sábado, 27 de octubre de 2012

Cuestión de fascinar






Ustedes deben ser conscientes de que los creadores de "Robben es mejor que Messi" llevan un par de años en campaña para evitar que el Balón de Oro vuelva a recaer en La Masia. Para ello han sugerido los nombres de Cristiano Ronaldo y Casillas, en algún momento hasta parecía que iban a apostar por Ramos y no hay duda de que no tendrían inconveniente en pedir ese galardón para Plisetskayas como Arbeloa o el Sabi Bueno.

Ahora que parece que Casillas ha incurrido en el delito de cuestionar a Mourinho, Cristiano vuelve a ser el ariete de la formidable campaña publicitaria procedente de Valdebebas. Ronaldo, máquina de golear, difícilmente puede aspirar a ese premio, aunque se empeñe en obviar que coincidió en el tiempo con un prodigio llamado Leo.

Cristiano tiene a favor a los matemáticos del Reino, que porfían para encontrar estadísticas en que esté por encima de Messi. No es labor fácil, pero atención, las hay: "Cristiano marcó más goles al primer toque entre el minuto 20 y el 23". "Cristiano marca más absominales". "Las piernas de la novia de Cristiano aventajan en palmo y medio a las de la señorita Messi". Y así.

La realidad es cruda e indica que Cristiano suma menos títulos que Albiol este año y que está una quincena de goles por debajo de Messi en lo que va de 2012. A ese dato hay que añadir -la florentinada se obstina en omitirlo- el de las asistencias de gol. Los recuentos varían y no es fiable dar una cifra absoluta, pero retengan un dato aplastante: por cada pase de gol que da el portugués, La Bestia suma entre tres y cuatro.

Pero todo eso no importa demasiado. El Balón de Oro es algo más sencillo que todos esos números. Debería reconocer la fascinación que ejerce un jugador, su carisma, su capacidad para abrirnos la boca y alejarnos de la realidad, para sacar de nosotros al niño que fuimos. Pregúntenle al señor que ilustra esta entrada. Pregúntenle al bueno de Nicolás Yegros cómo lo hizo para poner cara de primera comunión en esta foto. La respuesta vale más que cualquier recuento algebraico, más que cualquier votación. La respuesta es el fútbol.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Una mentira llamada Celtic




“Qué va, somos ninfómanas y nos morimos de las ganas, ¡pero hasta nosotras tenemos unos míminos!”, le gritó Dianne a su vez.
Porno, Irvine Welsh


Esta Caverna lleva dos décadas asistiendo asombrado a la fascinación que produce esa mentira llamada Celtic de Glasgow. Ocurre que en Barcelona les admiramos mucho por razones insólitas, a saber: 

1) Son católicos. (En serio).
2) Resisten a la opresión unionista. (Razón por la cual podríamos ser del Rayo, entiendo). 
3) Su juego es viril. (Viril e infame).
4) Larsson. (Ya había quedado establecido que la principal razón para que el Camp Nou amara a Larsson era su combinación de vocales abiertas, idónea para el cántico tribunero). 
5) La camiseta. (Muy hermosa, sí). 

Por todo ello, el gol de Alba en el '93 fue un pequeño momento de felicidad. Por una parte hubo un recuerdo gozoso de aquel bombero que dedica siempre el mismo grito a los rivales europeos en el Camp Nou (¡¡AP-7 parriba y 18 horas de autocar!!). Por otra, seamos sinceros: con gente como su terrorífico capitán, ese Scott Brown, y con ese fútbol cromañón, jamás seremos capaces de simpatizar con esta gente. Lo dijo el muy escocés autor de Trainspotting: tenemos unos mínimos.  

domingo, 21 de octubre de 2012

Hornby es de los nuestros



Fiebre en las gradas es posiblemente el mejor libro jamás escrito sobre fútbol. Nick Hornby, héroe de este agujero a quien le perdonamos incluso que sea del Arsenal, detalló en esas páginas su demencial sentir futbolero. En un capítulo memorable explicó cómo imagina el partido perfecto; estos eran sus ingredientes:

