alto, pero Don Laurent huele a gloria: su acción, además, nos regaló un instante de íntima felicidad con el fallo de Sex.

Señor Koscielny, nuestro hogar es su hogar.

viernes, 12 de octubre de 2012

Los lúcidos (I)



"Siempre has sabido esto"
Carlos Castaneda, Una realidad aparte


He hablado a menudo de este grave asunto con otros Nunca Vistos. Hay unanimidad; éste es seguramente el misterio más escalofriante del fútbol. Ocurre cuando en el fragor del partido, ya sea durante el monólogo interno en los huérfanos de balón o en pleno bullicio para los correosos, en un momento determinado nos llega el balón. Y de repente todo ocurre a cámara lenta.

Una voz interna te alerta de lo que está a punto de ocurrir. Se hace un silencio. Y de repente, frente al veneno de las dudas, frente al lastre del esfuerzo, llega la convicción. Sabemos que aquello es gol. No es una cuestión de confianza, es algo que queda mucho más allá. Quienes vieron en su momento a Jordan saben de qué especie de trance hablamos: lo irremisible se apodera del juego, iluminados como estamos ejecutamos la acción con la oscura perfección de un robot y es una sencilla cuestión de tiempo que el balón entre.

Esta rara iluminación tiene efectos sorprendentes. Algunos de quienes la han experimentado aseguran que habían visualizado exactamente la jugada horas o incluso días antes. Otros, en un fenómeno paranormal, son incapaces de recordar la acción que han ejecutado en estado de lucidez. Despiertan de repente entre gritos y abrazos sudorosos. He visto casos de jugadores que escuchan incrédulos los pormenores de la obra de arte que acaban de hacer.

Pero por encima de criterios estéticos, lo que define a los lúcidos es la convicción absoluta de que, de algún modo, durante unos segundos controlan el destino. De este asunto hablan a menudo los teóricos del sueño lúcido, un control que podemos ejercer sobre nuestros sueños a pesar de que sabemos que estamos soñando.

Tal vez esta cuestión les suene esotérica o incluso lejana. Nada más lejos. Ustedes han visto este milagro en algunos de los momentos más felices de su vida. Acompañaron a Villa aquella noche en que gritó gol nada más impactar el balón. Y hace menos de una semana vieron esto.

La lucidez, ya saben. La fe se queda pequeña, el fútbol se agiganta y el futbolero se estremece.

lunes, 8 de octubre de 2012

Como niños




Dice Ramon Besa que los clásicos los gana siempre quien está más necesitado. El más necesitado, a ocho por debajo, era hoy El Mal. Dicen los viejos que en fútbol los que menos han ganado lo desean más. Ahí tenía ventaja La Banda (sus jugadores suman nueve títulos de media, por 14 los alineados ayer por Tito). Dicen también que los más veteranos saben jugar estos partidos, estadística que beneficiaba de nuevo a Los Quincazos (28,8 años de media anoche frente a los 26,15 del Barça). Creen algunos que estos partidos son para los fuertes. También ganaba ahí el horripilante artefacto del Tito Flo, 14 tíos con un precio medio de 27 millones de euros y 1,83 de altura. En el Barça, 12 millones de precio medio para unos modestos 173 centímetros. Y, huelga decir, llegó Mourinho con todo su arsenal mientras que el Barça dispuso a una zaga llena de parches y apaños.

Tal vez por eso La Banda estaba anoche convencida de que saldría del Camp Nou con tres puntos. Se sabía ganardora. Derrumbaría esa defensa y contendría al Barça. Quedaría a cinco y daría un golpe psicológico. Si no fue así es porque en este Barça lastrado late aún mucho fútbol. No lo fue porque Messi soñó de pequeño jugar estos partidos, y porque ha llegado a la altura de Pelé repitiendo que "no hay nada más lindo que ganar al Madrid". No lo fue porque es maravilloso ver desplegarse a ese centro del campo, a pesar del Nuevo Figo.

Tal vez este Barça no sea la mejor versión que hemos visto en este ciclo demencial, pero sigue siendo un equipo maravilloso, un equipo al que echaremos de menos por siempre jamás. Este empate, en estas condiciones, es heroico. Es heroico no haber avergonzado jamás a la afición pese a competir contra esa pandemia de los Arbeloa, Sabi, Pepe o CR Ceja. Es hermoso, después de tanto, seguir gritando como dementes a cada nueva proeza de La Bestia Parda. El resultado no fue una victoria, la Liga no ha quedado resuelta, pero este equipo nos recuerda, una noche más, que tenemos una sagrada obligación al verles corretear entorno al balón: disfrutar como niños.

domingo, 7 de octubre de 2012

Venganza




"Ahora te estás convirtiendo en un jodido irlandés. Los irlandeses llevan viviendo desde hace mil doscientos años gracias exclusivamente a sus sueños de venganza. Así me gusta, hermano".
Tom Wolfe, La hoguera de las vanidades

Así es. Nos mueve la venganza: los perros aterrorizan a los gatos, los viñedos miran con rencor a las tormentas, los peces detestan a los anzuelos y el Barça odia a La Banda. Por tantas cosas y tan antiguas; también por afrentas recientes, por esa victoria bochornosa de hace unos meses que CR Ceja elevó a la categoría de "exhibición", por esa maldita Supercopa que entregaron Valdés y los centrales. 

