martes, 24 de septiembre de 2013


La cueva se nos quedaba pequeña. Te esperamos en www.lacavernaazulgrana.com

domingo, 15 de septiembre de 2013

La caricia




No hay niño en el mundo que no haya sentido la fascinación de los disparos con efecto. Es sencillo detectarles. Les verán ensimismados en el parque, ante una portería, a solas con su pelota. Les verán arrobados ante el balón, cambiando los tres pasitos de aproximación antes de chutar, intentando nuevas trayectorias. Verán cómo siguen la curva de sus envíos inclinando un poco la cabeza. Algunas veces musitan algo, imaginan barreras y escuadras, celebran goles con demasiado poco disimulo. La fantasía de la rosca acaba invariablemente en un pie que, de tanto empeño por impactar la pelota en escorzo para lograr el máximo efecto, acaba por chutar la nada.

Tras muchos años de ver goles de falta de todo pelaje, hemos dado con el que tal vez sea la materialización más perfecta de la suave caricia que todos hemos intentado alguna vez ante una portería vacía o un trozo de pared. Fue obra de Maradona, disfrútenlo (2'34").

He pensado que era una buena forma de despedirnos ahora que soplan tiempos de cambios en este rincón.


PD. Este podio de suave felicidad lo completarían, cómo no, La Bestia Parda (40") y Ronaldinho.



miércoles, 11 de septiembre de 2013

Después del relato: un Barça postmoderno



El parte del destrozo neonuñista es extenso. Tenemos a parte del vestuario cabreado por las no renovaciones de gente del cuerpo técnico que sólo se explican desde el sectarismo contra Guardiola. Tenemos a varios capitanes -puede que hablemos de un póker, pero dejémoslo en eso, en sólo varios- indignados con la directiva. Tenemos, según ha llegado a este agujero, a un Messi que le ha visto las orejas a Sandro y que ya le ha montado un total de tres duras escenas por no sentirse respetado... Con amenazas incluidas. Sigamos. Tenemos a Tata como completo novato, que merece toda nuestra confianza, pero falto aún de fuerza. Tenemos al mejor comunicador de todos los que hay ahí dentro, Zubizarreta, en una curiosa situación de interinaje. Y tenemos, para qué vamos a ocultarlo, un club que tiene a la inmensa mayoría de los grandes medios de la ciudad en el bolsillo -y esa ubicación no es metafórica-.

Ocurre también que los arquitectos de todas y cada una de las cuatro Champions alzadas por esta institución son insultados a cada ocasión por los actuales gestores del club: de hecho, se les ataca más a ellos, que en justicia deberían dar nombre al museo o a los goles del Qatar Stadium, que a ningún otro personaje del planeta fútbol. Ya puestos a bucear en la miseria, tenemos que creernos lo de los ocho millones en opciones preferenciales sobre jugadores ignotos y tragar con la opacidad de los números del fichaje de Neymar, y no mentar, so pena de acabar en un juzgado, el oscuro rombo Rosell-Teixeira-Qatar-Andorra.

Con este panorama, cuando se suceden los casos de Abidal y Mickeal uno ya no puede ocultar su vergüenza. Y nos asalta la vaga sensación de ser unos traidores: sabemos que deberíamos vibrar muy fuerte ante la inminente visita del Sevilla, y coger un enorme trozo de pan para mojarlo a fondo, porque la catástrofe en Florentinópolis se huele desde aquí... Pero no. No nos sale. Tal vez la culpa sea nuestra, por habernos acostumbrado a esa cursilería llamada relato, por haber adoptado la romántica convicción de que hay que ganar siendo los mejores, por tener la estúpida pretensión de que a cada victoria se defiende una idea del fútbol.