-"Goles: tantos como sea posible". Un total de nueve. ¿Is that enough, que diría Henry?
-"Lamentables errores arbitrales". Los que no vimos a Guruceta pudimos disfrutar anoche de un penalti verdaderamente sideral. 
-"Un público bullicioso". ¿Cómo demonios pudo bajar jamás el Depor con ese estadio?
-"Lluvia, un campo embarrado". Sí, de vez en cuando nos toca ver a Iniesta con el tutú embarrado. 
-"Que el adversario falle un penalti". No tuvimos esa suerte. Sin embargo, pudimos ver algo aún más prodigioso: hasta tres ataques del Depor no acabaron en gol.
-"Que un jugador contrario reciba la tarjeta roja". Esto sí lo logramos. Los gallegos perdieron fuelle y se vinieron abajo tras la expulsión de Mascherano, uno de sus mejores hombres. 
-"Algún tipo de incidente desgraciado". Control de pecho y perfecta vaselina, o cómo meter el mejor gol de tu carrera en propia portería. 

A estas exigencias se pueden añadir otros asuntos que brillaron ayer en el festival de Riazor: 

-Milagros inverosímiles. Señores, parece que Sex quiere volver a ser futbolista. Ver para creer. 
-Horrores del más allá. El eje defensivo del Barça, amigos. El estiércol y las flores. Un chispas sin la FP al frente de una misión de la NASA.  
-Messi. Su giro en el 3-5 es antológico, pero es que además la víctima fue un señor llamado Marchena.
-El milagro de la vida. Sí, amigos: a Tito le cayó ayer un trolebús por la cabeza. Y una vez más, sobrevivió. 

No lo duden. Hornby, que también ama el fútbol, es de los nuestros.

jueves, 18 de octubre de 2012

Balones con forma de tibia (III). Koscielny, de Francia.



La Guardia Civil se ha hecho de rogar, pero al fin ha logrado dar algo de espectáculo. Ha llegado en esta obra de arte de Koscielny, desde hoy mismo ídolo de esta cueva. A favor de su candidatura a Penalti-Atentado del Milenio juegan ciertos factores. Para empezar, el hombre es defensa; podría pensarse que sabe cómo se sanciona una falta dentro del area. Para seguir, aquello no era una pachanga, era un partido oficial contra la que según su técnico es la mejor selección de todos los tiempos. Sabemos muy bien que el nivel en esta sección es francamente alto, pero Don Laurent huele a gloria: su acción, además, nos regaló un instante de íntima felicidad con el fallo de Sex.

Señor Koscielny, nuestro hogar es su hogar.

viernes, 12 de octubre de 2012

Los lúcidos (I)



"Siempre has sabido esto"
Carlos Castaneda, Una realidad aparte


He hablado a menudo de este grave asunto con otros Nunca Vistos. Hay unanimidad; éste es seguramente el misterio más escalofriante del fútbol. Ocurre cuando en el fragor del partido, ya sea durante el monólogo interno en los huérfanos de balón o en pleno bullicio para los correosos, en un momento determinado nos llega el balón. Y de repente todo ocurre a cámara lenta.

Una voz interna te alerta de lo que está a punto de ocurrir. Se hace un silencio. Y de repente, frente al veneno de las dudas, frente al lastre del esfuerzo, llega la convicción. Sabemos que aquello es gol. No es una cuestión de confianza, es algo que queda mucho más allá. Quienes vieron en su momento a Jordan saben de qué especie de trance hablamos: lo irremisible se apodera del juego, iluminados como estamos ejecutamos la acción con la oscura perfección de un robot y es una sencilla cuestión de tiempo que el balón entre.

Esta rara iluminación tiene efectos sorprendentes. Algunos de quienes la han experimentado aseguran que habían visualizado exactamente la jugada horas o incluso días antes. Otros, en un fenómeno paranormal, son incapaces de recordar la acción que han ejecutado en estado de lucidez. Despiertan de repente entre gritos y abrazos sudorosos. He visto casos de jugadores que escuchan incrédulos los pormenores de la obra de arte que acaban de hacer.