Vuelve el partido que soñaron los futbolines con algunas certeza: tan humillados quedarán Sabi y Khedira como los centrales del Barça; por desgracia, las fechorías de Mascherano y su acompañante ocurrirán cerca del gol, mientras que a Khedira normalmente lo sonrojamos en medio campo. También sabemos que La Banda no quiere el balón, que a lo mejor durante 20 minutos le da por presionar arriba, que ya sólo es capaz de morder en Champions y cuando tiene enfrente una camiseta azulgrana, que pegarán cuanto les dejen y un poco más, que tienen considerables posibilidades de volver a engañar al mundo entero con un resultado favorable.

Para Messi, Xavi y compañía lo de esta noche es especial: un triunfo equivale a zanjar la Liga, a ruas y fanfarrias, pero esa es justamente la dificultad de un partido que el rival sabe que no puede perder. Hará falta mucho Camp Nou y mucha meiga azulgrana. Qué maravilloso saber que Rivaldo, el hacedor de milagros, llevará su amenaza a la grada. Qué bueno saber que anoche Ronaldinho, otro mago que vulgarizó a los blancos, estará pendiente del televisor tras una noche en que aunó genio y lágrimas

Ante todo, suerte tenemos del Camp Nou, que jamás olvida que ésta es la más justa de las venganzas.


viernes, 5 de octubre de 2012

Luxación cerebral



¡Oh, hermanos cavernarios, qué cosa hermosa el sentirse unidos por la rabia y la ira! En la semana en que teníamos que ganar un título, volvemos a vernos lastrados por esa maldición llamada Defensa Infame de Tíos Que No Son Defensas y Que Jamás Debieron Pretender Serlo.

Se ha dicho estos días sobre que Puyol no tenía que haber ido así a ese córner, con 0-2 y el partido cerrado. Tal vez. Ya saben que aquí creemos que el capitán de este equipo es en gran parte un producto publicitario de los diarios deportivos de la ciudad, pero admitamos que sólo sabe jugar así. Con todas sus limitaciones, el pasado año fue de largo el mejor defensor del equipo. Pero ocurre que últimamente está más tiempo en la camilla que en el campo. La dimisión de Piqué, la enfermedad de Abidal y la farsa ininterrumpida de los centrales que vienen del Barça B hicieron que Mascherano, primero, y Song, después, hayan tenido que ponerse ahí. Si damos por buena la absurda teoría de que cualquiera puede hacerlo, probemos a Tello, a ver si a él Negredo le gana un balón largo.

Asombra que el pasado verano, viniendo del año de calamidades defensivas de las que veníamos, se invirtieran 35 millones en dos jugadores y no llegara ningún central. Zubizarreta y Tito deberían responder por ello, en lugar de maldecir las lesiones. Resulta que en los últimos 16 meses, La Plasticidad Encarnada ha estado de baja 226 días, con hasta tres lesiones de rodilla. Que nadie se haga ahora el sorprendido, y por favor, que alguien deje de incurrir en el pornográfico rito de repetir aquello de que "Puyol acorta los plazos de su recuperación". Puyol es un señor muy comprometido y muy necesario para el equipo, pero tiene 34 años y ningún sustituto decente.

Y pensaba en esto porque ocurre que en un lugar exótico llamado Valdebebas hay un montón de mercenarios aficionados a las altas velocidades que tendrían la moral por los suelos de no ser por las fotos de Mascherano y Song, que cuelgan de las paredes del vestuario y que a buen seguro besan antes de cada entrenamiento. Habrá entre ustedes quien crea que Piqué volverá a ser el que fue. Quién sabe. Pero sospecho que no es ése el milagro con el que Tito y Zubi contaron. Su milagro es negro. Su milagro es un señor del que hablaremos dentro de 200 años. Lucía el 22 a la espalda y un día marcó en el Averno. Ha sobrevivido a todo lo imaginable. Y sólo él puede impedir que dentro de tres meses haya muchedumbres de culés en huelga de hambre ante las oficinas del club pidiendo dimisiones y clamando contra una maldita luxación cerebral.

domingo, 30 de septiembre de 2012

Remontar



Nada como las remontadas para medir el hambre de un equipo, su fe, su ambición. La incapacidad para dar la vuelta al marcador fue uno de los grandes males que atormentó al Barça durante la pasada temporada. De hecho, no logró hacerlo por primera vez hasta diciembre, cuando visitó el Averno. En toda la temporada sólo lo hizo en seis de los 64 partidos que jugó.

