viernes, 31 de julio de 2009

El inglés estupefacto

Sir Bobby Robson ha muerto hoy y uno no puede evitar pensar que se habrá marchado con la misma cara de asombro que le acompañó en algunos de los momentos claves de su vida. Ni los 18 años de cáncer de este inglés bonachón, que se ganó a quienes le conocieron por su afabilidad, debieron de convencerle de que realmente iba a abandonar el planeta en que ganar en el juego de las pantorrillas peludas es transcendental.
Uno de esos momentos llegó en las semifinales de Italia 90, cuando Inglaterra se enfrentó a Alemania y a poco del final Lineker logró otro de sus milagros que valió una prórroga. Era la última gran Inglaterra que se ha visto, con el mítico ariete, el mejor Gazza, Platt o Waddle. La cosa acabó en los penaltis, y ahí acabó el sueño inglés. Robson quedó bastante mejor que Gascoigne (en la foto) pero con una cara de estupefacción que tardó en volver. http://www.youtube.com/watch?v=hH_Yt0K3tZA
Su mayor oportunidad en la escala internacional le llegó en el Camp Nou. En su equipo tenía tres Balones de Oro (Stoichkov, Ronaldo, el Innombrable), otras tantas Botas de Oro (Stoichkov, Ronaldo, Pizzi) y un bloque tremendo, con Luis Enrique, Nadal, Blanc, De la Peña o Giovanni. Aquel año un horror de la eficacia llamado Real Madrí, con un tal Capello en el banco, le robó la Liga y la gloria de llevarse cuatro títulos (sí logró Supercopa, Copa del Rey y Recopa). Sin embargo, el año se recordará por la cara incrédula de Robson tras un gol de Ronaldo (que por lo visto ha celebrado el óbito con una liposucción http://sport.es/default.asp?idpublicacio_PK=44&idioma=CAS&idnoticia_PK=633721&idseccio_PK=806) y por la pitada que le regaló el Camp Nou en un 8-1 al Logroñés, porque el equipo no jugaba a nada.
Aquel día Bobby debió de odiarnos. Ahora, que tendrá todo el tiempo del mundo para vernos jugar, seguramente nos lo agradecerá.

martes, 28 de julio de 2009

Españoles...

Una de las grandes fenómenos del verano es que la estupidez patriotera ha vuelto a atacarnos. No fue La Roja, no. Ha sido algo peor: la profusión de comentarios sobre la perentoria necesidad de "fichar españoles". Todo comenzó, cómo no, en la cabecita de Floren. "Si somos el equipo de España hay que tener españoles", le diría a Valdano. La idea era clara: galaxia multinacional y complementos patrios. De este modo, el Salvador del Balompié justifica que los colores de la rojigualda ya sean más del Madrí que el blanco. “Un equipo español siempre necesita una base española”, concluía Salgado, ese filósofo del balón.
Pero claro, Valdano comprobó que no puede fichar a Puyol, Xavi, Iniesta, Piqué ni Busquets. Ni tampoco a Torres o Villa. Mata no, que es un traidor. Senna, negro. Parece que de momento se conformará con Albiol (el de la fobia al escudo http://www.superdeporte.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2009070200_2_65622__Valencia-CF-Albiol-obligado-besar-escudo-Madrid), Arbeloa (suplente de Ramos) y Alonso (suplente del negro). Más o menos buenos, pero españoles, joder, como la cabra de la Legión, el no saber idiomas y el pronunciar /Bécan/.
Pero la estupidez tiene alas y no tardó en llegar a Barcelona. "Laporta descubre el sabor español con su apuesta por Villa", tituló hace unas semanas La Vanguardia, que explicaba que bajo el mandato de Johnny La Potra el Barça sólo ha fichado, de 33 tíos, a tres españoles que no tuvieran un pasado en la cantera: Mario, Ezquerro y Pinto [pausa dramática y pelos que se erizan].
A estas alturas de siglo XXI, con la Ley Bosman ya asumida, con ejemplos como las capitanías de Cocu en el Barça, la de Larsson en el Celtic, Karpin en el Celta y un infinito etcétera, ya deberíamos saber que los futbolistas son piratas apátridas, leones del Serengeti que no tienen la menor idea de si reinan en Tanzania o en Kenya, buscavidas que lo último a lo que atienden es a eso de la nacionalidad.
Lo que sí da un punto más de cohesión y fanatismo a los vestuarios es que muchos de sus jugadores salgan de la cantera. Del mismo modo que un león cuida de su camada, Valdés y Puyol saben mimar a Messi o Bojan. Pero claro, como la cantera del Madrí es como la prosperidad de Afganistán, Florentino apuesta por fichar españoles. Desde aquí un consejo a Floren: en vez de españolizar su equipo, podría pelirrojizarlo, rescatando a Prosinecki, Scholes, Butt o Duff. O hacer un equipo de tíos que hayan engendrado, por ese orden, un niño, una niña y tres trillizos varones. O recitar cada noche, ante el espejo, la siguiente frase: "Españoles... La estupidez ha muerto".