Pero por encima de criterios estéticos, lo que define a los lúcidos es la convicción absoluta de que, de algún modo, durante unos segundos controlan el destino. De este asunto hablan a menudo los teóricos del sueño lúcido, un control que podemos ejercer sobre nuestros sueños a pesar de que sabemos que estamos soñando.

Tal vez esta cuestión les suene esotérica o incluso lejana. Nada más lejos. Ustedes han visto este milagro en algunos de los momentos más felices de su vida. Acompañaron a Villa aquella noche en que gritó gol nada más impactar el balón. Y hace menos de una semana vieron esto.

La lucidez, ya saben. La fe se queda pequeña, el fútbol se agiganta y el futbolero se estremece.

lunes, 8 de octubre de 2012

Como niños




Dice Ramon Besa que los clásicos los gana siempre quien está más necesitado. El más necesitado, a ocho por debajo, era hoy El Mal. Dicen los viejos que en fútbol los que menos han ganado lo desean más. Ahí tenía ventaja La Banda (sus jugadores suman nueve títulos de media, por 14 los alineados ayer por Tito). Dicen también que los más veteranos saben jugar estos partidos, estadística que beneficiaba de nuevo a Los Quincazos (28,8 años de media anoche frente a los 26,15 del Barça). Creen algunos que estos partidos son para los fuertes. También ganaba ahí el horripilante artefacto del Tito Flo, 14 tíos con un precio medio de 27 millones de euros y 1,83 de altura. En el Barça, 12 millones de precio medio para unos modestos 173 centímetros. Y, huelga decir, llegó Mourinho con todo su arsenal mientras que el Barça dispuso a una zaga llena de parches y apaños.

Tal vez por eso La Banda estaba anoche convencida de que saldría del Camp Nou con tres puntos. Se sabía ganardora. Derrumbaría esa defensa y contendría al Barça. Quedaría a cinco y daría un golpe psicológico. Si no fue así es porque en este Barça lastrado late aún mucho fútbol. No lo fue porque Messi soñó de pequeño jugar estos partidos, y porque ha llegado a la altura de Pelé repitiendo que "no hay nada más lindo que ganar al Madrid". No lo fue porque es maravilloso ver desplegarse a ese centro del campo, a pesar del Nuevo Figo.

Tal vez este Barça no sea la mejor versión que hemos visto en este ciclo demencial, pero sigue siendo un equipo maravilloso, un equipo al que echaremos de menos por siempre jamás. Este empate, en estas condiciones, es heroico. Es heroico no haber avergonzado jamás a la afición pese a competir contra esa pandemia de los Arbeloa, Sabi, Pepe o CR Ceja. Es hermoso, después de tanto, seguir gritando como dementes a cada nueva proeza de La Bestia Parda. El resultado no fue una victoria, la Liga no ha quedado resuelta, pero este equipo nos recuerda, una noche más, que tenemos una sagrada obligación al verles corretear entorno al balón: disfrutar como niños.

domingo, 7 de octubre de 2012

Venganza




"Ahora te estás convirtiendo en un jodido irlandés. Los irlandeses llevan viviendo desde hace mil doscientos años gracias exclusivamente a sus sueños de venganza. Así me gusta, hermano".
Tom Wolfe, La hoguera de las vanidades

Así es. Nos mueve la venganza: los perros aterrorizan a los gatos, los viñedos miran con rencor a las tormentas, los peces detestan a los anzuelos y el Barça odia a La Banda. Por tantas cosas y tan antiguas; también por afrentas recientes, por esa victoria bochornosa de hace unos meses que CR Ceja elevó a la categoría de "exhibición", por esa maldita Supercopa que entregaron Valdés y los centrales. 