Con el verano recién acabado, los números empiezan a demostrar lo que se olía desde el principio. Tras un año lejos de los grandes triunfos, el mejor equipo que veremos jamás ha recuperado el instinto asesino. Suma ya tres remontadas -a la que se podría añadir la victoria ante el Spartak- en sólo nueve partidos. El dato es alentador y aquí en este agujero nos asombra que anoche no se llenara Canaletes (cosa que bien podría hacerse el próximo sábado).

Ustedes saben que en este foro estamos hartos de ver jugar de centrales a la ristra de incompetentes que acompañan en el vestuario a La Bestia Parda, a Xavi, a Iniesta. Que algo de decencia defensiva no estaría mal; pero lo cierto es que a pesar de todo, con la actitud ofensiva del equipo se perderán pocos puntos este año.

Y no teman, que no eludiré hablar del escabroso asunto del milagro Sex. El hambre y la insensatez que demostró anoche encarándose a Medel es su primera muestra de amor al club desde hace seis meses. Ojalá le duren las ganas. Ojalá entienda que con ausentarse del puesto de trabajo tres cuartas partes del año es suficiente. Pero no se ilusionen: hasta la fecha parece más un cazador de milfs que un profesional del fútbol.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Zonas oscuras



"¡Fuera del agua, gorda! ¡Vete al psicólogo!”. “No vengas a hacerte la estrecha, si te has follado a todo lo que se mueve...”. "¡Trágatelo [el vómito], que aún te queda hora y media para terminar!". Qué asunto fascinante, convendrán, el de los famosos métodos de Anna Tarrés, entrenadora de la selección española de natación sincronizada.

Ocurre que el consumo de deporte de alta competición es un vicio de la sociedad en que vivimos. Por esa razón, a menudo aparecen iluminados que se refieren a la necesidad de que los atletas "den ejemplo", o aparece la Unicef y se le antoja patrocinar a un equipo donde juega Motta. Sandeces. El deporte de elite es una cosa muy cruda. No es necesario ver a Pepe en acción para recordar que competir es un ejercicio esencialmente idéntico al de destruir al oponente; también Xavi piensa en esos términos. 

Y no hay que olvidar que los que hacen de un juego o un entretenimiento su medio de vida a menudo han llegado arriba después de durísimos procesos darwinistas, en entornos envenenados por las envidias o la necesidad, con entrenadores psicópatas y en medio de todo tipo de intereses económicos; a menudo sobreviven a ello con evidentes taras. Y la elite ya es la guerra, donde el mobbing, el bullying otras barbaridades son simple rutina. 

El deporte profesional no es el lugar donde escandalizarse porque Messi abronca a Villa por no dársela al primer toque -gracias, Leo-, sino más bien el lugar donde arden pasiones, vanidades y esa turbia cuestión, embellecida por la literatura, que responde al nombre de afán de superación.  Ustedes deben saner que no es raro que en los maratones mueran atletas que creían estar retándose a sí mismos cuando en realidad lo que hacían era cabalgar hacia el colapso. Escuchen a ese poeta de la montaña llamado Kilian Jornet: "Cuando corres tantas horas, sabes que el dolor llegará, tienes que aprender a convivir con él". ¿Apuntarían a sus hijos a unas inocentes clases de bádminton con don Kilian? ¿Les parece temible la dulce señorita Tarrés?

Son simplemente productos del deporte de elite, peones del espectáculo y la gloria. 

domingo, 23 de septiembre de 2012

Los nunca vistos (XI): Eduard V.



Cuarenta niños en clase. Todos menos uno dicen ser del Barça. Al disidente nadie le llama por su nombre, preferimos su sonoro apellido. Es del Espanyol y podría dar una clase magistral en las facultades de psicología sobre el bullying. Además de perico, es nieto de un apasionado del Real Murcia que le va a buscar con la gorrita y el pin de su equipo. La vida podía ser muy dura.


Eduard es un chaval pacífico y jamás se revuelve. Sabe que puede vengarse ampliamente en el patio, cuando rueda el balón. A la tierna edad de ocho años, ya conoce el valor de un buen agarrón. A los nueve hace faltas tácticas. A los diez asombra a todo el colegio con las primeras segadas. Es un duro competidor, le gusta ganar y ante todo le gusta destruir juego. Rara vez cruza el centro del campo; la suya era una de las zurdas más toscas que se han visto en los Salesianos.