jueves, 23 de julio de 2009

Un chaval olvidado en Barajas (Para Nicola)

Caro Nicola,
Ya habrá tiempo y ocasión de hablar de tu vida en un foro privado. He oído que andas por Grecia y en buena compañía. Entre eso y los cuatro scudetti seguidos que ha ganado el Inter estás irreconocible. Suerte que nuestro Sporting ha vuelto a quedar segundo, faltó poco, fode-se!
Te escribo para contarte la historia de un chaval africano que la primera vez que salió de Camerún fue para probar con la cantera del Madrí. Cogió un avión a Barajas, donde debía recogerlo alguien del club. Cuando llegó, no había nadie. Esperó y esperó, y nada. Harto de esperar, se tragó el orgullo y fue por su propio pie. En aquellas dos primeras horas de vida en Europa, se decidió lo que tendría que ser. Un resentido y un campeón.
Es importante que lo sepas porque hoy o mañana verás en la Gazzetta a un negro que sonríe con la boca y sospecha con los ojos, mirando muy fijo a los periodistas, la cabeza ligeramente ladeada, que se regalará largos silencios antes de responder y que soltará alguna frase lapidaria que abrirá los telediarios de tu país. Te lo presentarán como a un ganador y un mito viviente. Eso es cierto, o lo es en parte, porque es el mismo chaval de Barajas.
Seguro que ya te había hablado de la célebre ambición de Eto'o, de su voracidad, de su instinto sobrenatural para abrir partidos y cerrar Ligas. El mejor momento de mi idilio con él ya queda lejos, fue una semana mágica en marzo de 2005, tras quedar eliminados contra el Chelsea por culpa de Collina y Gerard López. Cogió un micro y dijo: "Volveremos a encontrarnos". Yo le creí, el Barça le creyó. Y en efecto, al cabo de un año, un gol suyo eliminó a aquel equipazo de Mourinho. Pero volvamos a esa memorable semana de 2005. La moral culé estaba por los suelos tras la eliminación europea y el domingo el Barça recibía al Athletic de Bilbao. En el túnel de vestuarios, había un silencio sepulcral, un ambiente de derrota. Hasta que Eto'o habló: "¡Vamos hermanos, es el último partido de nuestras vidas!". Lo recuerdo como si fuera ayer y aún le estoy agradecido.
Por desgracia, a aquel ganador se lo olvidó alguien una vez en Barajas. El complemento perfecto del mejor Ronaldinho era también el único tío que podía destrozar aquel prolongado éxtasis futbolístico que fue el Barça de Rijkaard. No podía soportar que la afición no le considerara el mejor y explotó. Años después, Valero Rivera, el entrenador más laureado de la historia de todos los deportes, me explicaba lo siguiente: "Lo que no se puede permitir es que un jugador hable fuera del vestuario. Nunca. Es el egoísmo elevado al grado superlativo y hay que cortarlo, hay que ser durísimo; si no, la gente piensa que puede hacer lo que le da la gana”. Aquel Barça, claro, no actuó contra él, porque La Potra lo impidió.
Fue el inicio del fin. Para entonces ya nos había asombrado con su elasticidad -"¡Negro, gacela!", que rugía Rossety viéndole golear a La Banda- y su fe. Pero el derrumbe era inevitable. El pasado verano, un acuerdo entre Guardiola y los capitanes le valió un año más, un pacto difícil porque sabían de su carácter, capaz de agredir a un símbolo como Valdés. Por el bien de todos, siguió. Pienso sinceramente que el Barça ganó este año no gracias a él, sino a pesar de él. Antes de marcharse, dejó una última prueba de que en fútbol la voluntad lo es todo: Carrick fue capaz de meterle una plancha y voltearlo. Fue así, con el orto hacia la noche romana, como Eto'o vio entrar su segundo gol en una final de Champions.
En fin, Nicola. La última vez que os mandamos un crack era en 1961. También era un tío que había dividido al barcelonismo, sólo que entonces os llegó después de haber perdido la final de la Copa de Europa. Los grandes títulos los ganó con vosotros. Los tiempos han cambiado. No os mandamos a un artista como Luis Suárez, sino a un loco ególatra, un tío tan enamorado de sí mismo que es el único del mundo capaz de sacudir el aburguesamiento soporífero de tu glorioso equipo. Un tío que cometió el sacrilegio de meter 130 goles de azulgrana -como Rivaldo, qué horror-, un tío de quien corren leyendas negras en entidades bancarias y discotecas, un futbolistas que se va de Barcelona sin entender que no le queramos.
Un maestro oriental escribió lo siguiente, que parece dedicado a este nueve de leyenda. "Anger is fundamentally an arrogant state of life. People in the state of anger are attached to the illusory assumption that they are better than others and direct their energy toward sustaining and enhancing this image. To ensure that others think of them in similarly glowing terms, they can never reveal their true feelings. Instead, they act obsequiously while a burning desire to surpass all others is their exclusive focus".
Os mandamos a un ganador, que se hinchará a meter goles para conquistar Milán, la ciudad donde vive su odiado Ronaldinho (http://lacavernaazulgrana.blogspot.com/search?q=%22cuando+gana+el+malo%22). Pero os mandamos también a un tío que se despierta cabreado, respira cabreado y duerme cabreado. Qué quieres, si se lo olvidaron en Barajas.
Ya sabes que te espero. Aquí, en mi ciudad, tenemos la Sagrada Família, tenemos a Messi y a un tío llamado Zlatan.

