miércoles, 27 de febrero de 2013

La carrera del siglo (IV): El Baile del Diablo




"Así, durante un rato, experimentaron la desagradable sensación de escuchar cómo el suelo sonaba a hueco y crujía bajo sus pies, por lo que denominaron al lugar 'El Salón de Baile del Diablo'". 


Amundsen-Scott: Duelo en la Antártida. Javier Cacho Gómez


Así es el Polo Sur. A 40 bajo cero y en un lugar inexplorado, algo cruje bajo tus pies y sabes que todo puede venirse abajo y acabar para siempre. A 40 bajo cero te acuerdas de que tu entrenador está luchando por su vida en Nueva York, de que el único central digno de tal nombre no está en forma porque ha estado ocupado con su cáncer.  A 40 bajo cero miras a ese tío que lleva el cuatro a la espalda y que te traicionó hace una década y a quien ahora debes confiárselo todo. A 40 bajo cero respetas la simple y perfecta máquina de dar muerte de un rival que empuja hacia el mismo objetivo que tú ambicionas.

Pero a 40 bajo cero uno también tiene tiempo de pensar en que el partido grande, el que decidirá de verdad esta carrera, se producirá en Champions. Que para que ese partido pueda llegar, hay que eliminar a un Milan fascinado por el mourinhismo pero sin las piezas exactas para ejecutar ese horror. Que hay detalles por pulir: aunque este Barça siempre fue un monumento inmortal, nunca ha sido un engranaje perfecto. 

Con el viento helado en la cara y ni la más remota idea de dónde está uno, es bueno saber que en tu equipo hay tíos con el carácter de Busquets o Alves. Que con sus defectos, Alba recorre la banda, que Iniesta y Pedro no paran de probarlo. Que difícilmente Xavi y Messi volverán a estar tan desaparecidos en una cita importante. Pero ante todo, con la cara llagada de frío llega una buena nueva: que al fin tienen la excusa que les ha faltado hasta hoy para jugar con los ojos inyectados en sangre. 

No sonrían. Hay 40 bajo cero y todo cruje bajo nuestros pies. Por el amor de Dios, tápense.

lunes, 25 de febrero de 2013

La carrera del siglo (III): Fantasmas







"El explorador metódico, reflexivo y prudente, de repente, dejó que la oscuridad de la noche antártica entrase en su alma, reviviendo sus miedos, exacerbando sus vacilaciones, haciéndole olvidar su pormenorizada planificación y empujándole a tomar decisiones que parecían ajenas a su personalidad".

Amundsen-Scott: Duelo en la Antártida. Javier Cacho Gómez

Toda gran empresa vive un momento crítico. Un momento en que uno examina las fuerzas que le quedan para salir adelante y teme que no bastará, que el fin está cerca. Ahí está este Barça. De nada le sirve haberlo ganado todo, ni haberlo hecho tantas veces, ni jugando como lo hizo ni con toda la Masia sobre el césped. O levanta dos eliminatorias, o a pesar de llevarse la Liga este será recordado como un año discreto. 

En la memoria no quedará ese 95% de partidos en que el equipo da espectáculo y arrasa a todos. En la memoria cainita de los culés quedará que no pudieron con el equipo más caro del planeta (un equipo mezquino y sucio hasta la náusea) ni con el descomunal autobús italiano de un equipo con siete Copas de Europa. Nadie recordará que el entrenador estaba en otro continente recuperándose de una grave enfermedad, ni de que éste es un juego de azar en que la gente suda. 

Por eso los 90 (o más) minutos de mañana son trascendentales. La Banda se juega más porque tiró la Liga hace meses, pero trae la ventaja del empate de la ida. Sólo se motivan cuando ven enfrente un tío de menos de metro setenta con una camiseta azulgrana, por eso una victoria local se antoja difícil. Y el camino para lograrla es desconocido, aunque sí estamos seguros de cuál es el camino que lleva al desastre: el del juego sin identidad, el exceso de prudencia, la renuncia a la pelota, la hiperexcitación. Los compañeros de Amundsen, hace un siglo, vieron peligrar todo cuando se acercaba el momento crítico de atacar el Polo Sur, cuando se dieron cuenta de que a Amundsen "el fantasma de los ingleses le atormentaba sin descanso”