La verdad última que nos deja el verano, la certeza que nos queda de los 14 meses en que Rosell ha ejercido de presidente, es que el club ha perdido ese patrimonio llamado credibilidad. A cambio, tiene unas prioridades que a nosotros, al pueblo llano, se nos antojan incomprensibles. Nos hemos quedado solos, con nuestra gorrita del Barça y las ganas de pitar a Sabi Alonso.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Carletto





Hundimiento de las fosas occipitales, caja craneana demasiado pequeña, muelas del juicio demasiado grandes, escasa vellosidad en el cuerpo, frente huidiza, arcos temporales pronunciados, mandíbulas fuertes y marcadas, fuerte desarrollo de los malares, fuerte pigmentación, cabello enrulado y espeso, defectos en las orejas, asimetría de la cara, y labios carnosos o hinchados. Éstos eran, según el monumental estudio de un señor llamado Cesare Lombroso, los rasgos físicos que permitían identificar a un criminal. Su obra es tal vez la más conocida en el abismal mundo de los frenólogos, que sostenían que las facciones y forma del cráneo alumbraban la personalidad de cada cual.


Lamentablemente, estas teorías no hicieron fortuna.


El recuerdo de Lombroso aparece, enorme, cuando uno observa, con inevitable simpatía, la asombrada expresión de Ancelotti. Lo que nos ha dejado en sus primeros pasitos al frente de La Banda es alucinante y, no se lo digan a nadie, prometedor. Todo comenzó con la suplencia de Casillas. Hay una verdad absoluta: los futbolistas, los que están en un vestuario, saben perfectamente, con un solo vistazo, quiénes son los buenos. Y no hay futbolista en España que piense que Diego López es mejor que Iker. Ninguno, ni uno solo, se jugaría un título, una prima, una finalísima, con el quijotesco portero de Mourinho antes que con El Santo. Bien. Luego está lo del fichaje de Bale por 100 millones: una carcajada. Un equipo con un déficit histórico de organizadores y con superpoblación de mediapuntas paga lo jamás pagado... por otro trequartista: el Qatar Stadium se viene abajo.


La guinda del pastel es la venta de Özil cuando había quien ponía pasta por Khedira. Özil: un futbolista capaz de esto. El único genio puro capaz de toserle a Iniesta. Alguien que pone de acuerdo a contendientes de tres bandos distintos como son Ramos, Arbeloa y Cristiano. El jugador de quien Manuel Jabois escribió que "en lugar de sudor desprende fina cera". A la calle. De nuevo, los futbolistas saben, porque tienen ojos, quién es el bueno. De nuevo, Canaletes debió llenarse.


Pasmado, al fondo de este sindiós, aparece, elegante, Ancelotti. Enarca esa ceja fascinante mientras silba 'la donna è mobile' y dedica a la afición un gracioso saludo con su sombrero. Su realidad es dura. Ya todos en su vestuario saben, con absoluta certeza, que ahí dentro no manda él, sino el profeta del balón que en su día purgó a Hierro, Redondo, Makélélé y Del Bosque. Tal vez el bueno de Carlo, el millonario Carlo, no tiene otra opción, tal vez sea sólo un currante que depende de su jefe.


Tal vez. A nosotros nos queda la íntima desazón de no poder preguntarle a Lombroso por el significado profundo de esa ceja, nos queda la incógnita de quién es Carletto.


PD. Les gustará saber que Christian Gourcouff, técnico del Lorient, que el año pasado fue octavo en la liga francesa, vio este lunes cómo el club vendía sin consultarle a Mario Lemina, su futbolista más prometedor. Cogió un micro y he aquí lo que dijo: "El club no puede hablar de ambición si vende a sus mejores jugadores. Este traspaso es sólo un negocio. Quiero que la gente sepa que no soy cómplice de esta decisión. Sufro. De alguna forma, es una falta de respeto a mi función y a mi pasado en el Lorient".

jueves, 29 de agosto de 2013

Una deuda saldada



La catástrofe que protagonizó Valdés ahora hace un año martillea aún algunas conciencias. Un estúpido regate sobre Di María propició el 3-2; fue el prólogo de la derrota en la Supercopa en que también ayudaron los protocolarios errores de Mascherano y Piqué. Pero en realidad fue aquel regate calamitoso el que hizo posible que Mourinho abandonara su monumento a la infamia con tres títulos, y no dos.

VV, pese a todo, sigue siendo uno de los nuestros. Un año después nos ha devuelto el título que nos birló y lo ha hecho con dos paradas antológicas que lamentablemente no se recordarán dentro de un tiempo. Sí hablaremos del remate picado de Neymar que nos dio el título, y quién sabe si algún tarado rememorará las malas artes de Godín, ese señor que perdió anoche la primera de las seis finales disputadas a lo largo de su carrera.