sábado, 18 de julio de 2009

Picassovic

Cuentan que Picasso pintó dos peces de colores y preguntó a aquel niño: "¿Cuál quieres, éste o éste?". Y el niño, claro, no sabía por cuál decantarse. "Éste... ¡y éste!", respondía. El viejo maestro insistía, mostrando sus improvisadas obras. El trato era claro. El pez elegido sería para el niño, al descartado le esperaba la basura. El pequeño era incapaz de decidirse. No era fácil, claro: tenía ante sus ojos dos dibujos de uno de los mayores genios del siglo XX. Cuatro décadas después, el chaval había crecido y recordaba la anécdota. "Picasso me puso esa prueba porque decía que en la vida hay que elegir".
Zlatan Ibrahimovic, de origen bosniocroata, nacionalidad sueca y espíritu de pirata nació con el estigma de los genios. Con su planta de artista maldito, vino al mundo para bailar El lago de los cisnes en los campos de fútbol. Su primera maravilla (http://www.youtube.com/watch?v=ncFxq8qrOeA) le dejó a la altura de los elegidos y ya sólo hizo que crecer. Brilló con la triste Suecia y en Italia, donde demostró ser un atacante total, capaz de resolver desde 30 metros, de encarar defensas, de abrir juego, de jugar de espaldas y de torturar a los rivales con sus latigazos de arte y fuerza. En Italia tuvo su periodo azul (foto), periodo rosa, cubismo, surrealismo, etc. Sus pies pintaron lo posible y lo imposible, empequeñeciendo a pragmáticos como Shevchenko. YouTube parece un templo dedicado a su orgullo, pero para conocerle mejor tal vez sea preferible olvidar las joyas y quedarse con un partido tonto en que lo hizo todo: http://www.youtube.com/watch?v=dynn06kqgL4.
También tuvo tiempo para demostrar su carácter y enfrentarse a muerte con Van der Vaart en el Ajax, de insultar a árbitros y entrenadores, de coleccionar tarjetas rojas y odios, de dejar tirada a la Juve por el Inter y hasta de enfrentarse a Mourinho y a la grada de San Siro que le idolatraba. En sus mejores días negros, es capaz de ponerse una gorra de policía, aparcar el deportivo en mitad de la carretera y ponerse a dirigir el tráfico. Todo el mundo sabe que es lo que todos los grandes goleadores: un hombre a quien no confiaríamos a una hija ni dos minutos.
A punto de cumplir los 28 años, con el talento y el carácter de Picasso, llega al Barça con varias pinturas bajo el brazo. El Camp Nou tiene la palabra: en ellas se ve a Van Basten, a Romário, a Rivaldo y a un tal Ibrahimovic. El barcelonismo sabe que el fútbol puede ser arte y que le va a tocar elegir.