Su aprendizaje continúa. Cuando el resto de niños aprende a dar toquecitos al balón, él entra en un equipo de fútbol grande y su catálogo de proezas aumenta. A los once, cuando aún quedaban cinco años para saber nada de Redondo, ya sabíamos que el codo es un arma futbolística de primer orden. A los doce, también es pionero en el marcaje por todo el campo, hubiera o no balón de por medio [algunas noches creo sentirlo, serio, callado, amenazante]. Y a los trece, antes de acabar la primaria, se doctora: ha descubierto la patada sin balón de por medio, la que se da por placer, por  intimidar, o porque eres un perico nieto de murciano.


Pero de él se recuerdan no sólo los moratones, las heridas y los arañazos. Él, que evocaba el fútbol en blanco y negro, el de cuando los gladiadores no sonreían y sobrellevaban con gesto adusto los sinsabores del balón, también nos dejó la jugada más hilarante que jamás se viera en aquel patio.  Fue en los instantes finales de un partido de básket de máxima rivalidad entre A y B (él participaba por obligación). El base rival conduce un contragolpe que significará dos puntos y la victoria, pero Eduard, en un momento de genio y honestidad, decide que aquello no va a ocurrir. Le persigue, se lanza con los dos pies por delante y le hace una segada por detrás al pobre infeliz. Gritos, empujones, insultos y un formidable caos. Él, impertérrito, se va farfullando "es falta, es falta, qué pasa". Hubo lágrimas de risa.


No hace tanto le encontré por la calle en compañía femenina. Estuvo cordial, pero no logró sonreír. Le miré sus codos, sus zapatos, su tamaño. Me pareció que no era para tanto. Al despedirnos, siguió de cháchara con su compañera. Me pregunté si acaso había olvidado al futbolista que fue.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Después de la conjura



Se ha cumplido un año del triste empate de La Banda contra un Racing que ya olía a descenso. Muchos aseguraron entonces que los futbolistas le habían hecho descaradamente la cama a Mourinho. Era la jornada cuatro y los Altintops ya habían perdido cinco puntos. Ese día el núcleo hispano del vestuario habló con el entrenador y le planteó una tregua. Pedían más minutos para esos superdotados del balón que son Arbeloa, Granero o Albiol. "Vamos a llevarnos bien", pensaron unos y otros. Desde entonces, la locura. Un vestuario conjurado, hambriento, rabioso y convencido es el arma más devastadora que existe en el fútbol. Y esa mezcla de adrenalina y vértigo arrasó en la Liga con una racha de 93 puntos ganados sobre de 102. Pero desde el mismo momento de la rúa, volvió la realidad.

La realidad es que muchos dentro de ese Frankenstein no se soportan. Que el objetivo común sirvió para tapar miserias y desencuentros. Que se siguen sabiendo inferiores al Barça y que no comulgan con los métodos navajeros de Mourinho. Así como uno entiende que Pepe tiene sueños húmedos en que él, armado con una sierra eléctrica, entra en una guardería de Rosario (Argentina), un buen número de ellos son gente normal, algo pegona, algo tuercebotas, pero normal. Y ocurre que a Casillas le vimos sonreír en los dos partidos de la Supercopa. Esa sonrisa delataba que la locura ha pasado, que han perdido esa angustia vital de tener que ganar a un rival monumental. Y esta Banda, si sonríe, pierde.

El pacto con el diablo se ha amortizado con una Copa del Rey (seguramente la final más violenta que se ha jugado en España en varias décadas), una Liga y una Supercopa. Tres títulos para el equipo más caro del mundo, que ve cómo hasta el Atleti le moja la oreja en Europa. Este año difícilmente habrá otros pactos. Lo que les une es esa Décima. Causalmente, la última vez que La Banda comenzó con 8 puntos perdidos tras cuatro jornadas fue en el año 2001, una temporada que terminó con Zidane gritando "¡toma, toma!" al cielo de Glasgow. Y en esta competición el equipo de los esprínters de extrarradio sembrará el pánico. Pero el resto del año, en el resto de competiciones, aquello será Troya, como lo fue antes en el Chelsea o el Inter, calcinados tras el paso del Quincazo Segundo. Sus vestuarios pagaron el precio de pactar con el diablo, de sobremotivarse por encima de sus posibilidades, de desafiar a rivales superiores. Señores, prepárense a disfrutar. Y recen, recen mucho, para que a cambio no tengamos que comernos La Décima. 

miércoles, 12 de septiembre de 2012

El mejor de los mortales




Tan desgarbado de movimientos como de palabra, ee adolescente, en las discotecas, debió ser el típico larguirucho tímido de bamboleo robótico, presa del acné, tan atractivo como una mantis en celo. Pero el fútbol se le daba bien: en los campos de Tercera ya destacaba como el mejor centrocampista de una categoría canalla: iba al balón dividido, lo ganaba, lo bajaba y lo liberaba.