Vuelve el partido que soñaron los futbolines con algunas certeza: tan humillados quedarán Sabi y Khedira como los centrales del Barça; por desgracia, las fechorías de Mascherano y su acompañante ocurrirán cerca del gol, mientras que a Khedira normalmente lo sonrojamos en medio campo. También sabemos que La Banda no quiere el balón, que a lo mejor durante 20 minutos le da por presionar arriba, que ya sólo es capaz de morder en Champions y cuando tiene enfrente una camiseta azulgrana, que pegarán cuanto les dejen y un poco más, que tienen considerables posibilidades de volver a engañar al mundo entero con un resultado favorable.

Para Messi, Xavi y compañía lo de esta noche es especial: un triunfo equivale a zanjar la Liga, a ruas y fanfarrias, pero esa es justamente la dificultad de un partido que el rival sabe que no puede perder. Hará falta mucho Camp Nou y mucha meiga azulgrana. Qué maravilloso saber que Rivaldo, el hacedor de milagros, llevará su amenaza a la grada. Qué bueno saber que anoche Ronaldinho, otro mago que vulgarizó a los blancos, estará pendiente del televisor tras una noche en que aunó genio y lágrimas

Ante todo, suerte tenemos del Camp Nou, que jamás olvida que ésta es la más justa de las venganzas.


viernes, 5 de octubre de 2012

Luxación cerebral



¡Oh, hermanos cavernarios, qué cosa hermosa el sentirse unidos por la rabia y la ira! En la semana en que teníamos que ganar un título, volvemos a vernos lastrados por esa maldición llamada Defensa Infame de Tíos Que No Son Defensas y Que Jamás Debieron Pretender Serlo.

Se ha dicho estos días sobre que Puyol no tenía que haber ido así a ese córner, con 0-2 y el partido cerrado. Tal vez. Ya saben que aquí creemos que el capitán de este equipo es en gran parte un producto publicitario de los diarios deportivos de la ciudad, pero admitamos que sólo sabe jugar así. Con todas sus limitaciones, el pasado año fue de largo el mejor defensor del equipo. Pero ocurre que últimamente está más tiempo en la camilla que en el campo. La dimisión de Piqué, la enfermedad de Abidal y la farsa ininterrumpida de los centrales que vienen del Barça B hicieron que Mascherano, primero, y Song, después, hayan tenido que ponerse ahí. Si damos por buena la absurda teoría de que cualquiera puede hacerlo, probemos a Tello, a ver si a él Negredo le gana un balón largo.

Asombra que el pasado verano, viniendo del año de calamidades defensivas de las que veníamos, se invirtieran 35 millones en dos jugadores y no llegara ningún central. Zubizarreta y Tito deberían responder por ello, en lugar de maldecir las lesiones. Resulta que en los últimos 16 meses, La Plasticidad Encarnada ha estado de baja 226 días, con hasta tres lesiones de rodilla. Que nadie se haga ahora el sorprendido, y por favor, que alguien deje de incurrir en el pornográfico rito de repetir aquello de que "Puyol acorta los plazos de su recuperación". Puyol es un señor muy comprometido y muy necesario para el equipo, pero tiene 34 años y ningún sustituto decente.

Y pensaba en esto porque ocurre que en un lugar exótico llamado Valdebebas hay un montón de mercenarios aficionados a las altas velocidades que tendrían la moral por los suelos de no ser por las fotos de Mascherano y Song, que cuelgan de las paredes del vestuario y que a buen seguro besan antes de cada entrenamiento. Habrá entre ustedes quien crea que Piqué volverá a ser el que fue. Quién sabe. Pero sospecho que no es ése el milagro con el que Tito y Zubi contaron. Su milagro es negro. Su milagro es un señor del que hablaremos dentro de 200 años. Lucía el 22 a la espalda y un día marcó en el Averno. Ha sobrevivido a todo lo imaginable. Y sólo él puede impedir que dentro de tres meses haya muchedumbres de culés en huelga de hambre ante las oficinas del club pidiendo dimisiones y clamando contra una maldita luxación cerebral.