Mañana es el día en que, más que nunca, Messi se tiene que juntar con Xavi e Iniesta bajo la tutela de Busquets, con dos energúmenos tirando desmarques por delante mientras Alves sube una banda y Piqué aparece en la frontal del rival justo cuando Alba pisa la línea de fondo y Abidal calienta en la banda para que el estadio entero se estremezca. Mañana no es un partido para ver fantasmas. Porque hasta en la derrota nos gusta reconocer a los nuestros. Y sobre todo, porque el miedo es el camino más corto al desastre. Que lo sientan ellos. 

miércoles, 20 de febrero de 2013

Maldita cresta




Llantos, hipos histéricos, luto, mal humor, fotofobia, divorcios, broncas en los semáforos y consultas a Wikipedia para averiguar quién demonios es Constant. Duro jueves se avecina, amigos. La Champions, esa resonancia magnética a la que se someten los mejores clubes del mundo, desnudó anoche al Barça.

Esa durísima prueba dejó algunas verdades. Una: que el Barça no perdió por las malas artes del rival ni por su poco acierto ante la portería rival: los azulgrana estuvieron tan duros como el Milan, pero no crearon peligro en 90 minutos (pese a las increíbles seis ocasiones que concede la UEFA). Dos, que estaría bien afrontar ciertos partidos con una defensa que no dé risa encarar.

Sobre todo, el partido insinúa que a este equipo le falta ese cuajo, ese punto de hervor que define a los campeones, aquel intangible que les hace remontar partidos imposibles, obtener victorias inmerecidas, beneficiarse de errores arbitrales insólitos. Lo de hoy no es nuevo: si quitan al Atlético de Madrid, comprobarán que el Barça ha jugado este año cinco partidos importantes -cuatro contra La Banda y el de anoche-, en los cuales sólo ha cosechado una estéril victoria.

De la noche rescatamos el magisterio de Ambrosini, la dureza mental con que afronta partidos en que sabe que sólo va a sufrir y aburrirse, y la maravillosa afición italiana, vibrando con las entradas  a Messi en medio campo, celebrándolas como si no hubiera mañana. El fútbol es único seguramente porque cada cual se lo pasa en grande como quiere. El fútbol es grande porque incluso al derrotado le queda el derecho de despreciar a su verdugo y a sus malditas crestas. Feliz jueves.

Misión en Italia





“Forse tutta l’Italia va diventando Sicilia…”. 
El día de la lechuza,  Leonardo Sciascia

Ustedes sabrán que los italianos son un pueblo antiguo, magnífico en el comer, tradicional en lo religioso, sabio en el fútbol. También debe constarles que es un país puntero en el robar y bipolar en la política. Tal vez dentro de muchas décadas, nada explique mejor a la decadente Italia de esta era que la artificial y decrépita sonrisa de Berlusconi.  

Silvio, el Caimán, resucitó al Milan a finales de los 80 y levantó un homenaje al maquillaje grueso con su imperio televisivo. Ha derrotado a la justicia tantas veces -y con artes tan dudosas- que es insólito que los jueces y fiscales de ese país no se hayan hecho un harakiri multitudinario en señal de protesta. A finales de noviembre de 2011 dejó su cargo de primer ministro  y parecía haber abandonado para siempre la política.

Pero este fin de semana tiene la ocasión de resucitar ante el asombro del universo con unas legislativas a las que se ha presentado por sorpresa. Las encuestas no le dan favorito, pero ya en el pasado demostró que es capaz de cualquier cosa. En ese ambiente, uno piensa que tal vez el partido de esta noche pueda decidir algo más que un billete a los cuartos de final de la mejor competición del planeta. ¿Imaginan que el Barça lograra hoy un escandaloso resultado de 1-5? ¿Imaginan a Messi celebrando una y otra vez sobre el patatal de San Siro? Tal vez la genuina estampa de la masacre futbolera televisada a medio mundo entierre para siempre las ambiciones públicas de Il Cavaliere. Tal vez una goleada de esas que el Barça nos da tan a menudo arrasen para siempre a este personaje siniestro, tal vez impidan que portadas así vuelvan a publicarse.

Lo de esta noche será un entretenido ejercicio de geopolítica futbolera. Pobre Silvio, que puede jugarse su vanidad y sus retornos en una hora y media. Pobre, cuando vea a Xavi, Iniesta y Messi en el once del Barça.  

jueves, 14 de febrero de 2013

La desvergüenza



En la creencia de que la turba analfabeta es además desmemoriada, el Barça lleva una semana surrealista dedicada a la reivindicación del nuñismo. La excusa que ha encontrado Rosell para agasajar a su referente ha sido un homenaje al nacimiento de Casaus. De Casaus, sí. Como si Barcelona no fuera una ciudad minúscula, como si la gente no supiera, como si hubiéramos olvidado. O como si no tuviéramos nada mejor que hacer.