Así llegó al primer equipo del mejor equipo y se hizo insustituible por delante del futbolista mejor pagado de la Premier. Y en un añito se convirtió en la referencia del fútbol mundial en su posición. Dos técnicos antagonistas como Guardiola o Del Bosque han jurado que de mayores les gustaría ser Busquets, y en ambos equipos le señalan como el próximo capitán.

De este hombre discreto se sabe también que no ha cambiado ni usos ni costumbres ni amistades y que es el mentor de los jóvenes que suben al primer equipo, el que les explica el 50% del secreto del Barça: el juego de posición, que viene a ser como la Dinámica del Punto de los aeronáuticos. El otro 50%, el juego a primer toque, no se enseña, va en la sangre; él es el número uno en eso.

Luego, además, nos asombra con esos movimientos suyos a cámara superlenta, esos amagos y fintas humillantes, esas bicicletas, ese veneno en el pase, esa presencia en las grandes citas. Pero lo mejor, sin ninguna duda, son sus cagadas, las que han costado goles y títulos. Nos recuerdan que después de Messi, Xavi e Iniesta, Busquets es el mejor de entre los futbolistas mortales del planeta.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Homilía fúnebre. Y un ataúd vacío.



Los futbolistas son ante todo mamíferos y, en tanto que tales, les está vedado el don de la resurrección. La obviedad viene a cuenta de lo que se ha encontrado Tito Vilanova este verano en su vestuario. Un buen número de jugadores clave se dejaron ir durante la pasada campaña, hartos de exprimirse y saciados de gloria. Contra toda lógica, siguen en ese vestuario. ¿Qué podemos esperar de ellos? O mejor dicho: ¿existe algún margen para el optimismo?

Echando la vista atrás, la conclusión es rotunda. Nope. No existen ejemplos de jugadores que después de haber triunfado desaparecerieran del mapa para regresar a lo grande. Sí hay casos de cracks que siguieron a su mejor nivel tras una lesión (Xavi, sin ir más lejos) pero no existen en absoluto cuando la caída de rendimiento se debió a los neones. A lo más que se llega en estos casos es a ofrecer un nivel digno, aunque inferior al que les llevó a la gloria, en otros equipos -Rivaldo, Henry, etc-.

Existen casos de jóvenes estrellas que nada más comenzar se descarrianon pero consiguieron reconducir su nivel para llegar después a lo más alto: es el caso de Raúl o el de Mami. Ambos tuvieron la suerte de que eso les ocurriera antes de triunfar de manera incontestable. Pero lo habitual cuando un futbolista triunfa para entregarse a la dolce vita es que se convierta en una caricatura de lo que fue, en una perfecta máquina de provocar frustración propia y ajena como Adriano o Mendieta.

Y eso, amigos, nos lleva a celebrar cuanto antes una homilía fúnebre por Piqué y Sex, que tuvieron la desgracia de cumplir el sueño de su vida profesional. El primero dio dos Champions al club que le vio crecer. El segundo logró el asombroso éxito de estafarle tres veces. Pero señores, no encarguen aún esa tercera corona de flores porque la teoría se tambalea. ¿Han visto cómo ha empezado la temporada nuestro milagrero canario? ¿Le han visto presionar con los brazos en modo Arale? ¿Le han visto asesinar los espacios con esos desmarques malévolos? Sólo han pasado tres semanas, pero si los ojos no nos engañan, Pedro está camino de superar su mayor milagro: se ríe de su dulce muerte y regresa desde el más allá.


Amén.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Dioses y villanos



La victoria de La Banda en la Supercopa el pasado miércoles debería haber abierto algún tipo de reflexión profunda sobre la salud de este Barça colosal, sobre la ambición de unos y otros. Podría haber provocado un nuevo debate sobre el cambio de ciclo -de las últimas cuatro competiciones en que se han encontrado unos y otros cara a cara, La Banda se llevó el título en dos-, o sobre la fragilidad del Barça sin Abidal, o en la necesidad de rejuvenecer a una plantilla plagada de héroes multilaureados.

Nada de eso apareció en los medios serios. Nada se escuchó en los bares. A las 24 horas, el debate ya era otro. Las tertulias volvían a sacar punta al patético personaje en que se ha convertido ese fenómeno llamado CR Ceja. Y de alguna manera, el mundo siguió igual: en el imaginario colectivo planetario, el Barcelona sigue siendo el monumento al que hay que derribar, el gran favorito a todo, la referencia. Y los otros seguían siendo el Atlético Puerto Urraco.