Los que de ninguna manera olvidarán lo ocurrido anoche son Turan y Villa. Sus dos balones llevaban el veneno del gol, el inequívoco aroma de la desgracia. Sólo un loco maravilloso sería capaz de sacar ahí las manos que tan estupendamente les ha negado a otros. Es este Atlético un equipo convencido, fanático, donde nadie sonríe, como hizo holgadamente Song en la ida. Es un Atlético de mucho fútbol y mucha hambre, que mereció más el título, que creyó más en él y que en buena lógica hoy mismo debería visitar Neptuno. El plan de Simeone, sin embargo, tenía una sola laguna: un portero de cráneo imposible, que celebró -hecho insólito- el primero de sus milagros con el puño cerrado y mirando a la grada.

Todos en el Qatar Stadium sabían anoche que la undécima Supercopa la ganó un tío que se sabe fuera del club y que nos debía una. Durante la deslucida entrega del trofeo flotaba en el ambiente el torturado rictus de nuestro número uno y por un momento alguien creyó oír, procedentes de la tercera gradería, ciertos acordes de Dylan.

viernes, 23 de agosto de 2013

Idilios



No hay cosa más incómoda y sufrida que un inadaptado. ¿Vieron a Ibra chirriar en el engranaje guardiolano? ¿Recuerdan a Lineker o Popescu con Cruyff? ¿Se acuerdan de cuando Antic entrenó -y salvó- a este equipo? ¿No les dolía la córnea en esos raros meses en que Maradona jugó en el Pizjuán, o al ver a Baggio en el Brescia? En el fútbol, territorio de bandoleros apátridas, cuesta encajar la identidad de cada cual con la historia del club, con su afición, los jugadores, la filosofía de juego.

Pero hay raros casos en que todo fluye en un mecanismo maravilloso. Así se vio el miércoles. En esa cita intensa en que Villa le ganaba esprints a Piqué y Neymar fulminaba el segundo palo resultó asombroso presenciar y disfrutar del idilio que se vive en el Calderón. ¡Todos se quieren! Simeone dirige a una turba de fanáticos que ya en la última final de Copa demostraron que habían destronado a La Banda como campeones mundiales de wrestling. Idea de juego, sí, por supuesto: morder atrás, contragolpear y mandar balones al helipuerto que Diego Costa tiene por pecho. ¿Cracks? Sí. Arda, el artista del equipo, pisando ambas áreas y barriéndolo todo. Y luego lo otro: Juanfran y cuatro compinches abroncando a Alexis después de haberle metido un codo en la boca. Godín y sus inequívocos gestos: ¡uruguayo!

Que Simeone y el Mono Burgos están encantados es evidente y lógico. Como lo es que Cerezo esté feliz: ha silenciado a sus críticos con un equipo que aspira a su sexto título en cuatro años. Pero nada es más sorprendente y más grandioso que ver a esa afición pasional y sufrida ovacionando con entusiasmo los fueras de banda o las recuperaciones en medio campo. Fuenteovejuna: sin preguntas incómodas, ni críticos, ni gourmets, ni monsergas

El Atleti, este Atleti, merece crédito como aspirante. Idilios como el que vive cuestan mucho de encontrar en el planeta fútbol. Once tíos con una idea, cosa poderosa. Todo un club hermanado, cosa terrible.

martes, 20 de agosto de 2013

Vuelve la conjura


Mucho se ha dicho ya sobre la exhibición del domingo. Gran decisión -aunque frustrante y destrempadora- la suplencia de Neymar. Buen indicio de futuras rotaciones las suplencia de Iniesta y Alba. Extraordinaria noticia la sustitución de Messi a mitad de segundo tiempo: uno puede imaginar que también a Xavi, al fin, se le reservará para los grandes días. Y, si me permiten, resultó hilarante comprobar cómo Sex, un año más, comienza en agosto su trimestre productivo, periodo que suele terminar invariablemente a principios de diciembre.