jueves, 16 de julio de 2009

El niño más triste

¿Por qué llevarán esas gafas de sol modelo protección total? ¿Por qué esos tatuajes y esas ropas? ¿Por qué esa altivez? Porque nada distingue más al futbolista que su orgullo por haber sido el único niño de la familia, del colegio, del barrio, que ha llegado. Pero quiten lo que los jugadores lucen con la impudicia de los nuevos ricos y descubrirán que los futbolistas no esconden otra cosa que a un niño.
El sopor del mercado de fichajes azulgrana ha rescatado dos historias que nos lo recuerdan. La primera la protagonizó David Villa esta semana. Él, uno de los cinco mejores arietes sobre la faz de la Tierra, se vino abajo tras comprobar que el Valencia se niega a hacer realidad su sueño: llegar como esterlla a un grande. Villa, el de la mandíbula asturiana y la dura mirada de niño herido, rompió a llorar tras la reunión y Txiki tuvo trabajo para consolarle y decirle que paciencia, que lo suyo se arreglará.
Lo que no tiene remedio es el abismo de desesperación en que se ha hundido Filipe Luis. Suyos son los sollozos que durante toda la noche se han escuchado en A Coruña. El joven lateral había acortado sus vacaciones para pedir sensatez a Lendoiro, su novia ya había dejado su trabajo de camarera y buscaba piso en Barcelona. El futbolista hasta había tenido un rapto de sincetridad ante los micrófonos: "Es la oportunidad de solucionar mi vida y la de mi familia".
El drama ocurrió a cámara lenta, tal como el disortado rubicundo había soñado en sus peores pesadillas. Lendoiro se obcecó y el Barça, con la frialdad que requieren estos asuntos, cortó la cuerda que sostenía la guillotina. El deportivista, descartado y sustituido por Maxwell, más veterano y sin experiencia en la Liga pero más barato y con el aval de Youtube (http://www.youtube.com/watch?v=wb6mSjWpoY8&feature=related, http://www.youtube.com/watch?v=2UF2vaNKql4), que habla de un lateral brasileño de verdad, profundo y con toque. Una buena jugada de Txiki, una tragedia para Filipe Luis.
El pobre recordará que el 15 de julio de 2009 supo que aún era un niño y que el fútbol da para muchas lágrimas.

lunes, 13 de julio de 2009

Contra la modernidad

Hay por ahí meapilas panfletarios que sostienen que fútbol y política no pueden mezclarse. Llegan tarde: el fútbol lleva décadas siendo política. Uno de los primeros en darse cuenta de ello fue Mussolini, que hizo todas las trampas habidas y por haber -incluyendo amenazas de muerte, compra de partidos o nacionalizaciones irregulares, como la de Luis Monti, el mozo de la imagen- para dar a Italia sus dos primeros Mundiales.
La fuerza pública del fútbol no ha hecho otra cosa que crecer desde los lejanos años 20 y 30, con lo que mantenerlo alejado de la política se ha convertido en absurdo. Hay que asumirlo y posicionarse. Y desde aquí, esta caverna se proclama ultraconservadora.
Antes de perder a mis tres lectores, me gustaría explicarme. Por ultraconservador quiero decir que rechazo las novedades en un deporte en que está todo inventado desde Di Stéfano: ganan los buenos, los que más lo quieren; y para ello vale casi todo. A pesar de eso, la plaga del marketing lleva unos años tratando de convertir este deporte sencillo y de barrio en un producto capaz de atraer a las sofisticadas damas de Park Avenue, Manhattan, Nueva York, muy lejos del mundo real.
En los últimos tiempos hemos sufrido errores lamentables como el Gol de Oro o aberraciones como el Gol de Plata. (Por cierto, la UEFA llegó a estudiar algo aún más pintoresco: tras los 90 minutos se chutaban penaltis y después venía una prórroga en que el empate bastaba al equipo que había ganado la tanda; de haber sido aprobado se habría llamado, sin duda, Gol de Detritus). También por eso se ha convertido la Copa de Europa en una competición que sólo es tal en su segunda mitad, ha desaparecido la entrañable Recopa y ahora la UEFA se convertirá en un horror aún peor que el que ya teníamos. Y qué decir de la Copa Confederaciones, o de la Intertoto.
Estas frivolidades también han acabado por llegar a los clubes. NAP Laporta (léase Nuestro Adiposo Presidente) presentó este año una canción versionando Boig per tu que sirve para animar al Camp Nou o para justificar el sueldo de las cabecitas pensantes que trabajan en ese club y que desconocen quién fue Duckadam. Sencillamente horripilante. Núñez fichó a Blanc para tener audiencia en Francia. El Espanyol trae a Nakamura y se le llena el campo de japoneses.
Qué pena, que diría el poeta de las ondas. Esto es mucho más fácil: dos camisetas hacen una portería y un balón hace el resto. Quien quiera otra cosa, que ensaye las virtudes del feng shui en los bonsais, una práctica que arrasa en Park Avenue.