Y ello nos lleva a una reflexión. Los aficionados a este deporte no sólo lo son por disfrutar de los caños, los goles de volea, los tacones o los árbitros que resbalan. No sólo les atraen los insólitos caprichos del balón, los gritos, las derrotas. En este deporte absurdo también se busca otra cosa más profunda que tiene que ver con construcciones culturales milenarias. Mitos. Héroes. Villanos. Arquetipos. No se crean que eso se produce tan sólo en futboleros doctos y apolillados. No. Eso le ocurre a Toñín el Torero y al imbécil de la barretina del Camp Nou.

Esto explica que a nadie le preocupe que el mejor equipo que seguramente verán jamás se deje tantos títulos por la cuneta últimamente: han encontrado en este Barça lo que han buscado desde niños en la Disney, en compañía de los Grimm, o de Tolkien, o de los clásicos. Messi, Xavi, Iniesta, Busquets. Héroes y dioses. Paraísos y edenes. Han encontrado también villanos perfectos, réplicas de Caín, execrencias de la naturaleza en esa miseria balompédica y humana que es La Banda de los Portugueses. Mourinho. Karanka. El Tito Flo. Roncero. CR Ceja, Pepe, Marcelo, Coentrao.

Fanatismos al margen, el mundo del balón ya ha elegido: tal vez nunca se había encontrado con una representación tan exacta del Bien y el Mal. Para desgracia del pueblo culé, los futbolistas tienen un olfato privilegiado para distinguir la genuina admiración de la gente; y así Piqué o Sex saben perfectamente que juegan en el mejor equipo del mundo aunque sus actuaciones sean dignas de La Pobla de Mafumet. Esa certeza de saberse en el Olimpo, ese legítimo endiosamiento, se ha convertido una vía de agua para el equipo de Tito. Porque como decíamos, el fútbol tiene dos universos, y en el otro el balón sigue girando, y vale agarrar, escupir y mentar a la hermana, competir, alzar el título. Y ahí gana La Banda, que sabe lo que es el hambre. De ese fútbol dan cumplida cuenta As, Marca, Punto Pelota y el apartado de "Palmarés" de la Wikipedia. Del otro hablarán nuestros venideros monólogos como ancianos de memoria arrasada, cuando ya no podamos lamentarnos de toda la plata que nos dejamos por el camino.

jueves, 30 de agosto de 2012

Agujero negro



Tito y Zubi se han empeñado en que me repita. Sea, pues. Lo que sigue no es autobombo, amigos, es masoquismo, la pura constatación de que a esta poza inmunda no se asoma jamás nadie que gobierne nuestros corazones. Y de que en las competiciones del KO no tenemos defensas capaces de contener a equipos pergeñados para lanzar ocho ataques por partido. Si no solventamos este agujero negro, no bastará con haber recuperado el hambre.


14 de septiembre de 2011: "Es 14 de septiembre y el Barça ya ha encajado dos o más goles en cuatro partidos oficiales. Exactamente las mismas veces que en toda la pasada temporada". Una lección.

6 de noviembre de 2011: "...la ineptitud puntual de nuestra defensa, principal responsable de que el que tal vez es el mejor equipo de la historia, con el mejor jugador de siempre, motivado y hambriento, esté tres puntos por detrás de La Banda de los Altintops". La conspiración.

24 de noviembre de 2011: "Efectivamente, pocas veces en la historia del fútbol ocho hombres ganaron a 14: los 11 rossoneri más Puyol, Mascherano y Abidal. Ya comentamos esta pesadilla defensiva (...)". 8 contra 14.

11 de diciembre de 2011: "(...)Tanto que no importa que Valdés haga un fallo terrible a los 15 segundos. Tanto que no importa tener a la peor defensa que hemos visto desde tiempos de Christanval". Una maldición llamada Barça

28 de enero de 2012: "El Barça es segundo y para muchos no es favorito a ganar la Liga. Básicamente por dos razones: por la lógica falta de motivación para jugar en estadios de segundo nivel y por el lamentable nivel de la defensa". Messi contra Piqué.

29 de mayo de 2012: "No cuesta imaginar a Sergi Barjuan sonriendo satisfecho a lo largo de toda la campaña, admirado ante el horror perpetrado semana tras semana por la defensa de este equipo histórico". Barjuan se sentiría orgulloso.

1 de junio de 2012: "(...) no es de recibo que uno acabe la temporada pensando que tíos como Lanzaro del Zaragoza, Ballesteros del Levante o Mariah Carey, del Bigardas United, serían titulares indiscutibles en esta horrenda defensa". Las notas (I). Can Pixa.

martes, 28 de agosto de 2012

Síntomas



En agosto de 2011, La Banda arrolló al Barça en el primer partido de la Supercopa. Los Quincazos también exhibieron agresividad, ambición y tono físico en el Camp Nou; sólo el talento sobrehumano de Messi impidió que ganaran ese título. Pero su dinámica era temible. En la jornada dos de Liga ya llevaban diez goles y eran líderes. La cosa, ya saben, acabó en récord y título.