Ya en su día hablamos de las esperpénticas contorsiones de Sandruscu a la hora de elegir un hall of fame que no tenga relación alguna con el hombre que enseñó a ganar a un equipo segundón y quejumbroso, a un equipo que tenía en Rexach a su ídolo. También tratamos de explicar cómo nació la infinita inquina del nuñismo hacia Cruyff. Perdonen, pues, que nos tomemos a guasa los últimos movimientos de esta junta rencorosa.

Uno se imagina a estos simpáticos muchachos de manos callosas por el trabajo en la reunión mensual del área social, conocida entre sus integrantes como "Desmontando al holandés Innombrable". No beben, por supuesto. Peor: beben cerveza sin alcohol. Una secretaria apunta las ideas que surgen. Dan lo mejor de sí mismos, y al final quedan apuntadas las siguientes opciones:

-Un homenaje en el Camp Nou a Josep Maria Huguet, por su intachable trayectoria como barcelonista.
-Insignia de oro y brillantes a Desailly, por ese golazo en Atenas.
-Un desfile de moda sobre el césped del Estadi para conmemorar el bienio en que Johan enloqueció. Modelos: Angoy, Korneyev, Eskurza, José Mari, Sánchez Jara y Escaich.
-Creación de la Sala Gerardo para dejar constancia que jugar un fútbol horrendo molaba mucho.

El contubernio acaba cuando alguien lamenta, con rictus serio, que el equipo ya lleva muchos años sin llegar a cuartos de final de la Recopa. Breve e incómoda carcajada. Esa gente que no viene del fútbol, sino del cenagal del genuino postfranquismo barcelonés, abandona la sala con andares satisfechos. Ya sólo les falta llamar a un par de periodistas. Y a vivir, que son tres días.


domingo, 10 de febrero de 2013

Sermón en misa de 12




Contra todo pronóstico, la misa más multitudinaria celebrada en Barcelona en varias centurias tuvo su gracia. A pesar de algunas leyendas que han transitado los vestuarios del Camp Nou, no todo el mundo está habituado a ver el fútbol con resaca. Con esa luz, el verde del césped refulgía. En los bares, abuelas charlatanas se daban la paz con adictos al Vispring.

En ese hábitat extraño, el futbolero tuvo tiempo de fijarse en detalles que normalmente pasan desapercibidos. A saber: qué buen renegar tiene Roura. Qué entusiasta celebrando los goles. Claro que sí: nos hace mucho bien la forma de sentir el fútbol de un tío que se quedó sin carrera por una entrada de Van Basten, de un tío que tanto debió gozar con la Jungla de Cristal.

También fue extraño ver a Messi espeso. Aunque le ocurra cada año por estas fechas, resulta perturbador verle elegir mal, fallar, bajarse de la cruz. La alucinante matinal alcanzó incluso para que Alexis diera la razón a sus tres últimos defensores en Occidente.

Pero ya saben cómo es el Camp Nou: la placidez dura poco. Iniesta, con su aspecto de monaguillo, se acercó al atril para decir algunas cosas y todo saltó por los aires. Culminó una actuación estelar deslizándose, parando, arrancando, flotando. Su exhibición recuerda que en la posición en que actuó ayer sí rinde como un verdadero aspirante al Balón de Oro, que con él de volante el Barça fluye mejor aunque le falten Xavi, Busquets o Pedro.

Tal vez fuera cosa de la resaca, pero a más de uno lo de Iniesta le pareció un sermón incendiario con un mensaje rotundo: "Soy mejor que Sex y éste es mi sitio: arrepentíos".


viernes, 8 de febrero de 2013

Una Etrusco en el olvido




A quienes tenemos mala memoria nos invade en ocasiones un pesar, un neguit, una sospecha de haber olvidado algo trascendental, un momento que deberían permanecer imborrable en nuestro recuerdo. Esta sensación empeora cuando uno presiente que lo que olvidamos llegó envuelto en un manto de las casualidades.

Me explico: es posible que dentro de unos años yo haya olvidado que el 24 de enero de 2013, en el día del patrón de los periodistas, fui despedido del trabajo con razones miserables y argumentario psicotrópico. Es posible también que no caiga en que poco después, mi hermano se admiró de encontrar mi rostro -no tiene otro nombre- en la web de El Periódico, el diario que nos quitábamos de pequeños para constatar, domingo tras domingo, que Miquel Àngel Nadal, con cuatro estrellas, había vuelto a estar "Pletórico". Pero sí, tengo esa suerte.