lunes, 6 de julio de 2009

Soy Leyenda

Cerrar el año sin dedicar un homenaje a Guardiola sería injusto. La proeza que ha realizado junto con su cuerpo técnico quedará como algo único en los 110 años de historia de este equipo. Su triplete ha demostrado que el trabajo es un valor, que la capacidad de quienes forman el cuerpo técnico es clave y que el estilo Barça puede llegar a lo más alto.
La exhibición de fe y detallismo que ha dado resulta tan conmovedora que deja en mal lugar a mitos como Rijkaard. Y su continuidad durante un año más resulta el mejor alivio para un barcelonismo que sabe que su peor enemigo no serán Florentino y sus vedettes, sino Laporta. El mismo presidente que dinamitó el Barça de Ronaldinho con su mal ejemplo a los futbolistas y su promesa de ganar siete títulos (http://www.as.com/futbol/articulo/laporta-tenemos-reto-historico-competiciones/dasftb/20060823dasdasftb_10/Tes) amenaza ahora con repetir desastre situando sus intereses políticos por encima de las necesidades de la plantilla, un mandamás que ha deducido a Gaspart por sus maneras y que no ficha para no comprometer la continuidad de su muy convergente e inoperante junta directiva.
Afortunadamente, tenemos a Guardiola, el entrenador que evitó a toda costa hacerse fotos con Laporta una vez ganada la Champions. Un hombre que aun de vacaciones estará pensando en fútbol, en su equipo, en la próxima exhibición en el Bernabéu.
A Guardiola sólo le hacen justicia las fotografías de Timm Kölln, que desnudan al hombre que ya avisó durante el pasado Gamper de que se avecinaba algo grande: "Persistirem fins el final".

miércoles, 1 de julio de 2009

La hora del adiós

El 1 de julio es una fecha temida por los futbolistas una vez cumplida la treintena. Ninguno ignora que en esa fecha, algún año, les tocará decir adiós al balón. Hasta a Messi le llegará ese día y creánlo, si por entonces juega en Europa, ese triste momento llegará en tal fecha como la de hoy.
Marca daba ayer una lista de 48 jugadores que quedan en paro. Entre ellos, campeones de Europa como Morientes, Dudek o Maniche y clásicos como Javi Guerrero, Alberto o Quique Álvarez. Pero los grandes tótems que desde hoy han abandonado su condición de futbolistas -y sin esperanza de arrancar un último contrato- son Maldini y Figo.
El primero es la leyenda rojinegra que ha ganado cinco Champions y lideró un equipo segundón hasta converirlo en un grande entre los grandes. Su adiós en San Siro fue una cosa digna de verse, conmovió a los futboleros de todo el mundo. En el recuerdo, su presencia en una zaga con Tassotti, Baresi y Costacurta; un sprint increíble contra Kanchelskis en la Eurocopa de 1996, la fatídica noche de Estambul en que marcó el primer gol de la final, el humor con que se tomaba su trabajo: en cierta ocasión, en Milanello, ni siquiera hizo ademán de ocultar que estaba consultando webs porno en su PC a escasos metros de los periodistas. Se va como un mito, hijo de campeón y padre de un chaval que ya hace cosas como éstas: http://www.youtube.com/watch?v=zXpPD3FpxIg
Por Figo, en cambio, nadie ha vertido una lágrima. Un hombre que ganó el Balón de Oro y el FIFA World Player, un driblador único que trajo su cambio de ritmo y su concepción espacial del regate al siglo XXI. Nada igual desde George Best. Y sin embargo, será recordado como el hombre que pudo ser mito pero que, por fidelidad a su agente, traicionó a todo un pueblo; como el estúpido que logró la gesta de ser capitán del Barça antes de convertirse en persona non grata en Catalunya. Ni siquiera Guardiola, que se ha hartado de glosar la buena persona que es "ese portugués", ha evitado que en dos ciudades como Lisboa o Barcelona se le llame Judas. Porque el fútbol no es sólo negocio, requiere sentimiento, gestos, complicidad.
Tampoco ha tenido suerte retirándose a la vez que Maldini. Del italiano contaremos enormes historias; del ex madridista, a quien nadie homenajeó en su adiós, responderemos con una pregunta: "¿De quién coño hablas?".