Un año más tarde, ya lo ven. La Banda sale al Camp Nou gallinácea y raquítica. Tiene potra, pero muestra un nivel ínfimo. Tal vez gane esta Supercopa a lomos del politraumatizado Averno, del genuino olor a metal fresco. Pero su nivel no es el que era. Ya tienen una Copa y una Liga y sólo darán ese plus de capacidad de sufrimiento que se requieren para ganar en Europa. Por supuesto que se hinchará a ganar un montón de domingos consecutivos, pero no engañan a nadie. La sobreexcitación y el hambre se quedaron en Cibeles y sólo volverán con los acordes de Händel.

En pleno agosto hay cosas que se intuyen. Si este Barça mejora su nivel defensivo hasta lo que podría considerarse simplemente Flojo (escalando desde las profundidades de Grotesco, Patético, Lamentable y Bochornoso) esta Liga no se escapará. Puede que estas conclusiones les parezcan precipitadas. Pero no olviden que ya hemos visto al equipo remontarle un 0-1 a La Banda -lo que demuestra fe- y de ganar un partido que hace un año habríamos perdido sí o sí -lo que demuestra hambre-. Hace un año ya en la segunda jornada pinchamos prematuramente un partido fácil en Anoeta.

Europa será este año el reto. Pero la Liga, amigos, bien podemos ganarla a 12 jornadas para el final.

viernes, 24 de agosto de 2012

Vive tu propia aventura



*Si quieres repasar el partido, pasa al párrafo 1.
*Si quieres desfogarte contra el juego sucio de los Quincazos, pasa al párrafo 2.
*Si necesitas renegar de la defensa del Barça, pasa al párrafo 3.
*Si crees haber visto a un equipo aterrorizado sobre el césped, pasa al párrafo 4.
*Si quieres refocilarte con el juego azulgrana, pasa al párrafo 5.
*Si tienes la impresión de haber visto a Nureyev vestido de azulgrana, pasa al párrafo 6.



Un partido de verano. Posesión 69% a 31%, 22 chutes a Casillas por nueve a Valdés. Lo de siempre. Superado el accidente emocional de mayo del pasado año, la superioridad de unos sobre otros sigue siendo incontestable. Pero amigos, éste es un juego caprichoso y absurdo que dominan los detalles, de ahí el 3-2 final.


Odiar. Una sombra ha visitado esta noche el Camp Nou. La concentración de guiris y palangres que asistió al Templo se ha llevado una mayúscula sorpresa: la delincuencia de los Quincazos es aún más notable en vivo. A cada acción y a cada contacto, el Mal se hace visible, se huele, se toca. El horror, el horror.


Algunos hombres malos. Ha pasado un verano, han volado otros 35 millones y el Barça sigue en manos de una defensa frágil, que no domina los espacios, que se harta de dar regalos, que lo fía todo a acciones milagrosas y que es incapaz de concentrarse. Una defensa, en definitiva, que sigue huérfana de ese superhéroe llamado Abidal. A la grotesca orgía de los centrales se unió ayer Valdés, patrón de bate. Lo suyo es preocupante: en un año entero sólo ha sido decisivo en dos partidos importantes. En ambas ocasiones regaló tantos a la Fundación Khedira.  

El trauma. Qué gran consuelo saber que la próxima semana volvemos al Bernabéu. ¿Imaginan que cada partido fuera contra ellos? ¿Cada miércoles y domingo? ¿Sabi contra Iniesta día sí y día también? Qué placer incomparable poder demostrar victoria a victoria y pared a pared que esta Banda es un Sestao de multimillionarios, un equipo cobarde, un equipo cuya psique sigue atrapada en el 29 de noviembre de 2010. Sus patadas, sus contras y su esfuerzo a duras penas disimulan la pura verdad absoluta: el de Mourinho un equipo traumatizado que sólo quiere una cosa: que el partido acabe cuanto antes, irse a la cama y sonreír porque no le han metido cinco ni seis. 

Fútbol. El monumento al fútbol que son Busquets, Xavi, Iniesta y Messi es emocionante. Cada semana dejan arte, y cada semana nos recuerdan que un día nos moriremos o, peor, que un día se retirarán. Cuando juegan ellos, el mundo se para. Y hasta un deporte tan demencial como el fútbol calla y asiente. 