Pero si por alguna razón el debut nos evocó viejas ilusiones fue por las celebraciones de los goles. Ese entusiasmo, ante un rival que desprendió el inconfundible aroma a fiambre de los que duran poco en Primera, ya lo habíamos visto. Vuelvan a ver el choque y buceen en Youtube: verán cómo lo del domingo se parece enormemente a imágenes de octubre y noviembre de 2009, cuando comenzaba a desvelarse el plan de Guardiola y su equipazo eclosionaba.


En efecto, las miradas y gritos entre jugadores después de cada gol eran los de un grupo de conspiradores que comparten satisfacción ante un plan bien ejecutado. El arma, lo han adivinado, se llama presión. Hasta un tal Messi se hinchó a recuperar balones en la primera media hora. Imaginen cómo correrían ustedes si vieran a La Bestia Parda sudando como un pollo, vomitar y volver a morder al rival.


Lo dijo el Tata el sábado y queda repetirlo: "Soy nuevo en la Liga pero no en el fútbol". Desde luego: en quince días ha convencido a su vestuario de que se conjure para volver a correr.

jueves, 15 de agosto de 2013

La Liga en una servilleta



Y hasta aquí el desierto y la desubicación. Vuelve el balón, vuelve Messi, vuelve la mejor alienación social inventada por el hombre moderno. Y con este redondo momento de felicidad llega también la ocasión de mojarse y hacer uno de esos burdos ejercicios de futurología que invariablemente acaban en bochorno, excusas y sonrojo. Pero no seamos cobardes. Como a los gorrinos les encanta revolcarse en el fango, a los futboleros nos gustan las profecías. Y más que ninguna otra, aquellas que hacemos con los ojos brillantes junto a una servilleta de bar donde hemos dispuesto, con mano temblorosa por la emoción, el once de nuestro equipo. Seamos sinceros: es cierto que en el eje de la defensa hay una nada, apenas confortada por una mancha de aceite del bocadillo de jamón, pero al menos ese vacío queda entre Valdés y Busquets, y bien cerca aparece Alves. Las cuatro letras de Xavi no figuran aquí desgastadas, ni cansadas, ni saben nada de tendones crispados. Tremendo es lo que hay en la parte izquierda del papelito, donde uno lee con enorme cosquilleo subabdominal “Alba, Iniesta, Neymar”, y en aquel otro rinconcito recuperamos la fe en Alexis -¿qué sería del fútbol sin el amor a las causas imposibles?- y arriba, envuelto en el torpe dibujo de una estrella, está el amuleto que nos hace sentir únicos en el mundo y elegidos de la historia, ahí, junto a un resto de espuma de cerveza, ahí campa el dorsal 10. Y en ese preciso instante, el oráculo habla a través de nuestra euforia.

Y nos dice que el Atleti es cosa seria, que el triceratops de Simeone sigue ahí, pero que sin Falcao y con Villa es mucho menor, y que difícilmente aspirará a colarse en el duelo de siempre. Y que por tanto, somos nosotros o La Banda. Y que es verdad que con esta directiva incapaz y rencorosa no podemos contar para empujar al equipo, y que ahí salimos perdiendo respecto a un Florentino obsesionado con la victoria, que, dentro de sus delirios, hace cuanto puede. Y si bien nosotros llegamos de ganar la Liga y el rival de otro año de fracasos, el efecto Tata iguala el hambre que hay en uno y otro lado. Y también intuimos que, a pesar del desastre cometido con Valdés, y del adiós de Abidal y de piezas clave del cuerpo técnico, en nuestro vestuario sigue mandando un grupo de gente sana y competitiva con un cierto sentido de la civilización, mientras que los distintos comandos armados de esa otra casa se abocan a la difícil digestión del postmourinhismo. Y al final de nuestro trance adivinatorio, nos queda, arrugada pero triunfal, la servilleta, y en ese pedacito de papel translúcido aparecen nueve nombres (y dos borrones) que, incluso a pesar de la yegua, son sencillamente superiores.


En unos meses, por supuesto, el azar del juego y el millón de detalles que entran en juego harán saltar por los aires cualquier pronóstico para avergonzarnos un año más. Hasta entonces, entornen los ojos, abriguen sueños salvajes y disfruten de su servilleta.