Han ocurrido otros fenómenos raros y sospechosos en los últimos días. Mi querido Diego me hizo llegar días atrás este documento, un homenaje al tiempo en que a este rincón sólo se acercaban incondicionales para sumar, con enorme regocijo del autor, cinco visitas al día. Hoy me veo en la urgencia de hablar de mí, ya que he comprobado, atónito, que, con ésta, son ya 500 entradas.  "Qué lástima de juventud", me decía aquella señora, tanto tiempo atrás, cuando le recitaba alineaciones pretéritas. Pero somos así, para qué disimular. Y esta redondez numérica llega justamente cuando el instigador de la Caverna se reconcilia con mis fobias y vuelve a aparecer por aquí.

Pero la hierofanía más extraordinaria que he vivido estos días es, sin ninguna duda, el avistamiento, la otra tarde, de una verdadera Etrusco en los pies inexpertos de dos niños que salían de la escuela. Yo estaba en compañía de mi madre, la primera víctima de mis soliloquios futboleros, hace tres décadas, y no pude evitar reincidir:

-¿Veus allò? La millor pilota que s'ha fet mai. No sé on la vaig perdre. 

Fue un momento de gran asombro.

Disculpen que me haya puesto íntimo, pero ocurre que cada ocho de febrero esta cueva tiende a cumplir años; ya son cinco. Y de vez en cuando conviene recordar que este refugio tiene también algo de dietario, de crónica sentimental. A veces encuentra eco en alguna cabeza y en algún corazón.

Estarán de acuerdo conmigo en que la desmemoria es un drama importantísimo. ¿Cómo pudo ocurrir que perdiera mi Etrusco?

sábado, 2 de febrero de 2013

La jodida verdad



Asumámoslo: hasta hace año y medio las posibilidades de La Banda de tumbar al Barça en choques directos eran mínimas, pero las tornas han cambiado. Este Madrid antipático hasta la arcada es hoy superior en el mano a mano al mejor Barça de siempre.

El artefacto blanco fue concebido en el laboratorio de un señor que no ama el fútbol y que a lo largo de su carrera ha gestado un cyborg tras otro con la única de idea de derrotar a este Barça. Aburre encontrar las diferencias entre aquel Chelsea de los mediapuntas (Robben, Duff, Cole, Lampard), el Inter que usaba a Eto’o como lateral diestro y el Madrid de los portugueses. Aburre, y también produce dolor de córnea y de memoria. Veamos a grandes rasgos la fórmula de Mourinho que se le ha atragantado al último Guardiola y a Vilanova:

1) Desestabilizar al rival con absolutamente todo lo que esté a tu alcance. Eso incluye las ruedas de prensa y a periodistas a sueldo del club que trabajan en medios privados para lanzar todo tipo de infundios al dictado o mintiendo deliberadamente. Todo vale para sobreexcitar a unos futbolistas que no se manejan bien en las cloacas.

2) Pegar mucho. Tanto como sea posible. El reglamento ha dispuesto que sólo seis ojos controlen 7.140 metros cuadrados, 22 codos y más de 2.000 tacos. Imposible que les cacen, sobre todo cuando se trata de profesionales en este noble arte.  Eso sí, resulta hasta reconfortante que el mismo trato que sufrieron Pelé en los 60 y Maradona en los 80 se dispense ahora al Barça de Messi.

3) Despliegue físico tremendo para ahogar al centro del campo del Barça y lanzar contragolpes supersónicos. No lo intenten en los equipos donde juegan sus hijos pequeños. Vayan al grano, no sean ratas y gasten 356 millones de euros.

Esta Caverna ha detectado con pesar que al barcelonismo no le place esta estrategia de combate. Bien, a los disconformes les recomendamos que se pasen al tenis –verde césped, deslumbrantes Fred Perry blancos, Federer descarga la derecha, y ¡punto para el suizo!-. Séquense las lágrimas y retengan un dato: las actuales son prácticamente las mismas alineaciones de noviembre de 2010, cuando un 5-0 nos alargó la vida. Tal vez sea el momento de comprender que si sólo hemos ganado uno de los seis últimos partidos cuando confrontamos a Iniesta y Xavi con Khedira y Sabi es que algo hacemos mal.

Piénsenlo. El fútbol es un poco cabrón, pero no cuenta mentiras.