Y el genio. Iniesta dormitó una parte entera y acabó desfondado. Pero levitó durante 20 minutos. Ingravidez y vértigo. Qué crueldad es para Zidane que el fútbol haya dado con su mímesis tan pronto. Ya nadie le recuerda. Ahora el balón es del Ángel Exterminador

miércoles, 22 de agosto de 2012

Pablo contra Pablo



"Me llamo Pablo, ¿qué hago aquí?"
Pepe, 19 de agosto de 2012 

La conmoción de Pepe y su consiguiente transmigración anímica son la perfecta metáfora de la extraña situación que afronta el barcelonismo ante un nuevo duelo contra El Mal. Tras humillaciones históricas como el 2-6 o el 5-0, tras siete visitas victoriosas consecutivas al Averno, tras frustrar al eterno rival en 13 de los últimos 14 choques, La Banda cazó la última Liga en el mismísimo Camp Nou. Papá, me llamo Pablo y soy cuidador de ovejas.

El triunfo liguero del ejército de Mourinho fue merecido e incontestable. Y precisamente por ello nuestra turbación es mayor. La Fundación Khedira. Marcelo y Sabi y Arbeloa. Ese 4-2-3-1 parido para contraatacar, ese equipo cobarde en las grandes citas, ese homenaje al Sestao. Eso ganó. Mamá, me llamo Pablo y por las noches pinto farolas. 

Y si uno observa quiénes perdieron esa Liga, quiénes jugarán como visitantes esta Supercopa, el desconcierto es aún mayor. La Bestia Parda en su mejor año, en el año que ni un loco habría soñado, pierde. Busquets pierde. El mejor centro del campo que vieron los tiempos pierde. Todos derrotados por un puñado de velocistas cuya misión es tirar ocho sprints por partido. Tete, me llamo Pablo y me voy con Yuri Gagarin.

En la noche de mañana, con tanta pasión y un título en juego, será difícil medir el hambre de un vestuario saciado que pilló en cuatro años lo que otros grandes pillan en 30. Pero vendrá bien para intuir cómo anda de espíritu colectivo y capacidad de sufrimiento. 

Pero ante todo, el choque servirá para ver qué nos depara la vida tras el piano que nos cayó en la cabeza en abril. Apuesten a que el mundo seguirá igual. Pablo volverá a ser el mejor defensa del mundo, volverá a perder y volverá a conducirse como un carnicero descerebrado. Y el Barça, si tiene bien presente ese monumental chichón, volverá a ser el Barça. Que Dios nos ampare a todos. 

sábado, 18 de agosto de 2012

Fútbol Club Messi



21.00 horas y juega Messi con tres puntos en juego. Exactamente: por fin la felicidad para ese monstruo competitivo y para esa legión de seguidores que ha penado, abúlica y ojerosa, durante la orfandad estival. Para regocijo de todos, la previsible demolición de la Real Sociedad marcará también el comienzo de otro asunto más trascendental: el del Fútbol Club Messi.

En efecto, con el adiós de Guardiola ha habido un traspaso de poderes ordenado, civilizado y conveniente que ha acabado del siguiente modo: ahora quien tiene la última palabra en las decisiones clave es La Bestia Parda. Por supuesto que la directiva tiene sus competencias, y que Tito, el sabio estratega de la era Guardiola, es quien hace las alineaciones, quien entierra la defensa de tres y el que elige qué proyecto solidario arrancamos este verano en el Emirates Stadium. Pero las decisiones se llevan a cabo si y sólo si a Messi no le "enojan" ni le "calientan", del mismo modo que antes el club entero contenía la respiración entorno a la furia encorbatada de Guardiola. La jerarquía del mejor jugador que veremos jamás comienza a ser acorde a su talento y nadie debería preocuparse: el Messi de La Banda es un futbolista frustrado llamado Mourinho; el del United, el anciano Ferguson; el del Chelsea, el analfabeto balompédico de Abramovich.

Aunque a muchos nos habría tranquilizado ver una lista de bajas con nombres como Alves, Piqué o Villa antes de empezar la temporada, hay motivos para el optimismo. El primero de ellos es que Los Quincazos vienen de ganar una Liga y su pulsión competitiva caerá, si no en los grandes choques, sí en los campos humildes. El conjunto más canallesco que han conocido los tiempos sigue obsesionado con  La Décima y el Barça debería sacar provecho de ello para volver a la normalidad de ganar el título doméstico. Además, La Bestia Parda y compañía han asumido que el pasado año dejaron escapar los grandes títulos por su (lógica) falta de tensión, y quién sabe si eso les haya hecho meditar sobre la necesidad de arrinconar a los moc-mocs.

Pero olvídenlo todo y sonrían. El fútbol ha vuelto: a las 21.00 horas juega Messi con tres puntos en juego.